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lunes, 25 de febrero de 2013

La vida nos volverá a juntar, te lo prometo. Cap. 8 Liam


8.LIAM


El día se pasó deprisa surfeando. Eran las ocho de la noche casi y estaba seguro de que Ada ya había contestado. Supuse que después de todo el tiempo que había pasado, en algún momento volvería a su casa si no lo había hecho ya, así que decidí llevarla un recuerdo: una foto de una puesta de sol. Era la foto que más me gustaba de todos los amaneceres que había fotografiado. Por detrás escribí con un bolígrafo negro: “amanecer rojo” y pegué un trozo de papel con mi correo electrónico. No sabía cuando se iría Ada, pero no quería que se fuera sin que antes nos hubiéramos intercambiado al menos el correo electrónico o el móvil. Me acerqué, esta vez sin ir acompañado de Ángel a nuestro punto de encuentro. ¡Era de Madrid!. No pude reprimir una sonrisa. El que nos hubiéramos estado escribiendo, hacía que pensara que no estábamos tan lejos, que nos íbamos conociendo poco a poco, que quisiera saber más de ella.
Coloqué la foto del amanecer entre piedras para que no se pudiera volar y Ada pudiera llevársela sana y salva para tener algo que le recordara a mí.
Pensé en ella el resto del día. Empezaba a sentir cosas fuertes por ella a pesar de haberla visto una vez, a pesar de casi no conocerla, pero el hecho de que habláramos por mensajes en la arena, hacía como si estuviéramos destinados a estar juntos. Soñé con ella para intentar no olvidar los rasgos de su cara, a pesar de que sabía que según fuera pasando el tiempo la memoria iría borrando su cara, poco a poco, parte por parte y al final solo recordaría una silueta borrosa correspondiente a Ada. Siempre se me había dado bien ligar y conseguir a las chicas que quería. Con Ada, no logré entender entonces qué era tan diferente que me hacía actuar de una forma en la que nunca había actuado. Nunca había ido detrás de una chica, siempre he hecho que ellas vinieran tras/detrás de mí. Nunca me había tomado en serio eso de tener una novia (no me refiero que quisiera que Ada estuviera conmigo como pareja) y con Ada todo parecía distinto, diferente y no lograba entender por qué. Tal vez porque era la primera chica que nada más verla, había hecho que perdiera la cabeza, que la recordara todos los días. ¡Y si fuera una obsesión por el hecho de querer y no poder físicamente tenerla? Era una posibilidad.. En fin, tenía tiempo para averiguar lo que le pasaba a mi cerebro, un año para ser exactos. Si no me gustaba de verdad, la olvidaría. Solo me había gustado una chica de verdad, hacía ya tiempo. Ella por así decirlo.. me engañó y jugó conmigo y mi lealtad. Así que dejé de confiar en las mujeres en general y dejé de intentar buscar relaciones que fueran más allá de 24 horas/una noche. Me había vuelto un tío busca rollos, sin esperar algo más de su pareja de esa noche. Sin pedir nada más que unas horas en una noche larga. Con Ada no sabía si empezaba a sentir algo realmente, si era algo pasajero, o si simplemente la quería a ella. Me sentía atraído, de todas formas, por el hecho de no poder conseguirla. Soy de los que dicen que lo mejor de todo, es la fase de tonteo; así que esa afirmación podría ser la verdadera razón por la que Ada siempre estuviera en mis pensamientos: querer lo que no puedo tener. Después del tonteo, todo es rutina (o eso pensaba antes de todo), pero lo de antes es mejor. Currarte a dónde llevarla, saber si le gustas, tocarnos esperando que el otro no se de cuenta, lanzar miradas que lo dicen todo y que nadie más sabe qué significa, otras miradas lanzadas cuando nadie nos ve, saber cuándo es el momento de besarla..
Dejé de pensar en todo aquello y cerré los ojos intentando dormir. Sam se colocó a mi lado para que la acariciara y así hice hasta que caí dormido.






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