Capítulo 2
Queda
apenas un mes para Navidad y ya me han dicho que no las pasaremos en Madrid.
¡Vaya mierda! Llevo esperando desde Agosto para volver y resulta que no
volveré, ¡GENIAL! Ojalá nunca nos hubiéramos ido de Madrid. Aun a día de hoy y
con mi perra ya conmigo, sigo odiando este sitio, Alaska en general. Me paso
horas frente al ordenador viendo series, fotos, hablando con mis amigos
mientras están en clase o en sus casas o simplemente viendo sin ver nada. Ya me
he terminado de leer los libros que me compré antes de venirme y no me apetece
estudiar, así que lo único que me queda es mi ordenador y Sami.
–Sami, ¿salimos a jugar al
jardín? –le pregunto a Sami que está a mi derecha sentada. Al oirme pronunciar
su nombre me mira, pone cara de buena y mueve su rabito, que se desliza por el
suelo como si barriera el polvo de éste. Me levanto y Sami también. Me persigue
por el pasillo, por las escaleras hasta la puerta de casa. Me pongo un abrigo,
una bufanda, guantes y un gorro. Cojo una pelota para Sami y abro la puerta.
Una brisa helada nos envuelve. ¡Oh, Lo que faltaba...! Nieva... Maldigo para
mis adentros. A Sami parece darle igual que nieve, bueno mejor, así una de las
dos lo pasará bien.
–¿No tienes frío Sami? –la
pregunto. Ella me contesta ladrando. Desde que ha llegado ella aquí creo que es
con la que más hablo.
–Venga juguemos. ¿Preparada? –la
pregunto alzando mi brazo para tirar la pelota. El jardín que tenemos es
inmenso. Tenemos hasta una especie de bosque y un río (helado, para variar.
Todo esto es un asco). Por lo menos Sami tiene sitio para correr. La tiro la
pelota y corre hacia ella. No tarda en cogerla y traerla, pero no deja que se
la coja. Le gusta que corra tras ella para intentar quitársela como hacía
cuando estábamos en Madrid y jugaba con sus amigos en el parque de perros.
Suspiro, no me apetece nada correr.
–Venga Sami dámela, sino no
podremos jugar –digo. Sé que no me entiende, pero no me importa.
–Venga tráela aquí –digo otra
vez. Sami mueve su rabo y me mira fijamente. Por fin deja caer la pelota a sus
pies y pone una de sus patas encima de ella. Conozco su truco. En cuanto me
acerque la volverá a coger. Por eso lo que tengo que hacer es despistarla...
–¡Ey! ¿Qué haces fuera? --me
pregunta mi hermano.
–Jugando con Sami, pero no
quiere darme la pelota –digo y señalo a Sami.
–¡Ah! no la había visto, espera
que me pongo algo de abrigo, salgo y jugamos con ella juntos.
Mi hermano es un cielo. Sabe lo
sola que me siento. El ahora va a un instituto por la mañana donde hay una
clase que es solo para hijos de científicos que como mi padre, vienen aquí
durante un corto periodo de tiempo. Allí mi hermano se lo pasa de maravilla,
pues habla con gente de su edad que entiende su idioma. A veces sale con ellos
y quieren que yo también vaya. Son todo chicos, a los que saco dos años y... no
me veo saliendo con ellos. A pesar de ello, sé que algún día cederé.
–Ya estoy, venga empecemos –dice
mi hermano saltando. Sami le mira, pues sabe que ahora vamos a intentar coger
la pelota entre los dos. Mi hermano se pone a mi lado y me da un beso en la
mejilla antes de decir
–¿Preparada?.
–Siempre lo estoy para esto
–contesto. Sami nos mira a uno y a otro sin saber qué hacer --. ¿A la de tres
Nukito? –le pregunto. Así es como llamo amistosamente a mi hermano. Miky o
Champi también son sus apodos.
–A la de tres Nukita –me
contesta mi hermano.
–Una...
–Dos...
–Tres... –digo a voz en grito.
Ambos salimos disparados hacia Sami que no tiene otra que coger corriendo la pelota y salir pitando. Mi
hermano va por la derecha de Sami y yo por la izquierda. La cogeremos.
–¡La tengo! –dice elevando la
voz mi hermano victorioso. Ha tenido que saltar encima de Sami para lograr
pararla. Empiezan a rodar por la nieve y yo me uno a ellos, poniéndome encima
de mi hermano. Sami no deja de lamernos la cara a ambos.
Seguimos jugando con ella
durante dos horas más, hasta que caemos los tres rendidos en la nieve.
–Es agotador –dice mi hermano.
–Sí que lo es, sí... –digo con
la respiración entrecortada. Nos echamos a reír mientras Sami se coloca entre
ambos y se tumba.
–Bien hecho Sami, has echo que
me divierta un día más --digo feliz a Sami. Si no fuera por ella...
–¡Ejem!, ¿qué pasa?, ¿que yo no
existo? –me pregunta mi hermano haciendo un mohín.
–Gracias a ti también Nukito, no
sé que haría sin ti –le digo mientras le paso una mano por la cabeza y le
despeino. Me mira feliz y me sonríe.
–¿Vamos dentro y hacemos algo?
--me pregunta mi hermano. Con algo se refiere a hacer algún bizcocho. Últimamente pasamos mucho tiempo sin saber qué hacer. Mi hermano ha dejado de
salir con sus amigos tanto como antes por quedarse en casa conmigo para que no
esté sola, así que nos dedicamos a jugar con Sami y a desarrollar nuestras
artes culinarias.
–¿Brownie? –pregunto. Es su
bollo favorito y sé que dirá que sí.
–Claro –dice con una sonrisa de
oreja a oreja. Se levanta y me ayuda a mí. Sami nos sigue de cerca y no se
enfada porque nos metamos en casa y no juguemos más con ella.
Nada más entrar en la casa a la
derecha está el salón. A la izquierda las escaleras que dan a la planta de
arriba donde están nuestras habitaciones. Justo en las escaleras, aprovechando
el espacio vacío, hay un armario empotrado donde hemos puesto todos los abrigos
para que cuando salgamos no tengamos que ir a nuestras habitaciones. De frente
está la cocina. Y al lado de la cocina, la biblioteca o también llamado
despacho de mi padre (lleno de libros que hemos traído de Madrid). Ahí es donde
se encierra mi padre cuando llega del trabajo, para seguir trabajando. Todo es
grande en esta casa. Yo, acostumbrada a mi casa de Madrid que era grande, pero
no tanto como esta casa, aquí al principio me perdía. Parece casi una mansión.
No me gusta. Por fuera parece como una cabaña, blanca con vigas de madera. En
el desván, por el que se llega subiendo por una escalera que sale de la nada
del techo, mi hermano y yo tenemos estanterías llenas de películas (nos encanta
el cine) y discos de música (heavy metal y esas cosas de mi hermano. Cosas más
flojas mías) y dentro de poco pondremos una televisión gigante. Estamos
ahorrando para comprarla. También hay un sofá y un par de sillones viejos. A
nosotros nos da igual, pues es nuestro rincón. Cuando no estamos haciendo nada,
siempre estamos allí.
La cocina es grande. Nada más
entrar de frente tienes la encimera que tiene forma de L y llega hasta la
puerta. Diseminados por la encimera están el microondas, el horno, la lavadora,
una pila, el friegaplatos, los cajones con los cubiertos, la basura... Encima
de la encimera hay un montón de armarios. En ellos están los vasos, las copas,
los platos, las ollas, las sartenes... A la izquierda de la encimera, está la
despensa. A la derecha de la cocina, nada más entrar hay otra habitación algo
más grande que la despensa. Ahí están todos los productos de limpieza, el
aspirador, vídeos, películas en VHS, DVDs y cintas de música que a veces mis
padres se ponen los fines de semana.
–¿Sacas los ingredientes y yo el
molde y esas cosas? –le pregunto a mi hermano. Miro la mesa de la cocina. Hay
un café en ella a medias. De mi padre, seguro. No es la primera vez que pasa.
Se pone un café y lo olvida. ¿Y lo peor? ¡Se hace otro!. Tengo curiosidad, así
que voy a mirar en la nevera, me apuesto el cuello a que hay otro dentro...
y... ¡Cómo no!, ¡Hay otro! .Este está casi terminado, cuando regrese papá
tendré que hablar con él seriamente..
–Hecho –me contesta mi hermano.
–¿Qué vais a hacer? –pregunta mi
madre que acaba de aparecer en la puerta de la cocina.
–Brownie –contesta mi hermano
feliz.
–¿Quieres ayudar? –pregunto a mi
madre. Ella no tiene mucho que hacer aquí. Así que a veces también nos ayuda.
El único que se pasa el día fuera de casa es papá.
