Capítulo
15
Ada
–¡¡Chicas!!
–entré gritando por el apartamento, dando saltos de alegría.
Dafne también se alegró y corrió piando hacia mí al verme. Fui
por las habitaciones una por una saltando en las camas y dando un
beso de buenos días una vez mis amigas se despertaban, mientras
Dafne se encargaba de ir piando para que se despertaran más deprisa
aún.
-¡Buenos
días!. ¿Qué te ha pasado para que me despiertes así?– preguntó
Ainhoa todavía adormecida.
-¿Por
qué me ha tenido que pasar algo?- pregunté sabiendo que me había
descubierto. No intenté ocultar lo feliz que estaba.
-Porque
te conozco desde que tengo memoria, sé que significa cada cosa que
haces- dijo Ainhoa ya incorporada en la cama, mientras se rascaba el
codo.
-Está
bien, me has pillado (como siempre) ¡¡me he encontrado con Liam!!
¡¡con LIAMMMM!!- grité emocionada entre risas. Ainhoa también se
echó a reír cuando entró Vanessa en la habitación diciendo –¿he
oído Liam?? ¿He oído bien??-
-SSSÍÍÍÍ–
dijimos Ainhoa y yo gritando a la vez
-¡Cuenta,
cuenta!- dijo Vanessa sentándose en el borde de la cama de Ainhoa,
junto a mí.
Empecé
a contarles todo desde que nos encontramos hasta que nos despedimos.
A medida que contaba la historia aparecieron Sara, Julia y Carolina,
que me hicieron volver a empezar. Se me iluminaba la cara según me
dijeron más tarde las chicas, cuando hablaba de Liam y del desayuno
que empezó siendo un “te invito a tomar algo”.
Desayunaron
todo lo que las había preparado riendo, hablando.. Nos pusimos los
bikinis después de pasar un buen rato decidiendo que nos pondríamos
cada una, nos pusimos el protector solar. Estábamos listas para la
playa.
-¿Estamos
ya todas listas?– dijo Carolina gritando desde la puerta hacia
dentro del apartamento la abría.
-¡SÍÍ!-
contestamos todas al unísono. Carolina se echó a reír al ver la
felicidad que invadía ese día nuestro apartamento y no se dio
cuenta de que un chico aparecía en la puerta segundos después de
que ella la abriera.
-¡Hola!
Me llamo Liam, estoy buscando a Ada– dijo Liam a Carolina, quien se
giró dando un respingo, ya que no se lo esperaba.
-¿Eres
Liam? ¡Oh! Yo soy carolina, Ada está dentro con las demás, pasa-
dijo Carolina mirándole fijamente a los ojos, para después mirarle
de arriba abajo como para cerciorarse de que todo lo que le había
dicho sobre él era verdad.
Liam
entró y me vio de espaldas a él hablando con las chicas. Se acercó
poco a poco, haciendo señas a éstas para que no dijeran nada, y me
tapó los ojos mientras decía -vengo a proponerte un plan-
-¿Liam?-
pregunté ilusionada (aunque una ínfima parte de mí no entendía
las confianzas que se había tomado Liam al taparme los ojos, pues
acabábamos de conocernos, como quien dice..). No me podía creer que
estuviera en mi casa, que hubiera venido a buscarme.. No recordaba
cuando le había dicho dónde vivía.. O tal vez si.. mi corazón
empezó a latir a mil por hora y recé por que él no lo notara. Mis
mejillas comenzaron a sonrojarse bajo sus manos. También recé para
que no las viera así, aunque enseguida supe que se había dado
cuenta, pues éstas ardían ante el contacto de su piel sobre la mía.
-Sí–
dijo dándome la vuelta para que pudiera ver como sonreía. Posó sus
manos sobre mi cintura. Su piel rozó la mía. Ahí donde me había
tocado, sentí que mi piel ardía y subía ardiente hacia mi corazón.
Me estremecí de placer, a pesar de haber solo un mero y pequeño
roce.
-¿Qué
haces aquí?- pregunté con voz entrecortada -¿cómo sabes que
vivimos aquí?- dije esto último sin pensarlo. Y al escuchar lo que
estaba diciendo me arrepentí al segundo. Había sonado seco y borde.
