Capítulo
17
-Ahora-
Pablo
(sí, el novio de la chiquilla. Ayer me pasé parte de la noche
hablando con él) acaba de llamar para decirme que me pasan a buscar
en diez minutos más o menos. Estaba tumbado en el sofá, después de
haber llamado a Chiara y sin saber qué hacer, así que salir con
ellos me ha parecido una idea aceptable. Me he vestido en cuestión
de segundos y ahora estoy aquí, recostado en una farola pasando
frío, esperando a que lleguen. Debería haber dicho que no, me digo.
Les
veo llegar en dos coches, distingo caras conocidas. El primer coche
pasa de largo, pero el segundo para cerca de mí. Miro esperando que
siga en movimiento y llegue frente a mí, pero eso no pasa. Así que
me incorporo y voy hacia el coche, andando con un aire un tanto
chulesco como siempre ando. Miro fijamente a la conductora, la hija
de Jose (maldita niña. Sé que ha parado lejos solo por molestar.
Parecemos el gato y el ratón), después dejo volar mis ojos entre
los amigos de la niñita. Me subo al coche no sin antes intentar
abrir la puerta sin resultado, pues los seguros estaban echados.
Entro, saludo y guío a la hija de Jose a la tienda de muebles. La
miro de vez en cuando a los ojos a pesar de que ella no me mira, pero
sé que lo sabe, sé que nota mi mirada, mis ojos posados en los
suyos. No sé por qué sigo mirándola cuando sé que no debo. Bueno
sí, sí que lo sé; me recuerda a mi hermana Chiara y sé que la
incomodo cuando la miro, así que lo hago por fastidiarla, igual que
ella aparcando lejos de donde yo estaba.
El
karma me termina pasando una mala jugada, cuando termino acompañando
a la hija de Jose y a su “novio” por los pasillos de las tiendas.
Pero al final no resulta ser tan malo. Pablo y yo hablamos mientras
ella va a su paso, a su bola, mirando objetos de una y otra
estantería.
-Eres
una pésima mentirosa- digo cuando Pablo me pregunta si lo que acaba
de decir Ana es verdad. Se nota que miente, no sé exactamente por
qué, pero lo he notado. Algo sutil... La miro fijamente a los ojos,
sin esperar nada a cambio. Sin esperar que sostenga mi mirada.
Simplemente miro sus ojos, marrón azabache. Son muy expresivos.
Parecidos a los de Chiara. Con esa mirada inocente... Suspiro.
Nuestros
ojos se persiguen como el perro y el gato a lo largo de los pasillos.
Cada vez que la hija de Jose me mira y se sonroja, intento que no se
formen en mis labios una sonrisa de suficiencia, aunque es difícil.
Me
evado durante un momento pensando en mi hermana, teniendo su rostro
en el de Ana cada vez que la miro, cuando veo a ésta de puntillas
intentando alcanzar una caja. Es tan parecida a mi hermana...
Me
acerco a ella, cuando suspira dándose por vencida.
-Te
ayudo-
digo. No espero su contestación Estiro mi brazo para llegar a la
caja que quiere. Mi mano roza la suya antes de llegar a la caja.
Intento no pensar en la sensación que me ha dado el roce de su piel.
Es mejor no pensar en la electricidad que ha surcado mis dedos. Mente
en blanco. Piensa en Chiara me digo.
-Cuantas
quieres?-
pregunto .
-dos-
contesta la hija de Jose con la cabeza gacha.
-pues
esto ya esta- digo cuando termino de colocar la segunda caja.
-gracias-
me contesta de vuelva Ana.
Recordándome
a Chiara, ayudo a la hija de Jose a elegir algunas cosas más para la
casa y termino llevando yo el carro. No sé por qué estos cambios en
mí. Primero la pico por haberme molestado, después la ayudo porque
no consigo separar el rostro de Chiara del suyo, parecen la misma
persona... pero no lo son.
La
tarde se ha pasado deprisa. En cuanto llego a casa me pongo a pensar
en todo lo que ha pasado. Estoy dejando que mis sentimientos por mi
hermana me nublen la sensatez. No puedo dejar que eso pase, porque el
futuro de mi hermana está en mis manos.
Cojo
mi móvil y llamo a Chiara, necesito oír su voz y calmarme. Esta
situación me saca de mis casillas.
-Hola
mi niña, cómo estas?- digo casi con voz dulce.
-Hola
Luca, menos mal que llamas. Necesitaba hablar con alguien.
-que
es lo que ha pasado?- pregunto. Mi tono de voz alto, mi voz tensa.
-Padre
ya ha decidido una fecha de boda- dice mi hermana comenzando a
llorar.
-tranquila
Chiara. No llores por favor- digo impotente. Ella es mi hermanita, mi
niña. Haría todo por ella. Me da rabia no poder estar allí para
ella.
-me
lo ha dicho esta tarde Luca, aún queda tiempo, porque dice que
quiere planearlo todo, será cuando tu vuelvas de Alaska- solloza
Chiara.
-tranquila
Chiara- digo sin saber qué mas decir, intentando calmarla. La dejo
llorar, mientras intento tranquilizarla a base de decirla: ya está,
ya esta Chiara, yo estoy contigo...
-no
aguanto mas aquí- me dice mi hermana, minutos después de parar de
llorar.
-aguanta
un poco. Te sacaré de allí, te lo prometí y siempre cumplo mis
promesas, lo sabes mi niña.
-pero
Luca... llevo tanto tiempo sin verte... y tal y como están las cosas
ahora... no hay manera de que pueda hablar con ÉL
tanto como me gustaría. Estoy custodiada casi todo el día por
alguien. Nunca estoy sola... –me dice mi hermana en un susurro. Sé
que seguramente nuestra llamada esté interceptada así que no
podemos decir nada que nos meta en un lío a ambos.
-en
nada nos volveremos a ver – digo intentando que mi voz suene lo mas
real posible. En el fondo de mi cuerpo solo espero que termine esta
pesadilla para Chiara, no puedo soportarla verla mal. Ella es mi
hermanita, mi pequeña hermanita.
Continuamos
hablando por horas, sin importar el dinero que mi padre tendría que
pagar por nuestra llamada. Seguramente ni se extrañaría de que
tuviera que pagar más de lo usual.
La
ira hierve en mi sangre, según Chiara sigue hablándome de cómo es
su vida desde que me fui. No soporto la idea de pensar siquiera en lo
que está pasando Chiara sin mí; sin nadie que la pueda ayudar.
La conversación me hizo volver a Italia, a mi casa, junto a Chiara. Me
recordó lo que había venido a hacer aquí...
-Mantenme
informado de cualquier cambio. Llámame a cualquier hora del día,
vale Chiara?
-vale
Luca. Te quiero.
Y
colgamos.
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