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martes, 14 de mayo de 2013

LA VIDA NOS VOLVERÁ A JUNTAR, TE LO PROMETO - ADA (cap.15)


Capítulo 15



 Ada 



–¡¡Chicas!! –entré gritando por el apartamento, dando saltos de alegría. Dafne también se alegró y corrió piando hacia mí al verme. Fui por las habitaciones una por una saltando en las camas y dando un beso de buenos días una vez mis amigas se despertaban, mientras Dafne se encargaba de ir piando para que se despertaran más deprisa aún.
-¡Buenos días!. ¿Qué te ha pasado para que me despiertes así?– preguntó Ainhoa todavía adormecida.
-¿Por qué me ha tenido que pasar algo?- pregunté sabiendo que me había descubierto. No intenté ocultar lo feliz que estaba.
-Porque te conozco desde que tengo memoria, sé que significa cada cosa que haces- dijo Ainhoa ya incorporada en la cama, mientras se rascaba el codo.
-Está bien, me has pillado (como siempre) ¡¡me he encontrado con Liam!! ¡¡con LIAMMMM!!- grité emocionada entre risas. Ainhoa también se echó a reír cuando entró Vanessa en la habitación diciendo –¿he oído Liam?? ¿He oído bien??-
-SSSÍÍÍÍ– dijimos Ainhoa y yo gritando a la vez
-¡Cuenta, cuenta!- dijo Vanessa sentándose en el borde de la cama de Ainhoa, junto a mí.
Empecé a contarles todo desde que nos encontramos hasta que nos despedimos. A medida que contaba la historia aparecieron Sara, Julia y Carolina, que me hicieron volver a empezar. Se me iluminaba la cara según me dijeron más tarde las chicas, cuando hablaba de Liam y del desayuno que empezó siendo un “te invito a tomar algo”.

Desayunaron todo lo que las había preparado riendo, hablando.. Nos pusimos los bikinis después de pasar un buen rato decidiendo que nos pondríamos cada una, nos pusimos el protector solar. Estábamos listas para la playa.
-¿Estamos ya todas listas?– dijo Carolina gritando desde la puerta hacia dentro del apartamento la abría.
-¡SÍÍ!- contestamos todas al unísono. Carolina se echó a reír al ver la felicidad que invadía ese día nuestro apartamento y no se dio cuenta de que un chico aparecía en la puerta segundos después de que ella la abriera.
-¡Hola! Me llamo Liam, estoy buscando a Ada– dijo Liam a Carolina, quien se giró dando un respingo, ya que no se lo esperaba.
-¿Eres Liam? ¡Oh! Yo soy carolina, Ada está dentro con las demás, pasa- dijo Carolina mirándole fijamente a los ojos, para después mirarle de arriba abajo como para cerciorarse de que todo lo que le había dicho sobre él era verdad.
Liam entró y me vio de espaldas a él hablando con las chicas. Se acercó poco a poco, haciendo señas a éstas para que no dijeran nada, y me tapó los ojos mientras decía -vengo a proponerte un plan-
-¿Liam?- pregunté ilusionada (aunque una ínfima parte de mí no entendía las confianzas que se había tomado Liam al taparme los ojos, pues acabábamos de conocernos, como quien dice..). No me podía creer que estuviera en mi casa, que hubiera venido a buscarme.. No recordaba cuando le había dicho dónde vivía.. O tal vez si.. mi corazón empezó a latir a mil por hora y recé por que él no lo notara. Mis mejillas comenzaron a sonrojarse bajo sus manos. También recé para que no las viera así, aunque enseguida supe que se había dado cuenta, pues éstas ardían ante el contacto de su piel sobre la mía.
-Sí– dijo dándome la vuelta para que pudiera ver como sonreía. Posó sus manos sobre mi cintura. Su piel rozó la mía. Ahí donde me había tocado, sentí que mi piel ardía y subía ardiente hacia mi corazón. Me estremecí de placer, a pesar de haber solo un mero y pequeño roce.
-¿Qué haces aquí?- pregunté con voz entrecortada -¿cómo sabes que vivimos aquí?- dije esto último sin pensarlo. Y al escuchar lo que estaba diciendo me arrepentí al segundo. Había sonado seco y borde.
-Pues proponeros un plan, a ti y a tus amigas – dijo Liam sin separar sus manos de mis caderas y añadió –mis amigos están en la playa, y bueno se me a ocurrido venir a buscaros para que nos pongamos todos juntos– paró para tomar aire y prosiguió –sobre lo de saber donde vives.. En realidad lo acabo de descubrir ahora.. Esta mañana me he quedado mirándote hasta que te has metido en tu casa, no quería que te pasara nada. Cuando he llegado donde pensaba que era, pues he ido llamando a todos los pisos, preguntando por ti – rió y siguió – te sorprendería la cantidad de vecinos raros que tienes-. Parecía tan tranquilo.. yo sin embargo era un manojo de nervios.
-¿Has hecho eso enserio? – dije alucinada. Le importaba, algo, pero le importaba. Era lo que le faltaba a mi cuerpo para desbocarse totalmente. Cerré los ojos intentando controlarme. Sino, me hubiera lanzado a sus brazos y le hubiera besado.
-Sí, bueno, ¿qué me decís al plan?- preguntó Liam mirándonos a todas. Ahora sí que parecía algo nervioso, supongo que temiendo que le diéramos puerta y pasáramos de su plan. Ainhoa me dio con el codo sobre mi brazo para que contestara, pero yo seguí todavía en mi mundo, pensando en que había venido a buscarnos, a buscarme. Al ver que no contestaba, ella contestó -me parece muy buena idea-
-Sí- conseguí decir. Todavía no me podía creer que hubiera venido.
-Me parece muy buena idea- dije, pensando en el tiempo de más que pasaría así con él. Aunque a lo mejor eso no era bueno.. pues una gran dosis de Liam no sé qué podría hacer en mi cuerpo..
-Pues venga chicas, en marcha. Liam guíanos– dijo Carolina desde la puerta del apartamento. Carolina tenía mucha iniciativa.
-Por cierto, soy Ainhoa. Llámame Ainho- dijo ésta al pasar por su lado
–Sí, tú estabas con Ada cuando el perro persiguió a Dafne ¿verdad? –preguntó Liam.
–Sí, esa era yo –dijo Ainhoa sonriendo. Liam le devolvió la sonrisa y Ainhoa pasó por delante de él y siguió su camino fuera.
-Yo soy Julia. Yul- dijo Julia con su sonrisa radiante.
-Vane- dijo ésta dándole dos besos.
-Sara- dijo Sara mientras se acercaba a Liam.
-Y yo Carol- dijo ésta última –y Dafne, que ya la conoces- dijo señalándola.
-Pues encantado de conoceros chicas- dijo Liam mientras nos preparábamos para salir por la puerta.
Salimos todos y nos dirigimos a la playa. Mis ojos no se desviaban de su espalda, pues él iba el primero. Sus amigos, que me fijé en que también eran seis (y cada uno más bueno que el anterior. Aunque mi favorito seguía siendo Liam) habían montado una especie de chiringuito cerca de donde nos solíamos poner nosotras. Habían llevado sillas para nosotras, una nevera con refrescos, muchas sobrillas para no quemarnos, comida, un par de mesas, y sobre todo llevaban las sonrisas más radiantes puestas, lo que a las chicas les encantó, incluida yo, claro. Una perrita de aire juguetón corrió hacia Liam, saltando sobre él para saludarle. No dejaba de mover el rabo, lo que hacía que todo su cuerpo se moviera también. Era como un gusanillo. Intuí que sería la perrita de Liam. Después se dirigió a Dafne, despacito, agazapándose. Pensé que saltaría sobre ella y me tensé, pero no. Lo único que hizo fue olerla y juntas se fueron hacia donde estaban los chicos. Para mi sorpresa se llevaron extremadamente bien. Sam, que así se llama la perrita, es muy bonita, con unos colores que daban a entender que es de caza.

Creo que según nos íbamos acercando las chicas se fueron repartiendo a los chicos, porque al llegar y después de presentarnos todos, cada una se puso a hablar con uno de los amigos de Liam. Todos parecían muy buenas personas y eran muy guapos. Cuerpos atléticos por el surf supuse, altos, algunos con pelo corto, otros con pelo algo menos corto.. Había de todo. Los ojos de casi todos eran marrones, de un tono más claro o más oscuro, pero marrones, salvo los de un tal llamado Ángel (estaba tremendo como todos. Alto, delgado, musculoso..) que pude ver que los tenía verdosos. Me quedé un tiempo mirando sus ojos embobada, hasta que un ladrido de Sam me devolvió a la realidad.