-Pues
proponeros un plan, a ti y a tus amigas – dijo Liam sin separar sus
manos de mis caderas y añadió –mis amigos están en la playa, y
bueno se me a ocurrido venir a buscaros para que nos pongamos todos
juntos– paró para tomar aire y prosiguió –sobre lo de saber
donde vives.. En realidad lo acabo de descubrir ahora.. Esta mañana
me he quedado mirándote hasta que te has metido en tu casa, no
quería que te pasara nada. Cuando he llegado donde pensaba que era,
pues he ido llamando a todos los pisos, preguntando por ti – rió
y siguió – te sorprendería la cantidad de vecinos raros que
tienes-. Parecía tan tranquilo.. yo sin embargo era un manojo de
nervios.
-¿Has
hecho eso enserio? – dije alucinada. Le importaba, algo, pero le
importaba. Era lo que le faltaba a mi cuerpo para desbocarse
totalmente. Cerré los ojos intentando controlarme. Sino, me hubiera
lanzado a sus brazos y le hubiera besado.
-Sí,
bueno, ¿qué me decís al plan?- preguntó Liam mirándonos a todas.
Ahora sí que parecía algo nervioso, supongo que temiendo que le
diéramos puerta y pasáramos de su plan. Ainhoa me dio con el codo
sobre mi brazo para que contestara, pero yo seguí todavía en mi
mundo, pensando en que había venido a buscarnos, a buscarme. Al ver
que no contestaba, ella contestó -me parece muy buena idea-
-Sí-
conseguí decir. Todavía no me podía creer que hubiera venido.
-Me
parece muy buena idea- dije, pensando en el tiempo de más que
pasaría así con él. Aunque a lo mejor eso no era bueno.. pues una
gran dosis de Liam no sé qué podría hacer en mi cuerpo..
-Pues
venga chicas, en marcha. Liam guíanos– dijo Carolina desde la
puerta del apartamento. Carolina tenía mucha iniciativa.
-Por
cierto, soy Ainhoa. Llámame Ainho- dijo ésta al pasar por su lado
–Sí,
tú estabas con Ada cuando el perro persiguió a Dafne ¿verdad?
–preguntó Liam.
–Sí,
esa era yo –dijo Ainhoa sonriendo. Liam le devolvió la sonrisa y
Ainhoa pasó por delante de él y siguió su camino fuera.
-Yo
soy Julia. Yul- dijo Julia con su sonrisa radiante.
-Vane-
dijo ésta dándole dos besos.
-Sara-
dijo Sara mientras se acercaba a Liam.
-Y
yo Carol- dijo ésta última –y Dafne, que ya la conoces- dijo
señalándola.
-Pues
encantado de conoceros chicas- dijo Liam mientras nos preparábamos
para salir por la puerta.
Salimos
todos y nos dirigimos a la playa. Mis ojos no se desviaban de su
espalda, pues él iba el primero. Sus amigos, que me fijé en que
también eran seis (y cada uno más bueno que el anterior. Aunque mi
favorito seguía siendo Liam) habían montado una especie de
chiringuito cerca de donde nos solíamos poner nosotras. Habían
llevado sillas para nosotras, una nevera con refrescos, muchas
sobrillas para no quemarnos, comida, un par de mesas, y sobre todo
llevaban las sonrisas más radiantes puestas, lo que a las chicas les
encantó, incluida yo, claro. Una perrita de aire juguetón corrió
hacia Liam, saltando sobre él para saludarle. No dejaba de mover el
rabo, lo que hacía que todo su cuerpo se moviera también. Era como
un gusanillo. Intuí que sería la perrita de Liam. Después se
dirigió a Dafne, despacito, agazapándose. Pensé que saltaría
sobre ella y me tensé, pero no. Lo único que hizo fue olerla y
juntas se fueron hacia donde estaban los chicos. Para mi sorpresa se
llevaron extremadamente bien. Sam, que así se llama la perrita, es
muy bonita, con unos colores que daban a entender que es de caza.
Creo
que según nos íbamos acercando las chicas se fueron repartiendo a
los chicos, porque al llegar y después de presentarnos todos, cada
una se puso a hablar con uno de los amigos de Liam. Todos parecían
muy buenas personas y eran muy guapos. Cuerpos atléticos por el surf
supuse, altos, algunos con pelo corto, otros con pelo algo menos
corto.. Había de todo. Los ojos de casi todos eran marrones, de un
tono más claro o más oscuro, pero marrones, salvo los de un tal
llamado Ángel (estaba tremendo como todos. Alto, delgado,
musculoso..) que pude ver que los tenía verdosos. Me quedé un
tiempo mirando sus ojos embobada, hasta que un ladrido de Sam me
devolvió a la realidad.
Al
final terminamos sentándonos en el suelo sobre toallas cada uno con
una lata de Coca-cola o Fanta, enterrando a Pablo, en la arena (Pablo
también es bastante guapo, alto, con grandes músculos en el brazo y
se le notaban los abdominales. Aún así, Liam me pareció más
guapo. Era moreno, ojos marrones, piel tostada por el sol y con una
sonrisa tan bonita como pocas he visto). También estuvimos contando
nuestras batallitas, cómo nos iba en la universidad, lo que
estudiábamos, lo que más nos gustaba hacer.. El tiempo pasó rápido
siendo tantos y teniendo tanto de qué hablar. No me esperaba que
encajáramos tan bien. Eran todos muy majos y atentos con nosotras.
Supongo que por eso encajamos unos con otros tan fácilmente. El que
más llamó mi atención fue Ángel, por la forma de expresarse. Me
recordó un poco a mí. Me había bajado el móvil a la playa por si
Marcos me llamaba, y efectivamente, me llamó.
-¡Hola
mi niña guapa!- me dijo en cuanto descolgué el móvil
-¡Hola
cariño!- dije entre risas. Desde hacia un tiempo nos saludábamos
cariñosamente de broma y en seguida nos echábamos a reír, la
complicidad que tenía con él no la tenía con nadie.
-Mañana
vamos ya al apartamento- me informó a lo que yo respondí -perfecto,
ya os echábamos de menos. Quedaremos ¿no?-
-Sí,
claro. Llegaremos a eso de las tres, podríamos quedar después de
comer si quieres- me dijo
-No,
no te preocupes, os esperamos para comer- dije alegre. Tenía ganas
de volver a verle en la playa. Hacía solo unos días que no le veía
pero eran ya muchos, teniendo en cuenta que habían pasado muchas
cosas desde entonces, todas relacionadas con Liam.
-¿Has
encontrado a Liam ya?- me preguntó marcos
-¡SÍ!-
dije casi gritando -¡hoy mismo! ¡ahora mismo!- dije dándole a
entender que estaba con él en ese mismo momento.
-¿En
serio?- dijo Marcos sorprendido y alegre y siguió- ¿estás ahora
mismo con él?
-¡Síí!-
dije y me eché a reír de felicidad. Con marcos todo eran risas y
más risas.
-¿Solo
con él?- me preguntó. Era un cotilla, igual que yo cuando me
contaba sus secretos.
-No-
dije y marcos entendió que también estaban sus amigos.
-Bueno
entonces te voy a dejar para que sigas coqueteando con él, mañana
me cuentas todo ¿vale? O llámame esta noche- dijo. Enseguida supe
que quería que lo llamara esa noche, seguramente tenía ganas de
pasarse más tiempo hablando conmigo como hacíamos otras veces, pero
como estábamos con Liam y sus amigos, Marcos prefería que estuviera
con ellos. –Dales a las demás un beso de parte de los tres ¿vale?-
dijo antes de que nos despidiéramos y colgáramos. Me di cuenta de
que todos me miraban.
-¡Me
ha llamado Marcos! ¡mañana vienen!- dije emocionada. Mis amigas
sonrieron dando su aprobación y pude ver en el rostro de Liam
tristeza. -Dice que besitos de parte de todos para todas-
-¿A
qué hora hemos quedado?- me preguntó Sara, supongo que para
intentar organizarse y pasando de las miradas de los chicos que nos
miraban a todas ahora.
-Pues
a las tres, le he dicho que les esperaremos para comer todos juntos
en casa- contesté
-Me
parece bien- dijo Vanesa
-Tenemos
que ir a hacer la compra- dijo Carolina.
Por
un momento me di cuenta de que estábamos teniendo esa conversación
delante de Liam y sus amigos, enseguida me apresuré a contarles
parte, para que estuvieran al día
-Marcos,
Roberto y Álex. Son unos amigos que conocimos el año pasado. Nos
hemos estado viendo desde entonces y mañana vuelven- dije. Pude ver
en las caras de algunos tranquilidad supongo que al ver que solo eran
tres chicos, tendrían más posibilidades de conquistar a mis amigas,
aunque en otros pude ver cara de desaprobación mezclada con celos y
tristeza, como la de Liam. Por un instante me sentí bien porque
sintiera celos. Le miré y escruté su rostro. Parecía decepcionado
por el hecho de que vinieran los tres chicos. Me hubiera encantado
contarle que solo éramos amigos, pero por otra parte no tenía que
darle explicaciones de nada, todavía y a lo mejor nunca llegaría a
hacerlo.
