Capítulo
28
Liam
Quería
que Ada y yo estuviéramos como antes del beso, como durante el beso.
Por eso, la noche en la playa y por eso también, se me ocurrió que
podríamos invitarlas a comer. Esperaba que a ninguno se le hubiera
ocurrido la idea ya, como el día anterior
-¿os
parece si las invitamos a comer?-pregunté. Sabía que no se
negarían.
-por
mi si- dijo Carlos
-claro-
dijo Noel. Los demás asintieron. No somos hombres de muchas
palabras, así que enseguida todo queda zanjado entre nosotros.
-podríamos
llevarlas a la playa de surf- propuso Miguel. Era una muy buena idea.
En aquella playa había olas inmensas y grandes durante casi todo el
verano y eran perfectas para surfear. Así, podría sorprender a Ada y
tal vez se volvería a fijar algo más en mí. Además, hacía mucho
que no surfeábamos en condiciones. Surfear era algo que nos gustaba
a todos pero que desde que habíamos conocido a las chicas no
habíamos hecho en condiciones. Y el hecho de incluir a las chicas en
un día de surf hacía que todo fuera perfecto. Haríamos nuestro
deporte favorito y las tendríamos a ellas. Además, así Sam no se
quedaría en la orilla esperándonos, como hacía cuando íbamos
solos.
-es
una idea genial tío!- se me adelantó Noel
-jamas
se me habría ocurrido!- dijo Ángel. Era su manera de decir que le
parecía una buena idea pero que prefería que se le hubiera ocurrido
a él (ya que el siempre tenía ideas de bombero y ésta, podría
haber sido una de sus ideas de bombero que se pueden llevar a la vida
real, a la realidad, sin que haya algún suceso que haga que todo
salga mal).
-llamo
entonces?- pregunté. Tenía unas ganas enormes de que llegáramos a
la playa ya y sumergirme entre las olas con mi tabla.
-si,
si, llama- dijo Pablo que había aparecido de la nada.
Llamé
a Sara. Me hubiera gustado llamar a Ada, pero no estaba seguro de si
querría o no hablar conmigo por teléfono para que le contara un
plan.
Nos
preparamos y esperamos a que ellas llegaran.
-cojo
las llaves- dijo Pablo antes de salir del apartamento. No tenía
carnet, al igual que Miguel, pero siempre había sido el encargado de
guardar las llaves.
-pero
conduzco yo, me toca- protestó Ángel. Se acababa de sacar el carnet
y todavía no le dejábamos conducir. Aún así, perseverancia no le
faltaba. Sabía que algún día, nos ganaría y conduciría él.
-todavía
no, lo sabes- dijo Carlos. Éste sí que tenía carnet y solía
conducir cuando a mí no me apetecía.
-hasta
el año que viene nada- dijo Noel sonriéndole para provocarle. Noel
también tenía carnet, pero no le gustaba conducir.
-chorradas,
yo quiero ahora- dijo Ángel. Se cruzó de brazos e hizo un mohín.
Típico de él. Me reí y todos se rieron.
Cuando
llegaron las chicas con la Volkswagen de Ada, todos supimos que
iríamos en su furgoneta y la discusión terminó
-vamos
a ir en eso?- dijo Noel señalando la Volkswagen intentando bromear
con Ada.
-te
supone algún problema señorito?- dijo Ada con ironía. Después de
decirlo se tronchó de la risa.
-pero
es seguro?- dijo Ángel, todavía receloso de que no fuera a conducir
nuestro monovolumen porque Ada hubiera traído su furgoneta.
-claro.
Es vieja, pero la hemos hecho unos cuantos arreglos- dijo guiñándole
un ojo. Estaba seguro de que no era la primera vez que la preguntaban
aquello.
Yo
por mi parte vi divertida la escena. Nosotros discutiendo sobre quién
conduciría cuando sería Ada la que condujera. Ángel intentando
convencer a los demás con sus comentarios para que ninguno se
quisiera montar y termináramos en el monovolumen..
Me
acerqué a Ada, por el lado del conductor. Llevaba la ventanilla
bajada y las chicas se estaban colocando en sus respectivo asientos
para dejar a los chicos que subirían después. me acerqué a su oído
y la susurré –Ángel se ha mosqueado porque quería conducir el
monovolumen. Se sacó el carnet hace unos meses y no dejamos que
conduzca todavía-. Creí ver como se estremeció mientras la
susurraba aquellas palabras. Se giró en mi dirección y me quedé
mirando sus ojos y en ellos por una milésima de segundo pude ver un
destello. –gracias por decírmelo- contestó con una sonrisa. Se
giró hacia ángel y le habló –Ángel mete tu trasero en el coche
ya, no vas a conducir-. Ángel puso los ojos en blanco al igual que
yo.
-pero
qué dices tía!- se quejó Ángel. Sabía que Ada le estaba
vacilando. Le gustaba pelearse y discutir y Ángel en aquel momento
era un ser tímido y vulnerable.
