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lunes, 27 de mayo de 2013

ABRIENDO LOS OJOS - Luca (cap. 21)


Capítulo 21


-Ahora-



     No ha pasado ni una semana desde que volvimos de la excursión esa. No he vuelto a pensar en ella, la hija de Jose, en cuatro días. Hasta ahora. ¡Maldito cerebro!
Hago recuento de todo lo que hecho estos días:
He llamado a Chiara todos los días y todos hemos tenido una conversación que sumar a las anteriores sobre la hija de Jose. TODOS. Si Chiara no deja de comerme el coco voy a joder todo el trabajo. No entiendo que la prefiera a ella antes que a una chica. “mi media naranja” según ella. Para mí es algo lógico y obvio mi hermana antes que “mi media naranja”. Pero vamos! Si eso ni existe.
Padre también ha llamado para saber cómo va el proyecto. Se pensaba que como mucho en dos meses lo tendría y estaría de vuelta en casa. No se da cuenta que tenemos que inventar el suero. Creo que poco a poco se va dando cuenta del volumen y el tiempo de la investigación. Va a ser la primera vez que mande a alguien a infiltrarse más de dos meses.
No hagas tonterías hijo, confío en ti –me dijo Padre en italiano antes de colgar. Me quedé ahí quieto, pensando en todo el trabajo que quedaba por delante. No solo el suero, si no volver a por Chiara y huir.
Y por último también ha llamado Jose para que vaya con ellos de viaje, pero esta vez a un GRAN viaje. A España, exactamente a Madrid, donde si todo va bien, tenía pensado huir con Chiara. O tal vez a un pueblecito de Sevilla.
Es el día de Reyes y nos vamos a España.
Me presento en casa de Jose, maleta en mano. La llevamos a un coche entre Jose y yo (no pesa nada, pero Jose se empeña en acompañarme al coche), y entramos en la casa.
Esta vez, el tiempo pasa volando y cuando quiero darme cuenta estamos ya dentro del avión. Cada uno con su maleta de viaje. Me coloco al lado de la hija de Jose e intento dejar mi maleta. Y al final, por una azafata que se empeña en que nos sentemos ya, termino sentado a su lado. Ésta pone los ojos en blanco.
-enserio?- dice a quien sabe que. La miro fijamente y sonrío. Cuando estoy solo con ella... digamos que es algo más soportable poco a poco. No puedo apartar mis ojos de ella, aunque quiera.
-¿algún problema bambina? - pregunto. ¿Por qué lo hago? No lo sé. Solo sé que mis palabras salen solas de mi boca. Intento alejarla de mi radar por el bien de los dos.
-ninguno, ninguno- me contesta irónicamente. Sonrío con mi sonrisa habitual. La chiquilla cierra, abre los ojos y se dedica a mirar por la ventanilla. La miro fijamente esperando que se gire pues quiero mirarla los ojos, que siempre me dejan ver lo que de verdad siente en cada momento. Pero ella no me deja, su mirada fija en la ventanilla. Me paso el viaje entero a mi bola, pensando en cómo llevo mi trabajo. Desde que llamó a principios de semana, no ha vuelto a llamar para preguntarme qué tal me va. Y menos mal que no lo ha hecho, porque todo pasa lentamente, y a día de hoy, casi no tengo nada. O bueno, sin el casi, no tengo nada.
* * *
A la mañana siguiente de llegar a Madrid, vamos a casa de los abuelos de los hijos de Jose. Allí desayunamos y comemos. Han preparado una segunda cena de Navidad. Creo que mi familia nunca haría eso para mí. Todos son muy amables conmigo, como si fuera de la familia y algo dentro de mí me carcome. Me siento mal por mentir a toda esta gente. Y me siento mal por no estar con mi familia ahora mismo. Y como siempre, me digo que todo esto es por Chiara.
Hablo con el abuelo de la hija de Jose. Es un hombre de unos ochenta y muchos años, culto. Tiene porte señorial. Con él se puede hablar de cualquier cosa, por lo que puedo ver.
Me asomo a una de las miles de ventanas que hay por esa casa para mirar la calle. Lo veo tan diferente a las calles de mi casa, aunque seguramente sean parecidas.

Después seguimos nuestra ruta y vamos a casa de los otros familiares. El ambiente es diferente, más loco todo. Hay tanta gente como en mi familia casi, entre unos y otros. Me pongo mi máscara para que nadie sepa en qué pienso, pero llega un momento en el que no aguanto más y tengo que hablar con Fran (que antes me había dicho que tenía las llaves necesarias para entrar en la azotea y ver todo Madrid) para que me de las llaves de la azotea para poder estar solo durante unos minutos.
Los minutos se convierten casi en una hora. Desde allí veo todo. Madrid es grande, bella. Pienso en mi familia. Sobre todo en Chiara, mi madre y mi tía y prima. Miro al horizonte, pensando en mi familia, en el trabajo que tengo entre manos. Empiezo a tener dudas de todo. No sé muy bien lo que debo hacer. No debería dudar, pues soy un mafioso. Debería tener claro mis objetivos y todos los factores que pueden hacer que mis objetivos se vean dañados. Pero no sé qué me está pasando, mis objetivos... no los veo tan claros. Me estoy volviendo débil, o algo parecido. Y eso no puede ser, eso no es bueno. Jose me ha enseñado lo que es su familia, me deja formar parte de ella y eso no es bueno para el trabajo. Debo mantener la mente fría, en blanco. Sin desviarme de mi trabajo. Sin estar pendiente de nadie que no sea Jose y su proyecto. Pensar en Chiara... ya no es una manera de evadirme, pues al igual que me viene a la mente su cara, también llega la de la hija de Jose.

Oigo la puerta abrirse. Me tenso. Intento salir de mis pensamientos, pero mi cerebro no me deja. Noto el calor de un cuerpo junto al mío, pego un bote y miro a mi derecha. Me encuentro cara a cara con la chiquilla de Jose. La miro por un segundo y después devuelvo mi vista a su lugar, el infinito.
-mi padre te busca- me dice. En su voz no hay ni rastro de delicadeza. Es seca.
-Bisogno di estare da solo. Necesito estar solo- contesto. Lo que no quiero es tenerla tan cerca... no debo... no puedo. Es por el bien de los dos, pienso. Si ella supiera lo que soy, correría y yo necesito mantenerla al margen para hacer bien mi trabajo.
-me ire cuando te vengas conmigo. Mi padre te busca- me reitera. Pongo los ojos en blanco. Yo lo único que quiero es un poco de tranquilidad... es que no me merezco al menos eso? Mi cabeza casi que da vueltas.
-no quiero y no voy a bajar ahora- contesto cortante. Nos miramos, desafiándonos con la mirada. A ver quien es mas fuerte.
-que pasa? Mi familia no es suficiente para ti?- me pregunta desafiante la chiquita. Suspiro para mis adentros. Si ella supiera... Ha dado donde más duele... Ha encontrado mi punto débil.
Tu familia es... Toda ella es... Las dos son... Todo lo... –digo en un suspiro. Miro al frente otra vez, de forma desenfocada, no me importa Dimentica. Olvídalo- digo después. Me ha pillado en un momento delicado y casi me abro a ella. Craso error. No debo contar nada de mí a nadie. Mis problemas aquí son solo míos y de nadie más. Tengo que lidiar con ellos yo solo. Me sienta mal haber tenido esta debilidad. Casi me abro a ella!! ¿¿¡¡qué es lo que te pasa Luca!!??
-entendido. Te espero fuera. No tardes o te llevaré arrastras abajo. Mi padre no dejará de buscarte e intentar sacar a todos de quicio preguntando por ti- dice la hija de Jose, sin rastro de que lo que acaba de decir es mentira, mientras se aleja hacia la puerta de la azotea. ¿Se habrá dado cuenta de mi debilidad? ¿De que la familia es... un punto clave para mi? ¿De que me puede pillar con la guardia baja y entonces podrá conseguir respuestas a preguntas que estando yo cuerdo nunca contestaría? Giro la cabeza, en lo que creo que es un movimiento imperceptible para Ana y la miro por el rabillo del ojo, como quien no quiere la cosa. ¿Qué estará pensando ahora mismo?. Asiento a su afirmación mientras ella cierra la puerta.

Dedico veinte minutos más en la azotea a pensar en mí, en mi familia, en mi trabajo... esto se me va a ir de las manos... y no es nada, nada bueno...
Cuando abro la puerta de la azotea para salir, me encuentro a Ana sentada en las escaleras frente a la puerta, mirando donde estoy yo con cara aburrida y ojos extasiados.
-Dai! Vamos- digo mirándola. Me fijo en sus ojos. No sé describir lo que veo reflejado en ellos. Una mezcla de muchos sentimientos contrariados. Le lanzo una sonrisa de las mías. Vuelvo a ser el mismo de antes. Mi máscara está puesta una vez más.
-me darás alguna explicación?- pide Ana. La miro sin decir nada -tal vez algún día?- insiste.
-Non credo. No creo- contesto de forma cortés pero tajante a la vez.

-habéis tardado mucho- nos dice Fran cuando entramos en el piso. Miro a Ana de reojo y veo como su expresión cambia a frustración.
-nos hemos quedado hablando- dice Ana, encubriéndome. Enarco una ceja. No esperaba eso de ella.
-tanto tiempo?- pregunto otro de sus tíos, Quique, que acaba de aparecer de la nada nada más entrar nosotros.
-si...- dice con voz abrumada y cansada ésta. Sonrío más para mí que para nadie más. Ella sola se va a meter en un lío con sus tíos.
-problemas en el paraíso?- dice entonces su primo Jorge. Otro más para el interrogatorio. Esta conversación no va a terminar en buen puerto.
-no existe un paraíso así que no puede haber problemas en el- contesta ella con voz raspando el enfado.
-lo que tu digas- dice Jorge sonriente.
-dinos Anuska, estás con él?- pregunta Quique señalándome. Más quisiera, pienso. Ana por su parte mira al suelo y se sonroja. Puff! ¿¿Por qué tendré que ser arrogante hasta en mis pensamientos??
-Ojalá- dice en un susurro tan bajo que creo que soy el único en oírlo  o tal vez me lo haya imaginado. Que? Como? Ojala acaba de decir? No puede ser cierto que esa palabra haya salido de su boca cuando la han echo esa pregunta. Se sonroja aun más. Mira a sus tíos y su primo y estos parece que no se han enterado de nada. Después me mira. En mi cara una sonrisa socarrona se ha echo dueña de todo, no puedo evitarlo. Me alaga que la ponga, aunque yo no pueda, ni deba acercarme a ella. Me mira malhumorada cuando formulo con mis labios las palabras: más quisieras. Me sale solo contestarla, no puedo evitarlo. Tiene que tener claro que ella está en otro mundo al mío y que nunca pasará nada entre ambos. No nos soportamos, de todas formas. Acordaos, somos dos imanes positivos, la sal y las heridas...
La hija de Jose vuelve a bajar la mirada y vuelve a contestar a la pregunta, esta vez con la voz un poco más alta..
-no- dice mientras suspira- el es solo un compañero de mi padre
-no es tu novio?- pregunta Jorge.
-no- dice secamente la hija de Jose.
-lastima. Es buen chico. Le debamos nuestro aprobado- dice Fran. Enarco una ceja mientras la chiquita pone los ojos en blanco. Yo estoy fuera de la conversación. Miro la escena desde fuera, viendo las caras que pone la hija de Jose cada vez que sus tíos o su primo hablan.
-enserio?- dice ella con los ojos abiertos de par en par, perpleja.
-si- contesta Jorge. No he quitado los ojos de su rostro ni un segundo desde que empezó la conversación pero la chiquilla evita mi mirada.
-no me lo puedo creer- dice con voz incrédula la chiquilla de Jose.
-créelo- dice Quique.
-de todos los chicos que habéis conocido, el es quien os gusta?- dice Ana asombrada, sin mirarme aún.
-los demás no eran tu estilo- dice Fran con voz tranquila.