Hacia
las tres de la tarde se me ocurrió que nos podríamos ir a nadar. Ya
sabéis que a mí me encanta nadar. Si fuera por mi me pasaría el
día dentro del mar, pero mis amigas prefieren el sol.
-¿Os
apetece refrescaros un poco en el mar?- pregunté. Por primera vez
desde que iba con mis amigas a la playa, las cinco contestaron que sí
cuando sus respectivos chicos lo hicieron.
-Voto
por ello- dijo Ángel. Miré a éste con detenimiento. No me había
fijado mucho en él, solo al principio, después solo había tenido
ojos para Liam casi todo el tiempo. Tenía cara risueña, alto y
delgado. Casi más alto incluso que Pablo. Piel pálida y pelo moreno
con un toque anaranjado. Tenía una voz cantarina, llena de vida.
-¡Pues
venga!– gritó Pablo mientras salía corriendo hacia el agua para
llegar el primero.
Cogí
mis gafas, mi tubo, mis aletas y me fui en dirección a la playa,
dejando a Dafne con Sam en la orilla. Me tiré de cabeza en cuanto el
agua me llegó a las rodillas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo
cuando me sumergí en las frías aguas. Las olas mecían mi pelo de
adelante hacia detrás rítmicamente. Intenté abrir los ojos debajo
del agua pero el miedo a que escocieran después éstos hizo que los
cerrara aún más, apretando párpado contra párpado lo más fuerte
que pude. Y nadé y nadé. Me coloqué las aletas, las gafas y el
tubo; fui buceando hacia la orilla para proponerle a Liam que se
viniera conmigo, pero cuando llegué a la orilla no estaba. Vaya
decepción.
-¡Ey
Ada! Liam se ha ido al apartamento a por unas cosas me ha dicho- me
aclaró Noel, al ver que buscaba por la orilla a alguien. Miré
también a Noel fijamente como había mirado a Ángel. Mirando cada
trozo de su cuerpo. Era guapo también, no tan alto como los demás,
sin embargo eso le hacía más sexy. Tenía el pelo largo, liso y
negro y la piel clara; lo que creaba un buen contraste entre su pelo
y su piel. Los ojos marrón chocolate. Me sonrió. Me sentí bien
después de oír a Noel. Por lo menos no ha huído de mí, pensé y
aclaré para mis adentros: todavía. Le esperé y a los cinco minutos
le vi aparecer a lo lejos. Llevaba unas aletas negras parecidas a las
mías y unas gafas de bucear azules, parecidas al color de sus ojos.
Se me hizo eterna la espera. Lo vivía todo a cámara lenta, quería
que llegara ya a la orilla para que se metiera conmigo y fuéramos
juntos buceando donde fuera. Parecía que avanzaba a cámara lenta,
impulsando sus piernas, a la vez que balanceaba los brazos, el pelo
mecido por el viento que él creaba al andar..
-No
sabía que te gustara tanto bucear- dijo Liam señalando mis gafas y
mis aletas. Pensé que era una afirmación estúpida; ya le había
dicho que me gustaba bucear. Tal vez lo hubiera olvidado, o tal vez
era una forma que pensaba que sería agradable de empezar una
conversación. Pero en ese momento me daba igual el por qué de
aquella afirmación. El caso es que estábamos a escasos pasos el uno
del otro y en pocos minutos estaríamos nadando y buceando juntos.
Tardé en contestar, pensando en el mar, en lo que significaba para
mí.
Nunca
había compartido la experiencia de bucear con alguien; bueno, con mi
padre y mi hermano. Bucear, lo tenía como nuestro; algo que solo
hacía con ellos y el hecho de comenzar a hacer las mismas cosas con
otra persona, me resultaba raro. Bucear para mí, era y es lo mejor y
siempre temo estar acompañado de alguien que no pueda entender lo
que siento cuando el agua roza cada milímetro de mi piel, me mece,
me hunde o me saca a flote con cada ola, me ayuda a llegar a mi
destino si voy a su favor y me dificulta el regresar si voy en su
contra. El agua es mi medio, como si fuera un pez. Mis amigas nunca
intentan seguirme el ritmo en el agua, se quedan fuera, se mojan los
pies, nadan un rato, salen, toman el sol.. yo entro en el agua y
siento como si realmente estuviera en casa. Tengo que esperar otro
año entero para volver a casa, pero la sensación que tengo al estar
en el mar es mejor cada año. No me importa tener que esperar. Me
cuesta tener que despedirme, ojala no tuviera que hacerlo.