-no
conducirás- volvió a decir Ada sonriéndole. Los demás nos echamos
a reír. Tenía gracia aquella escena. Decidí apoyar a Ada y añadir
algún comentario más. Así podríamos dar por zanjado el tema y nos
iríamos ya a la playa a surfear.
-ya
has oído a la conductora! Arriba Ángel no hay más que hablar-
dije. Ada se giró hacia mí, sonriendo. Sacó la mano por su
ventanilla y la puso de tal manera para que yo la chocara con mi
mano. Sonreímos y por fin conseguimos que Ángel se callara. El
silencio no duró mucho ya que entró refunfuñando en la parte del
copiloto (Ada le dijo que delante la podría guiar. Realmente nos
hizo un favor a todos, porque sino habría estado refunfuñando todo
el trayecto).
-que
sepas que el año que viene conduciré yo- dijo Ángel cuando ya
estuvo sentado en su asiento. Ada se echó a reír y Ángel contestó
a aquellas carcajadas –malvada-.
-te
odio- fue la contestación de Ada. Al segundo se echaron a reír
ambos. Se caían bien, eso estaba seguro.
Subimos
las tablas como pudimos enganchándolas al techo del coche con una
cuerda y nos fuimos hacia la playa.
Ada
condujo muy bien. No sabía hacía cuanto tenía el carnet, pero
conducía bien. Cogía muy bien las curvas y respetaba las pocas
señales que encontramos en nuestro trayecto a la playa. Ojalá no
condujera tan bien y hubiera tenido la oportunidad de enseñarla yo..
sería una buena forma de tontear..
En
cuanto llegamos, mis amigos y yo cogimos nuestras tablas y nos fuimos
al agua (como era de esperar). Estuve tentado de mirar a Ada, porque
tenía ganas de mirarla durante segundos, minutos u horas. Quería
que viera como cogía olas con mi tabla y me deslizaba por ellas.
-¿Quién
va primero?- preguntó Carlos. Todos estábamos en la orilla,
mojándonos los pies con las olas que lamían la arena de la orilla.
-Por
mí cualquiera de vosotros, el agua está fría. Tengo que
acostumbrarme- dijo Miguel. Tenía razón. El agua estaba bastante
más fría que la de la playa de siempre. Aún así merecía la pena
enfriarse algo el cuerpo para poder surfear en condiciones.
-En
realidad cuando tenemos que decidir quién va primero es cuando
estemos dentro del agua..- dejó caer Ángel. Me eché a reír. Tenía
toda la razón. Nos habíamos quedado esperando en la orilla por lo
fría que estaba el agua y como excusa estábamos poniendo que íbamos
a decidir quién iría primero.
-¡Sois
todos unos maricas!- dije con voz socarrona a la vez que cogía mi
tabla, que había clavado en la arena, y me dirigía mar adentro.
-¡Cuando
te coja verás!- dijo Pablo. Era el que más se picaba por todas esas
cosas. Todos se metieron en el agua, tras de mí. Yo reí para mis
adentros. Había conseguido lo que quería, que dejaran de ser niñas
y se metieran en el agua a surfear a lo grande por una vez en muchos
días.
Ada
nos estuvo haciendo fotos el rato que estuvimos dentro del agua. Mis
amigos no dejaban de hacerla señas para llamar su atención y que les
hiciera fotos. Yo estuve tentado de hacer lo mismo, pero no lo hice.
Me fijé en que Sam, estaba pegadita a Ada, eso era perfecto.
-Esta
es tuya Liam!- me gritó Pablo mientras se mecía por una ola, sin
cogerla para dejármela a mí.
-gracias
tú- contesté antes de abalanzarme sobre ella.
Así
es como nos movemos nosotros dentro del agua. Todos solemos coger el
mismo número de olas. Solemos estar pendientes los unos de los
otros, por si pasa algo.
Me
fijé en que algún que otro surfero, habló con Ada y que ésta
fotografió gente que no éramos nosotros. No puedo decir que no me
sintiera celoso por eso. Quería que mantuviera su atención en mí.
No sé por qué, pero necesitaba llamar su atención y que me tuviera
en su punto de mira.
Después
de comer, me uní a Ada para bucear. Bucear era nuestro momento de
estar solos. De poder casi comunicarnos, aunque no fuera hablando. La
cogí de la mano y perseguimos un banco de peces. Dentro del agua era
lo que yo quería ser para ella. Sin embargo, en cuanto salimos,
volví a distanciarme, dándola tiempo.
Antes
de que separarme de Ada, apunté mi teléfono en un papel y lo puse
en sus manos, rodeando éstas con las mías. Sabía que ya tenía mi
móvil, pues el día anterior yo la había mandado un mensaje,
pero... sentía la urgencia de rozar su piel con mis manos... de
notar su cálido cuerpo en mis manos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario