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lunes, 29 de abril de 2013

ABRIENDO LOS OJOS - Luca (Cap. 17)



Capítulo 17


-Ahora-

     Pablo (sí, el novio de la chiquilla. Ayer me pasé parte de la noche hablando con él) acaba de llamar para decirme que me pasan a buscar en diez minutos más o menos. Estaba tumbado en el sofá, después de haber llamado a Chiara y sin saber qué hacer, así que salir con ellos me ha parecido una idea aceptable. Me he vestido en cuestión de segundos y ahora estoy aquí, recostado en una farola pasando frío, esperando a que lleguen. Debería haber dicho que no, me digo.
Les veo llegar en dos coches, distingo caras conocidas. El primer coche pasa de largo, pero el segundo para cerca de mí. Miro esperando que siga en movimiento y llegue frente a mí, pero eso no pasa. Así que me incorporo y voy hacia el coche, andando con un aire un tanto chulesco como siempre ando. Miro fijamente a la conductora, la hija de Jose (maldita niña. Sé que ha parado lejos solo por molestar. Parecemos el gato y el ratón), después dejo volar mis ojos entre los amigos de la niñita. Me subo al coche no sin antes intentar abrir la puerta sin resultado, pues los seguros estaban echados. Entro, saludo y guío a la hija de Jose a la tienda de muebles. La miro de vez en cuando a los ojos a pesar de que ella no me mira, pero sé que lo sabe, sé que nota mi mirada, mis ojos posados en los suyos. No sé por qué sigo mirándola cuando sé que no debo. Bueno sí, sí que lo sé; me recuerda a mi hermana Chiara y sé que la incomodo cuando la miro, así que lo hago por fastidiarla, igual que ella aparcando lejos de donde yo estaba.

El karma me termina pasando una mala jugada, cuando termino acompañando a la hija de Jose y a su “novio” por los pasillos de las tiendas. Pero al final no resulta ser tan malo. Pablo y yo hablamos mientras ella va a su paso, a su bola, mirando objetos de una y otra estantería.
-Eres una pésima mentirosa- digo cuando Pablo me pregunta si lo que acaba de decir Ana es verdad. Se nota que miente, no sé exactamente por qué, pero lo he notado. Algo sutil... La miro fijamente a los ojos, sin esperar nada a cambio. Sin esperar que sostenga mi mirada. Simplemente miro sus ojos, marrón azabache. Son muy expresivos. Parecidos a los de Chiara. Con esa mirada inocente... Suspiro.
Nuestros ojos se persiguen como el perro y el gato a lo largo de los pasillos. Cada vez que la hija de Jose me mira y se sonroja, intento que no se formen en mis labios una sonrisa de suficiencia, aunque es difícil.
Me evado durante un momento pensando en mi hermana, teniendo su rostro en el de Ana cada vez que la miro, cuando veo a ésta de puntillas intentando alcanzar una caja. Es tan parecida a mi hermana...
Me acerco a ella, cuando suspira dándose por vencida.
-Te ayudo- digo. No espero su contestación  Estiro mi brazo para llegar a la caja que quiere. Mi mano roza la suya antes de llegar a la caja. Intento no pensar en la sensación que me ha dado el roce de su piel. Es mejor no pensar en la electricidad que ha surcado mis dedos. Mente en blanco. Piensa en Chiara me digo.
-Cuantas quieres?- pregunto .
-dos- contesta la hija de Jose con la cabeza gacha.
-pues esto ya esta- digo cuando termino de colocar la segunda caja.
-gracias- me contesta de vuelva Ana.
Recordándome a Chiara, ayudo a la hija de Jose a elegir algunas cosas más para la casa y termino llevando yo el carro. No sé por qué estos cambios en mí. Primero la pico por haberme molestado, después la ayudo porque no consigo separar el rostro de Chiara del suyo, parecen la misma persona... pero no lo son.

La tarde se ha pasado deprisa. En cuanto llego a casa me pongo a pensar en todo lo que ha pasado. Estoy dejando que mis sentimientos por mi hermana me nublen la sensatez. No puedo dejar que eso pase, porque el futuro de mi hermana está en mis manos.
Cojo mi móvil y llamo a Chiara, necesito oír su voz y calmarme. Esta situación me saca de mis casillas.
-Hola mi niña, cómo estas?- digo casi con voz dulce.
-Hola Luca, menos mal que llamas. Necesitaba hablar con alguien.
-que es lo que ha pasado?- pregunto. Mi tono de voz alto, mi voz tensa.
-Padre ya ha decidido una fecha de boda- dice mi hermana comenzando a llorar.
-tranquila Chiara. No llores por favor- digo impotente. Ella es mi hermanita, mi niña. Haría todo por ella. Me da rabia no poder estar allí para ella.
-me lo ha dicho esta tarde Luca, aún queda tiempo, porque dice que quiere planearlo todo, será cuando tu vuelvas de Alaska- solloza Chiara.
-tranquila Chiara- digo sin saber qué mas decir, intentando calmarla. La dejo llorar, mientras intento tranquilizarla a base de decirla: ya está, ya esta Chiara, yo estoy contigo...

-no aguanto mas aquí- me dice mi hermana, minutos después de parar de llorar.
-aguanta un poco. Te sacaré de allí, te lo prometí y siempre cumplo mis promesas, lo sabes mi niña.
-pero Luca... llevo tanto tiempo sin verte... y tal y como están las cosas ahora... no hay manera de que pueda hablar con ÉL tanto como me gustaría. Estoy custodiada casi todo el día por alguien. Nunca estoy sola... –me dice mi hermana en un susurro. Sé que seguramente nuestra llamada esté interceptada así que no podemos decir nada que nos meta en un lío a ambos.
-en nada nos volveremos a ver – digo intentando que mi voz suene lo mas real posible. En el fondo de mi cuerpo solo espero que termine esta pesadilla para Chiara, no puedo soportarla verla mal. Ella es mi hermanita, mi pequeña hermanita.
Continuamos hablando por horas, sin importar el dinero que mi padre tendría que pagar por nuestra llamada. Seguramente ni se extrañaría de que tuviera que pagar más de lo usual.
La ira hierve en mi sangre, según Chiara sigue hablándome de cómo es su vida desde que me fui. No soporto la idea de pensar siquiera en lo que está pasando Chiara sin mí; sin nadie que la pueda ayudar.
La conversación me hizo volver a Italia, a mi casa, junto a Chiara. Me recordó lo que había venido a hacer aquí...
-Mantenme informado de cualquier cambio. Llámame a cualquier hora del día, vale Chiara?
-vale Luca. Te quiero.
Y colgamos.

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