-claro,
ya te lo dije- dije sonriendo, al tiempo que me giraba y echaba a
nadar mar a dentro. No aguantaba más estar tan cerca de la orilla,
quería volver a sentirme parte del mar.
Liam
se metió en el agua e hizo lo propio: en cuanto cubrió un poco, se
tiró al agua colocándose, ya sumergido, las aletas y las gafas. No
llevaba tubo, pero no le hacía falta; por lo que vi, aguantaba mucho
más de lo que podía yo sin respirar.
En
cuanto vi que estaba listo, me puse a nadar más lejos aún buscando
peces. Liam no tardó en alcanzarme y encontrar los peces antes que
yo. Me hizo una seña para que viera donde estaban. Eran de color
azul, delgados, con finas rayas de color naranja y blanco; estaban
picoteando el fondo mientras las corrientes de agua les mecían.
Parecía que bailaban al son de la marea; como si de algas se
tratasen/tratase. Nos pusimos encima de ellos. El agua nos mecía a
ambos y los seguimos durante un tiempo que se me pasó volando.
Íbamos donde ellos iban. Si nadaban más deprisa, nosotros también,
si paraban a comer en alguna roca, nosotros nos deteníamos y
nadábamos a su alrededor; siempre atentos de no hacer movimientos
bruscos o acercarnos demasiado. Sabíamos ser pacientes. No llevaba
la cuenta de cuan alejados estábamos del resto de nuestros amigos,
pero me daba igual. Perdimos los peces en un recoveco al llegar a la
cala, pero no nos importó, ya que buscando los peces, encontramos un
pulpo que se comía un cangrejo. No era la primera vez que veía un
pulpo por ahí, cuando venían mis padres conmigo, mi padre, mi
hermano y yo siempre cogíamos un pulpo en la cala, jugábamos con él
y después lo soltábamos y le dábamos de comer; mi madre se quedaba
en la orilla viendo como los tres intentábamos cogerle y luego
íbamos a enseñárselo antes de soltarlo. Me acerqué poco a poco al
pulpo y logré tocarle durante medio segundo con mis dedos, ya que en
cuanto me sintió salió corriendo echando tinta y dejando caer al
cangrejo que se estaba comiendo. Le perseguimos durante un buen
tiempo, intentando tocarle ambos, pero no se dejaba; durante un
segundo, nuestros dedos se tocaron intentando alcanzar uno de los
tentáculos del pulpo. Fue una sensación única. En el agua todo era
diferente. El pulpo, Nadaba muy deprisa y al final le dejamos
marchar.
Pero
el mar no son solo cangrejos, peces y pulpos; encontramos erizos
negros, granates, lapas, algas verdes, rojas, anémonas, trozos de
coral que las corrientes habían traído a la zona de costa.. Buceé
hasta el fondo del mar para coger arena y sentir como se resbalaba
entre mis manos, como siempre hacía cuando iba con mi padre y mi
hermano buceando, mientras Liam intentaba coger un cangrejo que
corría por una roca, dentro del mar.
Era
(y es) tan guapo.. En cuanto me giré para ver dónde estaba, no pude
despegar la vista de él. Sentía muchas ganas de tocarle, de ver
como era su piel bajo el agua.. Me había quedado con las ganas al
rozar solo uno de sus dedos durante tan poco tiempo. Y no me pude
resistir.. Él estaba a unos cuantos metros de mi ensimismado con su
cangrejo, me acerqué poco a poco y cuando estuve lo suficientemente
cerca alargué mi brazo hacia su hombro para poder rozar su piel,
estaba nerviosa. Tenia el pulso acelerado, lo sentía, lo notaba en
cada extremidad de mi cuerpo. No podía oír el mar por el bombeo que
se producía en mi corazón, el cual inundaba de sonido mi corazón.
Incluso Liam podría haberlo oido si se paraba unos segundos a
escuchar atentamente los sonidos del mar que en ese momento se veían
distorsionados por el bombeo de mi corazón nervioso.
