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lunes, 5 de agosto de 2013

La vida nos volverá a juntar, tlp . Cap. 28 LIAM

Capítulo 28

Liam


Quería que Ada y yo estuviéramos como antes del beso, como durante el beso. Por eso, la noche en la playa y por eso también, se me ocurrió que podríamos invitarlas a comer. Esperaba que a ninguno se le hubiera ocurrido la idea ya, como el día anterior
-¿os parece si las invitamos a comer?-pregunté. Sabía que no se negarían.
-por mi si- dijo Carlos
-claro- dijo Noel. Los demás asintieron. No somos hombres de muchas palabras, así que enseguida todo queda zanjado entre nosotros.
-podríamos llevarlas a la playa de surf- propuso Miguel. Era una muy buena idea. En aquella playa había olas inmensas y grandes durante casi todo el verano y eran perfectas para surfear. Así, podría sorprender a Ada y tal vez se volvería a fijar algo más en mí. Además, hacía mucho que no surfeábamos en condiciones. Surfear era algo que nos gustaba a todos pero que desde que habíamos conocido a las chicas no habíamos hecho en condiciones. Y el hecho de incluir a las chicas en un día de surf hacía que todo fuera perfecto. Haríamos nuestro deporte favorito y las tendríamos a ellas. Además, así Sam no se quedaría en la orilla esperándonos, como hacía cuando íbamos solos.
-es una idea genial tío!- se me adelantó Noel
-jamas se me habría ocurrido!- dijo Ángel. Era su manera de decir que le parecía una buena idea pero que prefería que se le hubiera ocurrido a él (ya que el siempre tenía ideas de bombero y ésta, podría haber sido una de sus ideas de bombero que se pueden llevar a la vida real, a la realidad, sin que haya algún suceso que haga que todo salga mal).
-llamo entonces?- pregunté. Tenía unas ganas enormes de que llegáramos a la playa ya y sumergirme entre las olas con mi tabla.
-si, si, llama- dijo Pablo que había aparecido de la nada.
Llamé a Sara. Me hubiera gustado llamar a Ada, pero no estaba seguro de si querría o no hablar conmigo por teléfono para que le contara un plan.
Nos preparamos y esperamos a que ellas llegaran.
-cojo las llaves- dijo Pablo antes de salir del apartamento. No tenía carnet, al igual que Miguel, pero siempre había sido el encargado de guardar las llaves.
-pero conduzco yo, me toca- protestó Ángel. Se acababa de sacar el carnet y todavía no le dejábamos conducir. Aún así, perseverancia no le faltaba. Sabía que algún día, nos ganaría y conduciría él.
-todavía no, lo sabes- dijo Carlos. Éste sí que tenía carnet y solía conducir cuando a mí no me apetecía.
-hasta el año que viene nada- dijo Noel sonriéndole para provocarle. Noel también tenía carnet, pero no le gustaba conducir.
-chorradas, yo quiero ahora- dijo Ángel. Se cruzó de brazos e hizo un mohín. Típico de él. Me reí y todos se rieron.
Cuando llegaron las chicas con la Volkswagen de Ada, todos supimos que iríamos en su furgoneta y la discusión terminó
-vamos a ir en eso?- dijo Noel señalando la Volkswagen intentando bromear con Ada.
-te supone algún problema señorito?- dijo Ada con ironía. Después de decirlo se tronchó de la risa.
-pero es seguro?- dijo Ángel, todavía receloso de que no fuera a conducir nuestro monovolumen porque Ada hubiera traído su furgoneta.
-claro. Es vieja, pero la hemos hecho unos cuantos arreglos- dijo guiñándole un ojo. Estaba seguro de que no era la primera vez que la preguntaban aquello.
Yo por mi parte vi divertida la escena. Nosotros discutiendo sobre quién conduciría cuando sería Ada la que condujera. Ángel intentando convencer a los demás con sus comentarios para que ninguno se quisiera montar y termináramos en el monovolumen..
Me acerqué a Ada, por el lado del conductor. Llevaba la ventanilla bajada y las chicas se estaban colocando en sus respectivo asientos para dejar a los chicos que subirían después. me acerqué a su oído y la susurré –Ángel se ha mosqueado porque quería conducir el monovolumen. Se sacó el carnet hace unos meses y no dejamos que conduzca todavía-. Creí ver como se estremeció mientras la susurraba aquellas palabras. Se giró en mi dirección y me quedé mirando sus ojos y en ellos por una milésima de segundo pude ver un destello. –gracias por decírmelo- contestó con una sonrisa. Se giró hacia ángel y le habló –Ángel mete tu trasero en el coche ya, no vas a conducir-. Ángel puso los ojos en blanco al igual que yo.
-pero qué dices tía!- se quejó Ángel. Sabía que Ada le estaba vacilando. Le gustaba pelearse y discutir y Ángel en aquel momento era un ser tímido y vulnerable.
-no conducirás- volvió a decir Ada sonriéndole. Los demás nos echamos a reír. Tenía gracia aquella escena. Decidí apoyar a Ada y añadir algún comentario más. Así podríamos dar por zanjado el tema y nos iríamos ya a la playa a surfear.
-ya has oído a la conductora! Arriba Ángel no hay más que hablar- dije. Ada se giró hacia mí, sonriendo. Sacó la mano por su ventanilla y la puso de tal manera para que yo la chocara con mi mano. Sonreímos y por fin conseguimos que Ángel se callara. El silencio no duró mucho ya que entró refunfuñando en la parte del copiloto (Ada le dijo que delante la podría guiar. Realmente nos hizo un favor a todos, porque sino habría estado refunfuñando todo el trayecto).
-que sepas que el año que viene conduciré yo- dijo Ángel cuando ya estuvo sentado en su asiento. Ada se echó a reír y Ángel contestó a aquellas carcajadas –malvada-.
-te odio- fue la contestación de Ada. Al segundo se echaron a reír ambos. Se caían bien, eso estaba seguro.
Subimos las tablas como pudimos enganchándolas al techo del coche con una cuerda y nos fuimos hacia la playa.
Ada condujo muy bien. No sabía hacía cuanto tenía el carnet, pero conducía bien. Cogía muy bien las curvas y respetaba las pocas señales que encontramos en nuestro trayecto a la playa. Ojalá no condujera tan bien y hubiera tenido la oportunidad de enseñarla yo.. sería una buena forma de tontear..