–Ayudo con el horno, ¿os parece
bien?. Ahora prefiero descansar un poco. Mantener esta casa limpia es agotador
–contesta mi madre.
–Vale, te avisamos –digo y me
dirijo a coger el molde. Sami se va a su sitio, una manta que ya ha destrozado
casi por completo. Está en una esquina de la cocina, al lado de la mesa donde
comemos cuando no hay visita. Tiene una camita mejor pero esa está en mi
cuarto, que es donde duerme. En las demás habitaciones de la casa tiene una
manta en un rincón para que pueda estar siempre con nosotros y porque tenía la
costumbre de desplazar su manta allá donde iba para poderse tumbar a nuestro
lado...
–Bueno venga empecemos –le digo
a mi hermano cuando tenemos ya todo listo.
–¿Te acuerdas de la receta?
–pregunta mi hermano. Me quedo pensativa.
–Exactamente no me acuerdo de todo...
--digo al final.
–No te preocupes, cojo el libro
de recetas –dice mi hermano, que se dirige hacia la despensa. El libro de
recetas lo creamos nosotros hace tiempo. Hemos ido imprimiendo las recetas que
vamos haciendo y anotamos si hacemos algún cambio porque la receta no estaba
bien del todo o no nos gustaba como quedaba. Lo tenemos todo encuadernado.
–Aquí está –dice mi hermano
señalando una de las primeras hojas. Me recita la receta mientras anoto mentalmente cada cantidad y comienzo a
pesar.
–Ya está –digo minutos más
tarde. Ya está todo listo. Solo hay que mezclarlo todo, subir la clara,
juntarla con la mantequilla y el chocolate fundido, echar la harina, el azúcar
y la levadura..(creo que no olvido ningún ingrediente) y meterlo todo al horno
con nueces, avellanas y almendras. (así es la receta de brownie que hemos
creado nosotros).
Cuando terminamos de hacer la
masa llamamos a mi madre que, encantada, nos pone el horno y se pone una alarma
en el móvil para cuando sea hora de sacarlo.
–¿Y ahora qué? –le pregunto a mi
hermano. Ya se nos ha acabado el buen día. Ahora estaremos aburridos hasta que
el brownie salga. Entonces podremos ponerle más chocolate fundido por encima y
algo nos divertiremos.
–¿Vamos con mamá a ver la tele?
–pregunta mi hermano. Es una oferta muy razonable. Pero cuando me voy a sentar
con mi madre y mi hermano a ver la televisión, mi móvil vibra. Ainhoa, mi mejor
amiga, me da un toque para que me conecte.
–Es ainhoa, hablo con ella un
rato y bajo, ¿Vale? –le digo a mi hermano.
–Vale te espero –contesta él
inmerso ya en la televisión. La miro por curiosidad para ver que es lo que ha
hipnotizado a mi hermano. Es un programa de coches, como no. Río para mis
adentros.
Subo corriendo las escaleras y
enciendo mi ordenador. Abro el messenger. Miro los iconos en verde, esperando
ver el de Ainhoa. Ahí está. Antes de que pueda saludarla, ella me saluda
primero.
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: Holaaaa! Por fin consigo que hablemos!
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: sí por fin!
No consigo expresar con palabras
lo feliz que me hace hablar con ella.
Me río para mis adentros de su
nik: te quiero infinito y cua??blabla. Es nuestra despedida de siempre..Yo
también lo tengo puesto.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: que tal todo por alli?
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: puff te exo mucho de menos.. todos te echamos de menos..
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: has quedado con estos?
Con “estos” me refiero a mis
amigos del colegio: Ángel, Marcos, Carol, Pablo, Pablo(tete), Fernando(Ferni),
Juanma, Carlos(Pitu)..
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: no todavía no. con la uni estamos un poco liados, pero habíamos pensado
quedar en navidad cuando vinieras.
Genial, todavia no la he dicho
que no ire estas navidades.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: sobre eso.. hay algo que tengo que
decirte..
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: el que?
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: no voy a ir a Madrid.
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: como?
Sabía que eso la sentaría tan
mal como a mí.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: mis padres han cambiado de opinión,
no quieren volver en navidad
Las lágrimas se empiezan a
apoderar de mis ojos y es inevitable que se desprendan de éstos y comiencen a
caer al teclado del ordenador.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: odio estar aquí. No me acostumbro a
todo. Me quiero marchar.
Sé que Ainhoa sabe que estoy
llorando.