-no eran buenos chicos- dice Quique por ayudar lo dicho por Fran.
-a mi me gustaban- dice la hija de Jose enfadada. Me río ante su afirmación. Ella me caza riéndome y me fulmina con la mirada. Ésta, llena de ira.
-tu calla- me suelta la chiquilla. Enarco una ceja sin entender. Se la va la pinza...
-Javier solo pensaba con el pene cuando tu apenas tenias los quince, Jaime te llevaba a sitios muy raros que a ti no te gustaban y Alberto era un chaval que no tenia metas en la vida- se atreve a decir Jorge. Sigo mirando la escena, como un mero espectador, esperando a ver cual será la siguiente pregunta, la siguiente respuesta y así.
-sí- ayuda Fran a Jorge -aunque has sido demasiado bueno al decir sus defectos menores..
-eran mas que eso- dice la hija de Jose echa una furia.
-serian mas cosas, pero sobre todo las que ha dicho Jorge y todas las demás que no ha dicho- apoya Quique.
-lo que digáis  pero no se que le habéis visto a este tío  con lo.. da igual. Los otros eran mejores- dice la hija de Jose entre ofendida y airosa.
-no te enfades Anuska- dice Quique cogiendo la mano de ésta.
-si me enfado si- contesta la chiquilla.
-lo siento. Estábamos bromeando. Nos conoces- dice Quique.
-no te preocupes- dice la hija de Jose. Después de que termine la frase todos se unen en un fuerte abrazo. Les miro. Están muy unidos. Como yo a mi familia...
-bueno, entonces chicos creo que es mejor que nos unamos a los demás que están por el salón  dice Jorge cuando se separan del gran abrazo. Todos asienten. La chiquita me mira y me sonríe. La sonrisa más real que me ha dedicado desde que nos conocemos. ¡basta Luca! Debería de dejar de pensar de esa forma, pero no sé por qué es imposible.
Nunca he tenido este problema antes, con nadie, chico, chica, hombre o mujer. Y sin embargo con ella... Rompe todos mis esquemas.
* * *
-son las once y media. Es la hora del segundo fin de año- dice elevando la voz Juanca, un tío de la chiquilla. Y así celebramos otro fin de año, esta vez en familia.
-atención señores! Es la hora- dice Míguel, un tío de Ana.
-pulsa el play!- pide el tío de la chiquilla, Roberto. .
-a sus ordenes- dice Jesus, otro tío de la chiquita.
-yesus!- llama Juanca. -en tres.. dos.. uno..
-ya!- grita Jorge. Miro impresionado la televisión. Han grabado las uvas. Miro alucinado la televisión.
-sorprendido?- me pregunta Rober.
-un poco- contesto.
-es por Anuska. Le encanta que nos juntemos siempre todos. Y este año no pudo venir así que... sorpresa!- dice Rober señalando la televisión.
-es una gran sorpresa- digo pensando en mi familia. Harían ellos eso por mi? No lo creo. Ella es muy afortunada por tener una familia así  Todos unidos. Tanto por parte de madre como de padre.

La noche pasa deprisa después de las campanadas. Besos para todos, petardos y cohetes en la azotea... después a casa a descansar, pues en unas horas nos volvemos a casa, a Alaska...
* * *
Pienso en mi familia toda la maldita noche y todo el día siguiente. Tengo que llamarles y hablar con ellos. En cuanto salgo de casa de Jose, ya en Alaska, voy corriendo a mi apartamento. Quiero escuchar la voz de mis hermanas, mi prima, mi madre y mi tía. Llamo a cada una de ellas y me deleito con su voz por horas. Las pido que me cuenten todo. Cuando cuelgo, miro al techo. Estoy tranquilo, en paz. Solo necesitaba estar en casa unas horas para ver con claridad todo. Tengo que hacer mi trabajo y sacar a Chiara o huir con ella, pero el trabajo tiene que quedar finiquitado.

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