10.LIAM
Cuando
llegué vi en la arena escrito lo que no quería que llegara nunca:
se iba. Volvía a Madrid. Estaríamos un año sin vernos. Al menos..
si me escribía al correo podríamos seguir en contacto. Al lado,
había entre las piedras una fotografía más que bonita de un
amanecer. Estaba seguro de que la había hecho ella. Aquel amanecer
era casi tan perfecto como la recordaba a ella. Di la vuelta a la
foto y leí lo que había escrito en voz alta: “amanecer pálido”.
Si, tenía razón, estaban el rosa, el gris.. colores pálidos, y
después el rojo el naranja y el amarillo según estaba el sol más
cerca de aquellas nubes. Me quedé mirando unos minutos más la foto,
tumbado en la arena de la playa mientras las olas me mojaban los
pies, las piernas e incluso a veces la parte lumbar y dorsal de la
espalda. Volví a leer lo que había escrito: “amanecer pálido”,
me imaginé cómo serían aquellas palabras saliendo de su boca.
Sonarían bien, muy bien, con un timbre de voz bello. Su letra, era
fácil de entender. Alargada y con un espacio ínfimo entre letra y
letra. Me sentí un poco tonto, ya que no la conocía tanto como
deseaba y ya empezaba a sentir ciertas cosas por ella, muchas de
hecho.
Pasaron
los días y yo también tenía que volver a Madrid junto con los
demás. El día que nos íbamos, entre todos buscamos el apartamento
de Ada. No logramos encontrarlo directamente pero si logramos
encontrar a alguien que conocía a la mujer que le alquilaba a Ada y
a sus amigas el apartamento. No sabía que viniera ella también con
sus amigas; había tantas cosas sobre ella que desconocía.. Buscamos
a la dueña y le di un sobre con una nota dentro; ésta me prometió
que se lo haría llegar a Ada. Lo metería por debajo de la puerta
del apartamento, para que cuando volviera al año siguiente viera el
sobre.
Después,
nos volvimos a Madrid. A la vida real. Dejé el mar atrás. No quería
irme. Pero sabía que iba a volver, era lo único positivo que veía,
y cuando volviera, la volvería a ver. Estaba
seguro de eso.
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