Primero
rocé su hombro con mi dedo corazón, apoyando las demás yemas de
los dedos después, y más tarde parte de la palma de mi mano; empecé
a bajar por su hombro hasta llegar a su omóplato al mismo tiempo que
el se giraba poco a poco dentro del agua para mirarme. Retrocedí
asustada, y aparte mi mano lo más rápido que el agua salada me
permitió. Mi cuerpo se tensó y se heló, esperando ver la reacción
de Liam. Escruté su mirada, pero con las gafas puestas, no sabía
qué me decían sus ojos. Me quedé inmóvil, lo más que pude, solo
mis piernas se movían lentamente para mantenerme a la altura a la
que Liam se encontraba y no hundirme en la profundidad del mar. Para
mi sorpresa, Liam alargó su brazo, cogió mi mano con firmeza y la
puso donde estaba cuando el se había girado. El tacto de su mano
era.. Era.. No es posible de definirse con palabras; maravilloso.
Estaba como hipnotizada. Tenía miedo, pero aun así no era capaz de
parar de recorrer su cuerpo con mi mano. Él alargó su brazo y lo
acercó a mi cara, rozando mi mejilla con su mano, bajando por mi
cuello, mi hombro, mi omóplato, mi espalda, hasta llegar a mi
cintura. Mi corazón empezó a latir más desbocado que antes, lo
sentía. Me estaba acariciando, no me lo podía creer.. Seguí mi
recorrido por su espalda, su cintura, subí otra vez hasta su hombro
para recordar su tacto, su clavícula que hacía unos pequeños hoyos
perfectos al unirse con el esternón, y subí aun más hasta su cara.
Tenía la piel tan suave, a pesar de estar sumergidos en el agua. Nos
quedamos mirándonos a los ojos, como si lleváramos esperando este
momento años. Y ahí lo comprendí todo, me gustaba, me encantaba,
que me mirara, que recorriera cada milímetro de mi piel expuesta al
agua, que escrutara mi mirada. Me encantaba la sensación que tenía
cuando él estaba cerca, la sensación de hacerme notar ante los
demás para que él me prestara atención. ¿Me estaba enamorando
perdidamente de él? Si, lo sabía. Lo sabía porque nunca antes
había sentido eso por nadie. Nunca había sido tan intenso ni en tan
poco tiempo. Estuvimos mirándonos, recorriendo cada esquina de
nuestro cuerpo quién sabe cuánto tiempo, hasta que empecé a
temblar. Liam intentó hacerme entrar en calor frotando las palmas de
sus manos con mis brazos, pero al ver que no daba resultado, me hizo
una señal para empezar a nadar y salir a la playa. Liam, que tenia
su mano en ese momento en el lateral de mi cintura, subió hasta
llegar a mi mano, y volvimos de la mano hacia la orilla, nadando.
Cuando supimos que no cubría tanto y que podríamos andar, nos
soltamos de la mano, nos quitamos las aletas, las gafas, e
instintivamente, busqué su mano y cuando la encontré le miré con
una sonrisa que me correspondió; y sonrientes andamos por el mar.
Estábamos lejos de donde estaban nuestros amigos; nuestras manos
estaban sumergidas en el mar, las olas azotaban nuestras espaldas y
ninguno de los dos hablaba, sin embargo era un momento mágico. No
hacia falta hablar para saber lo que pensábamos ambos. Seguimos
andando y nuestras manos fueron poco a poco emergiendo del agua. Las
olas daban de lleno en ellas, pero éstas no se separaban. Más tarde
a nuestras manos solo llegaban gotas de agua salada cuando pasaba una
ola por nuestro camino.
Salimos
del agua y nos acercamos donde estaban los demás, de la mano todavía
y cuando estuvimos con ellos, le solté la mano muy a pesar para
dejar mis cosas en mi mochila, mientras él dejaba las suyas en una
de las sillas. Nadie se dio cuenta de que habíamos llegado de la
mano, a pesar de que así llegáramos. Nos sentamos juntos entre
Vanessa y Sara, y nos unimos a la conversación. Miré el reloj,
habían pasado casi dos horas, qué rápido había pasado todo a su
lado.
SIENTO SI HAY FALTAS! NO TENGO TIEMPO DE CORREGIRLAS! REVISARÉ EL TEXTO A PARTIR DEL 24!
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