Ainhoa, Te quiero infinito y
cua?? blabla dice: no llores entendido? Se que lo estas haciendo aunque no pueda verte..
idearemos un plan. Pero te juro que nos vamos a ver.
La creo, ella hará de todo para
que nos veamos.
Hablamos durante una hora escasa
y se tiene que ir a seguir estudiando. Pero bueno, he quedado en que la
llamaría.
Bajo las escaleras y me voy al
salón, en concreto, al sofá. El brownie todavía no está hecho.
–¿Cuánto falta? –pregunto nada
más sentarme.
–Unos minutos nada más –dice mi
madre después de mirar el reloj. Mi hermano sigue viendo el programa de coches.
–Cuéntame de que va –le pido a
mi hermano. Se que le encanta que le pregunte porque así el me puede contar
todo lo que sabe acerca de ese coche. Se pasa los pocos minutos que quedan para
que suene el móvil de mi madre hablando del lamborgini gallardo. Después vamos
juntos a sacar el brownie.
Las siguientes horas pasan despacio.
Mi hermano, mi madre y yo jugamos al cluedo y jugamos con Sami dentro de casa,
esperando a que llegue mi padre.
Sobre las nueve, vamos a la
cocina los cuatro. Sami se va a su sitio, mi madre se pone a hacer la cena y mi
hermano y yo ponemos la mesa y ayudamos en lo que podemos en hacer la mesa.
–¿Esta todo puesto? –pregunta mi
madre mirando el reloj. Son las nueve y media, mi padre debería llegar en nada, por fin Justo mientras lo pienso la puerta de la entrada se abre y mi padre
aparece detrás de ella. Le sonrío desde lejos y hecho una carrera con Sami para
ver quien llega antes a el. Esto ultimo es una rutina que hemos empezado a
hacer mi hermano sami y yo pues como no le vemos mucho durante el día y Sami
siempre corre a saludar al que entra en casa y nos quita protagonismo a los demás..
sami llega antes como era de
esperar pero aun así mi padre me hace algo mas de caso a mi.
–Hola mi niña –dice mi padre
mientras nos abrazamos fuertemente.
–Hola papa –digo.
–¿Qué has echo hoy? –me pregunta
mientras andamos por el pasillo hacia la
cocina.
–He estado con el ordenador, he
jugado con Sami y Miguel, hemos hecho un brownie y he hablado con Ainhoa por
fin --esto ultimo lo digo feliz.
–¿Y qué tal con ella, qué te ha
contado? –me pregunta. Siempre quiere saber que tal va todo por Madrid.
–Nada que si íbamos a ir en
navidad, pero ya la he dicho que no –digo para no volver a sacar el tema de
navidades en Alaska o en Madrid.
–¿No habéis hablado de nada más?
–me pregunta otra vez mi padre.
–Si bueno de la universidad, del frío . de cosas de chicas –termino diciendo. A esas alturas Sami no para de
saltar sobre mi padre para que la salude de una vez y ya estamos entrando por
la puerta de la cocina.
–Sí, rabito sí, te hago caso
–dice mi padre a Sami mientras esta se termina tumbando en el suelo para que le
rasque la tripa.
–Hola papa –saluda mi hermano a
mi hermano dándole un beso en la mejilla.
–Hola hijo, ¿Qué tal el día? –le
pregunta a el también.
–En el colegio bien. El resto
del día ya te lo habrá contado Ana –dice mi hermano para evitar contar lo
mismo. Mi padre asiente y se dirige a mi madre. La rodea de la cintura con un
brazo y la suelta un beso en la mejilla, después otro en los labios. Mi madre sonríe.
–Hola papa –dice ella.
–Hola mama – contesta el a su saludo.
No tardamos mucho en sentarnos a
cenar y mi madre le pregunta a mi padre que tal en el trabajo. Todos le miramos
y asentimos como si lo que dijera nos resultara curioso a nosotros. Los tres
quedamos en que apoyaríamos a mi padre en su proyecto.
Después de cenar y estar de
nueve menos cuarto a once hablando del proyecto de mi padre en el cual intento
ayudar por estar mas tiempo con el, es la hora de que mi hermano cuenta lo que
hace en clase. A veces yo le ayudo algo. Estudia el bachillerato de ciencias
con mates, biología, física, química, lengua, historia, filosofía, inglés..
(creo que no olvido ninguna asignatura).