Al final terminamos sentándonos en el suelo sobre toallas cada uno con una lata de Coca-cola o Fanta, enterrando a Pablo, en la arena (Pablo también es bastante guapo, alto, con grandes músculos en el brazo y se le notaban los abdominales. Aún así, Liam me pareció más guapo. Era moreno, ojos marrones, piel tostada por el sol y con una sonrisa tan bonita como pocas he visto). También estuvimos contando nuestras batallitas, cómo nos iba en la universidad, lo que estudiábamos, lo que más nos gustaba hacer.. El tiempo pasó rápido siendo tantos y teniendo tanto de qué hablar. No me esperaba que encajáramos tan bien. Eran todos muy majos y atentos con nosotras. Supongo que por eso encajamos unos con otros tan fácilmente. El que más llamó mi atención fue Ángel, por la forma de expresarse. Me recordó un poco a mí. Me había bajado el móvil a la playa por si Marcos me llamaba, y efectivamente, me llamó.
-¡Hola mi niña guapa!- me dijo en cuanto descolgué el móvil
-¡Hola cariño!- dije entre risas. Desde hacia un tiempo nos saludábamos cariñosamente de broma y en seguida nos echábamos a reír, la complicidad que tenía con él no la tenía con nadie.
-Mañana vamos ya al apartamento- me informó a lo que yo respondí -perfecto, ya os echábamos de menos. Quedaremos ¿no?-
-Sí, claro. Llegaremos a eso de las tres, podríamos quedar después de comer si quieres- me dijo
-No, no te preocupes, os esperamos para comer- dije alegre. Tenía ganas de volver a verle en la playa. Hacía solo unos días que no le veía pero eran ya muchos, teniendo en cuenta que habían pasado muchas cosas desde entonces, todas relacionadas con Liam.
-¿Has encontrado a Liam ya?- me preguntó marcos
-¡SÍ!- dije casi gritando -¡hoy mismo! ¡ahora mismo!- dije dándole a entender que estaba con él en ese mismo momento.
-¿En serio?- dijo Marcos sorprendido y alegre y siguió- ¿estás ahora mismo con él?
-¡Síí!- dije y me eché a reír de felicidad. Con marcos todo eran risas y más risas.
-¿Solo con él?- me preguntó. Era un cotilla, igual que yo cuando me contaba sus secretos.
-No- dije y marcos entendió que también estaban sus amigos.
-Bueno entonces te voy a dejar para que sigas coqueteando con él, mañana me cuentas todo ¿vale? O llámame esta noche- dijo. Enseguida supe que quería que lo llamara esa noche, seguramente tenía ganas de pasarse más tiempo hablando conmigo como hacíamos otras veces, pero como estábamos con Liam y sus amigos, Marcos prefería que estuviera con ellos. –Dales a las demás un beso de parte de los tres ¿vale?- dijo antes de que nos despidiéramos y colgáramos. Me di cuenta de que todos me miraban.
-¡Me ha llamado Marcos! ¡mañana vienen!- dije emocionada. Mis amigas sonrieron dando su aprobación y pude ver en el rostro de Liam tristeza. -Dice que besitos de parte de todos para todas-
-¿A qué hora hemos quedado?- me preguntó Sara, supongo que para intentar organizarse y pasando de las miradas de los chicos que nos miraban a todas ahora.
-Pues a las tres, le he dicho que les esperaremos para comer todos juntos en casa- contesté
-Me parece bien- dijo Vanesa
-Tenemos que ir a hacer la compra- dijo Carolina.
Por un momento me di cuenta de que estábamos teniendo esa conversación delante de Liam y sus amigos, enseguida me apresuré a contarles parte, para que estuvieran al día
-Marcos, Roberto y Álex. Son unos amigos que conocimos el año pasado. Nos hemos estado viendo desde entonces y mañana vuelven- dije. Pude ver en las caras de algunos tranquilidad supongo que al ver que solo eran tres chicos, tendrían más posibilidades de conquistar a mis amigas, aunque en otros pude ver cara de desaprobación mezclada con celos y tristeza, como la de Liam. Por un instante me sentí bien porque sintiera celos. Le miré y escruté su rostro. Parecía decepcionado por el hecho de que vinieran los tres chicos. Me hubiera encantado contarle que solo éramos amigos, pero por otra parte no tenía que darle explicaciones de nada, todavía y a lo mejor nunca llegaría a hacerlo.