En cuanto llegamos, mis amigos y yo cogimos nuestras tablas y nos fuimos al agua (como era de esperar). Estuve tentado de mirar a Ada, porque tenía ganas de mirarla durante segundos, minutos u horas. Quería que viera como cogía olas con mi tabla y me deslizaba por ellas.
-¿Quién va primero?- preguntó Carlos. Todos estábamos en la orilla, mojándonos los pies con las olas que lamían la arena de la orilla.
-Por mí cualquiera de vosotros, el agua está fría. Tengo que acostumbrarme- dijo Miguel. Tenía razón. El agua estaba bastante más fría que la de la playa de siempre. Aún así merecía la pena enfriarse algo el cuerpo para poder surfear en condiciones.
-En realidad cuando tenemos que decidir quién va primero es cuando estemos dentro del agua..- dejó caer Ángel. Me eché a reír. Tenía toda la razón. Nos habíamos quedado esperando en la orilla por lo fría que estaba el agua y como excusa estábamos poniendo que íbamos a decidir quién iría primero.
-¡Sois todos unos maricas!- dije con voz socarrona a la vez que cogía mi tabla, que había clavado en la arena, y me dirigía mar adentro.
-¡Cuando te coja verás!- dijo Pablo. Era el que más se picaba por todas esas cosas. Todos se metieron en el agua, tras de mí. Yo reí para mis adentros. Había conseguido lo que quería, que dejaran de ser niñas y se metieran en el agua a surfear a lo grande por una vez en muchos días.

Ada nos estuvo haciendo fotos el rato que estuvimos dentro del agua. Mis amigos no dejaban de hacerla señas para llamar su atención y que les hiciera fotos. Yo estuve tentado de hacer lo mismo, pero no lo hice. Me fijé en que Sam, estaba pegadita a Ada, eso era perfecto.
-Esta es tuya Liam!- me gritó Pablo mientras se mecía por una ola, sin cogerla para dejármela a mí.
-gracias tú- contesté antes de abalanzarme sobre ella.
Así es como nos movemos nosotros dentro del agua. Todos solemos coger el mismo número de olas. Solemos estar pendientes los unos de los otros, por si pasa algo.
Me fijé en que algún que otro surfero, habló con Ada y que ésta fotografió gente que no éramos nosotros. No puedo decir que no me sintiera celoso por eso. Quería que mantuviera su atención en mí. No sé por qué, pero necesitaba llamar su atención y que me tuviera en su punto de mira.

Después de comer, me uní a Ada para bucear. Bucear era nuestro momento de estar solos. De poder casi comunicarnos, aunque no fuera hablando. La cogí de la mano y perseguimos un banco de peces. Dentro del agua era lo que yo quería ser para ella. Sin embargo, en cuanto salimos, volví a distanciarme, dándola tiempo.


Antes de que separarme de Ada, apunté mi teléfono en un papel y lo puse en sus manos, rodeando éstas con las mías. Sabía que ya tenía mi móvil, pues el día anterior yo la había mandado un mensaje, pero... sentía la urgencia de rozar su piel con mis manos... de notar su cálido cuerpo en mis manos...

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