–Me voy a ir a la cama –dice mi
padre sobre las doce. Hoy ha sido un día especial, pues después de cenar se ha
venido con nosotros al salón a ver una película en vez de encerrarse en su
estudio. Le sonrío a modo de respuesta.
–Yo me voy contigo –dice mi
madre levantándose.
–Bueno entonces nos vamos todos,
¿no? –dice mi hermano. El tiene que madrugar asi que es mejor que se acueste
pronto, si.
–Si, mejor –digo más por él que
por mí. Apagamos la televisión, las luces, sacamos a Sami al jardin para que
haga sus cosas y nos vamos cada uno a su respectiva habitación. Enciendo mi
ordenador y abro el Messenger, el Facebook y el Tuenti por si alguno de mis
amigos estuviera conectado. Pero no está ninguno. Dejo un mensaje a Ángel (mi
mejor amigo) en el Tuenti y apago el ordenador. Mañana será un nuevo día.
Así, tal y como os he relatado,
son los días de aquí. Ayer era lunes, hoy martes.. mañana miércoles, jueves,
viernes, sábado.. por fin domingo. Llevo toda la semana esperando. Hoy se van a
conectar todos los chicos. Por lo visto han quedado para una partida de airsoft
o no se qué y después harán un chanchullo para quedarse todos juntos y poder
hablar conmigo. Aquí son las diez de la mañana, allí las ocho de la noche. Enciendo mi ordenador, y como siempre, abro
Facebook, Tuenti y Messenger. Está Marcos conectado en el Messenger. Abro una
ventana y le saludo.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: hola chicoooss!
MaRKiTos republicano siempre dice: holaaa! Ponnos la cam!
Me rio en voz alta sin temer
despertar a los demas. Tengo muchas ganas de verles las caras.
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: ahora voy, esperad.
Doy al botón de la cámara y
automáticamente pongo mi cam y la suya. Al verles me emociono y unas lagrimas
comienzan a rodar por mis mejillas. Ellos lo notan.
MaRKiTos republicano siempre dice: hola
guapa soy pablo no lloreeesss! Yo tb me alegro de verte.
Me dice eso y yo me emociono
más. Todos están en la casa de Ángel. Lo sé por las paredes de su cuarto. Veo a
Pablo tan moreno como siempre, igual que el otro Pablo (Tete), a Marcos con sus
ojazos y su cresta, a Ángel tan delgaducho como siempre, Juanma con su sonrisa
radiante, Ferni tan alto, Carlos (Pitu) con un cigarrillo en la boca, para
variar..
Sigo llorando unos minutos más
hasta que me calmo y hablo con todos. Están intentando poner en marcha su micrófono para que podamos hablar mejor que escribir, pero no lo consiguen. Al
final lo terminan consiguiendo y hablamos durante tres cortas horas, en las
cuales ellos se llevan la cena (que es pizza) para cenar delante del ordenador
y no dejar de hablar conmigo. ¡Como les quiero!.
No quiero colgar pero al final
tengo que cerrar la ventana y dejar de verles. Me mandan fotos de lo que van
haciendo y me mandan algún que otro mensaje para que no me sienta sola, pero me
sigo sintiendo sola. No sé que haría sin ellos. Cuando estoy a punto de cerrar
el Messenger, Carolina me saluda. Joe tenia ganas ya de hablar con ella.
Carolina--> Alice in
wonderwrold dice:
anuskiiiiii
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: hola carooll!
Tenia ganas de hablar contigo por fin
Carolina--> Alice in
wonderwrold dice: que
hora es alli?
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: la 1, todavia no he comido
Carolina--> Alice in
wonderwrold dice: uuff
aquí son las 11 de la noche!
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: que tal te va el
curso?
Carolina--> Alice in
wonderwrold dice: bien
pero exo de menos verte por las mañanas.
Carolina va a una escuela de
dibujo que está frente a mi casa así que por las mañanas siempre nos solíamos ver, cuando estaba en Madrid...
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: yo tb lo exo de menos. Aquí no
tengo nada. Por cierto que tal Vodka?
Vodka es su gatito blanco y
negro.
Carolina--> Alice in
wonderwrold dice: esta
muy mayor desde que te fuiste, tienes que verlo
··Anita··> no queda nada para
volver. Tqinfinitoycua?bla dice: hazle una foto y pasamela
Hablo con ella durante una hora
y después se tiene que ir a dormir para el día siguiente. A mí en cambio, me
queda un día por delante.
El día es como otro domingo
cualquiera, aburrido.
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