Hacia las tres de la tarde se me ocurrió que nos podríamos ir a nadar. Ya sabéis que a mí me encanta nadar. Si fuera por mi me pasaría el día dentro del mar, pero mis amigas prefieren el sol.
-¿Os apetece refrescaros un poco en el mar?- pregunté. Por primera vez desde que iba con mis amigas a la playa, las cinco contestaron que sí cuando sus respectivos chicos lo hicieron.
-Voto por ello- dijo Ángel. Miré a éste con detenimiento. No me había fijado mucho en él, solo al principio, después solo había tenido ojos para Liam casi todo el tiempo. Tenía cara risueña, alto y delgado. Casi más alto incluso que Pablo. Piel pálida y pelo moreno con un toque anaranjado. Tenía una voz cantarina, llena de vida.
-¡Pues venga!– gritó Pablo mientras salía corriendo hacia el agua para llegar el primero.

Cogí mis gafas, mi tubo, mis aletas y me fui en dirección a la playa, dejando a Dafne con Sam en la orilla. Me tiré de cabeza en cuanto el agua me llegó a las rodillas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me sumergí en las frías aguas. Las olas mecían mi pelo de adelante hacia detrás rítmicamente. Intenté abrir los ojos debajo del agua pero el miedo a que escocieran después éstos hizo que los cerrara aún más, apretando párpado contra párpado lo más fuerte que pude. Y nadé y nadé. Me coloqué las aletas, las gafas y el tubo; fui buceando hacia la orilla para proponerle a Liam que se viniera conmigo, pero cuando llegué a la orilla no estaba. Vaya decepción.
-¡Ey Ada! Liam se ha ido al apartamento a por unas cosas me ha dicho- me aclaró Noel, al ver que buscaba por la orilla a alguien. Miré también a Noel fijamente como había mirado a Ángel. Mirando cada trozo de su cuerpo. Era guapo también, no tan alto como los demás, sin embargo eso le hacía más sexy. Tenía el pelo largo, liso y negro y la piel clara; lo que creaba un buen contraste entre su pelo y su piel. Los ojos marrón chocolate. Me sonrió. Me sentí bien después de oír a Noel. Por lo menos no ha huído de mí, pensé y aclaré para mis adentros: todavía. Le esperé y a los cinco minutos le vi aparecer a lo lejos. Llevaba unas aletas negras parecidas a las mías y unas gafas de bucear azules, parecidas al color de sus ojos. Se me hizo eterna la espera. Lo vivía todo a cámara lenta, quería que llegara ya a la orilla para que se metiera conmigo y fuéramos juntos buceando donde fuera. Parecía que avanzaba a cámara lenta, impulsando sus piernas, a la vez que balanceaba los brazos, el pelo mecido por el viento que él creaba al andar..
-No sabía que te gustara tanto bucear- dijo Liam señalando mis gafas y mis aletas. Pensé que era una afirmación estúpida; ya le había dicho que me gustaba bucear. Tal vez lo hubiera olvidado, o tal vez era una forma que pensaba que sería agradable de empezar una conversación. Pero en ese momento me daba igual el por qué de aquella afirmación. El caso es que estábamos a escasos pasos el uno del otro y en pocos minutos estaríamos nadando y buceando juntos. Tardé en contestar, pensando en el mar, en lo que significaba para mí.
Nunca había compartido la experiencia de bucear con alguien; bueno, con mi padre y mi hermano. Bucear, lo tenía como nuestro; algo que solo hacía con ellos y el hecho de comenzar a hacer las mismas cosas con otra persona, me resultaba raro. Bucear para mí, era y es lo mejor y siempre temo estar acompañado de alguien que no pueda entender lo que siento cuando el agua roza cada milímetro de mi piel, me mece, me hunde o me saca a flote con cada ola, me ayuda a llegar a mi destino si voy a su favor y me dificulta el regresar si voy en su contra. El agua es mi medio, como si fuera un pez. Mis amigas nunca intentan seguirme el ritmo en el agua, se quedan fuera, se mojan los pies, nadan un rato, salen, toman el sol.. yo entro en el agua y siento como si realmente estuviera en casa. Tengo que esperar otro año entero para volver a casa, pero la sensación que tengo al estar en el mar es mejor cada año. No me importa tener que esperar. Me cuesta tener que despedirme, ojala no tuviera que hacerlo.
-claro, ya te lo dije- dije sonriendo, al tiempo que me giraba y echaba a nadar mar a dentro. No aguantaba más estar tan cerca de la orilla, quería volver a sentirme parte del mar.
Liam se metió en el agua e hizo lo propio: en cuanto cubrió un poco, se tiró al agua colocándose, ya sumergido, las aletas y las gafas. No llevaba tubo, pero no le hacía falta; por lo que vi, aguantaba mucho más de lo que podía yo sin respirar.
En cuanto vi que estaba listo, me puse a nadar más lejos aún buscando peces. Liam no tardó en alcanzarme y encontrar los peces antes que yo. Me hizo una seña para que viera donde estaban. Eran de color azul, delgados, con finas rayas de color naranja y blanco; estaban picoteando el fondo mientras las corrientes de agua les mecían. Parecía que bailaban al son de la marea; como si de algas se tratasen/tratase. Nos pusimos encima de ellos. El agua nos mecía a ambos y los seguimos durante un tiempo que se me pasó volando. Íbamos donde ellos iban. Si nadaban más deprisa, nosotros también, si paraban a comer en alguna roca, nosotros nos deteníamos y nadábamos a su alrededor; siempre atentos de no hacer movimientos bruscos o acercarnos demasiado. Sabíamos ser pacientes. No llevaba la cuenta de cuan alejados estábamos del resto de nuestros amigos, pero me daba igual. Perdimos los peces en un recoveco al llegar a la cala, pero no nos importó, ya que buscando los peces, encontramos un pulpo que se comía un cangrejo. No era la primera vez que veía un pulpo por ahí, cuando venían mis padres conmigo, mi padre, mi hermano y yo siempre cogíamos un pulpo en la cala, jugábamos con él y después lo soltábamos y le dábamos de comer; mi madre se quedaba en la orilla viendo como los tres intentábamos cogerle y luego íbamos a enseñárselo antes de soltarlo. Me acerqué poco a poco al pulpo y logré tocarle durante medio segundo con mis dedos, ya que en cuanto me sintió salió corriendo echando tinta y dejando caer al cangrejo que se estaba comiendo. Le perseguimos durante un buen tiempo, intentando tocarle ambos, pero no se dejaba; durante un segundo, nuestros dedos se tocaron intentando alcanzar uno de los tentáculos del pulpo. Fue una sensación única. En el agua todo era diferente. El pulpo, Nadaba muy deprisa y al final le dejamos marchar.
Pero el mar no son solo cangrejos, peces y pulpos; encontramos erizos negros, granates, lapas, algas verdes, rojas, anémonas, trozos de coral que las corrientes habían traído a la zona de costa.. Buceé hasta el fondo del mar para coger arena y sentir como se resbalaba entre mis manos, como siempre hacía cuando iba con mi padre y mi hermano buceando, mientras Liam intentaba coger un cangrejo que corría por una roca, dentro del mar.
Era (y es) tan guapo.. En cuanto me giré para ver dónde estaba, no pude despegar la vista de él. Sentía muchas ganas de tocarle, de ver como era su piel bajo el agua.. Me había quedado con las ganas al rozar solo uno de sus dedos durante tan poco tiempo. Y no me pude resistir.. Él estaba a unos cuantos metros de mi ensimismado con su cangrejo, me acerqué poco a poco y cuando estuve lo suficientemente cerca alargué mi brazo hacia su hombro para poder rozar su piel, estaba nerviosa. Tenia el pulso acelerado, lo sentía, lo notaba en cada extremidad de mi cuerpo. No podía oír el mar por el bombeo que se producía en mi corazón, el cual inundaba de sonido mi corazón. Incluso Liam podría haberlo oido si se paraba unos segundos a escuchar atentamente los sonidos del mar que en ese momento se veían distorsionados por el bombeo de mi corazón nervioso.
Primero rocé su hombro con mi dedo corazón, apoyando las demás yemas de los dedos después, y más tarde parte de la palma de mi mano; empecé a bajar por su hombro hasta llegar a su omóplato al mismo tiempo que el se giraba poco a poco dentro del agua para mirarme. Retrocedí asustada, y aparte mi mano lo más rápido que el agua salada me permitió. Mi cuerpo se tensó y se heló, esperando ver la reacción de Liam. Escruté su mirada, pero con las gafas puestas, no sabía qué me decían sus ojos. Me quedé inmóvil, lo más que pude, solo mis piernas se movían lentamente para mantenerme a la altura a la que Liam se encontraba y no hundirme en la profundidad del mar. Para mi sorpresa, Liam alargó su brazo, cogió mi mano con firmeza y la puso donde estaba cuando el se había girado. El tacto de su mano era.. Era.. No es posible de definirse con palabras; maravilloso. Estaba como hipnotizada. Tenía miedo, pero aun así no era capaz de parar de recorrer su cuerpo con mi mano. Él alargó su brazo y lo acercó a mi cara, rozando mi mejilla con su mano, bajando por mi cuello, mi hombro, mi omóplato, mi espalda, hasta llegar a mi cintura. Mi corazón empezó a latir más desbocado que antes, lo sentía. Me estaba acariciando, no me lo podía creer.. Seguí mi recorrido por su espalda, su cintura, subí otra vez hasta su hombro para recordar su tacto, su clavícula que hacía unos pequeños hoyos perfectos al unirse con el esternón, y subí aun más hasta su cara. Tenía la piel tan suave, a pesar de estar sumergidos en el agua. Nos quedamos mirándonos a los ojos, como si lleváramos esperando este momento años. Y ahí lo comprendí todo, me gustaba, me encantaba, que me mirara, que recorriera cada milímetro de mi piel expuesta al agua, que escrutara mi mirada. Me encantaba la sensación que tenía cuando él estaba cerca, la sensación de hacerme notar ante los demás para que él me prestara atención. ¿Me estaba enamorando perdidamente de él? Si, lo sabía. Lo sabía porque nunca antes había sentido eso por nadie. Nunca había sido tan intenso ni en tan poco tiempo. Estuvimos mirándonos, recorriendo cada esquina de nuestro cuerpo quién sabe cuánto tiempo, hasta que empecé a temblar. Liam intentó hacerme entrar en calor frotando las palmas de sus manos con mis brazos, pero al ver que no daba resultado, me hizo una señal para empezar a nadar y salir a la playa. Liam, que tenia su mano en ese momento en el lateral de mi cintura, subió hasta llegar a mi mano, y volvimos de la mano hacia la orilla, nadando. Cuando supimos que no cubría tanto y que podríamos andar, nos soltamos de la mano, nos quitamos las aletas, las gafas, e instintivamente, busqué su mano y cuando la encontré le miré con una sonrisa que me correspondió; y sonrientes andamos por el mar. Estábamos lejos de donde estaban nuestros amigos; nuestras manos estaban sumergidas en el mar, las olas azotaban nuestras espaldas y ninguno de los dos hablaba, sin embargo era un momento mágico. No hacia falta hablar para saber lo que pensábamos ambos. Seguimos andando y nuestras manos fueron poco a poco emergiendo del agua. Las olas daban de lleno en ellas, pero éstas no se separaban. Más tarde a nuestras manos solo llegaban gotas de agua salada cuando pasaba una ola por nuestro camino.
Salimos del agua y nos acercamos donde estaban los demás, de la mano todavía y cuando estuvimos con ellos, le solté la mano muy a pesar para dejar mis cosas en mi mochila, mientras él dejaba las suyas en una de las sillas. Nadie se dio cuenta de que habíamos llegado de la mano, a pesar de que así llegáramos. Nos sentamos juntos entre Vanessa y Sara, y nos unimos a la conversación. Miré el reloj, habían pasado casi dos horas, qué rápido había pasado todo a su lado.


SIENTO SI HAY FALTAS! NO TENGO TIEMPO DE CORREGIRLAS! REVISARÉ EL TEXTO A PARTIR DEL 24!

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