Capítulo 30
Ada
Llevaba ya cuatro
días pensando desde aquel beso. Había aceptado estar enamorada de Liam y
todavía no le quería poner remedio (sí.. ya sé que prometí que solo un día..
pero la sensación de estar enamorado es tan buena y bonita..). Me gustaba esa
sensación, aunque sabía que pronto acabaría pues tendría que comenzar a
olvidarle. Me dejaron levantarme tarde, tal vez por todo lo que habíamos hecho
el día anterior y por el hecho de que había terminado dormida en el sofá de lo
cansada que llegué de conducir. Por primera vez desde que nos habíamos visto
Liam y yo, bajamos a la playa solas. Me gustó. Hacía mucho que no compartíamos
un día de playa juntas. Nos fuimos a la Pequeña Playa con Dafne y allí, les
conté a las chicas, después de que me acosaran preguntándome que rondaba mi
cabeza, parte de la verdad de todo lo que me pasaba: que me gustaba peero.. ahí
lo dejé.
-No es la primera vez que tenemos esta conversación- dijo
Carolina, pues días antes habíamos tenido una conversación parecida en la que
pusieron a Liam a parir casi. Pero parecía que todas lo habían olvidado, pues
ahora a todas les parecía genial.
-bueno pues la tendremos las veces que haga falta- dijo Ainhoa
tranquilamente.
-yo creo que no se, parece buen chico- dijo Julia
-si, la verdad es que sí- dije. Pero mi tono de voz hacia que
pareciera que no estaba segura.
-qué tal lo has pasado estos días sin estar tan cerca de él?- me
preguntó Ainhoa.
-pues.. a veces bien, otras mal, dependiendo de lo que hiciera.
Por ejemplo, bucear sin él ha sido.. Malo. No era capaz de no pensar en el-
dije con voz abrumada.
-no creo que pase nada por darle una oportunidad- dijo Vanessa.
Y tenía razón, no había nada malo, pero..
-¿tienes miedo no es eso Ada?- me preguntó Sara. La miré a los
ojos. Pude ver en ellos que sentía lástima por mí.
-si, bastante- susurré.
-no lo tengas- dijo con voz firme Carolina. Y aquella firmeza en
su voz, hizo que me creyera más su afirmación.
-es buena persona, no me digas como lo sé, pero es buena persona.
No hay nada más que ver cómo trata a Sam de bien y lo dispuesto que está a
hacer cualquier plan que signifique estar más contigo- dijo Vanessa.
Estuvieron toda la mañana dándome argumentos de por qué debería
darle una oportunidad, por lo menos para que habláramos, ya que le había
evitado muy bien aquellos días pasados. Sin embargo, no fue capaz de contarles
la verdadera razón por la que estaba tan liada. Me encantaba aquel chico y más
aun tontear con él. Y seguiría haciéndolo. Pero esque estaba enamorada y yo no
quería eso para mí. No sé por qué fui tan estúpida de no decirlas nada y
simplemente decir que no sabía si era bueno o no.. ¡Si yo claramente sabía que
era bueno! En menudos follones me metía yo solita.
La tarde se pasó más bien despacio. Marcos, Álex y Roberto pasaron
un tiempo en casa y luego a ellos se unieron Liam y los demás que nos
explicaron que habían tenido que ir a hacer una compra grande para los días que
quedaban. A todo esto, yo había perdido la cuenta de los días que llevaba en la
playa y los que me quedaban al lado de Liam. Invitamos a cenar a todos en un
bar, cerca de nuestro apartamento y después de cenar cada uno se fue donde
tenía que ir. Sara y Julia, salieron a tomar algo con Carlos y Miguel y los
demás nos fuimos a nuestros respectivos apartamentos. Me quedé mirando a Liam,
decidiéndome si debía aclarar las cosas con él o no. estaba enamorada sí y eso
no quitaba que quisiera seguir con Liam como habíamos estado desde el
principio. Lo único que tenía que hacer era no decirle que estaba enamorada.
Continuar como si nunca hubiera pasado nada, como si a mí solo me gustara. Y
todo saldría bien. No fui capaz de decirle en toda la noche que quería hablar
con él, estaba muy nerviosa. Por eso, una vez en casa, varias horas después, a
las doce de la noche, el móvil de Liam sonó; era un mensaje mío que había
tardado varios minutos en escribir pues no sabía exactamente qué le quería
decir en el mensaje. No quería que sonara seco o borde, sino.. amistoso. Pero
tras escribir varias líneas una y otra vez me decidí por el soso y seco. Ya
tendría tiempo para escribir mensajes menos sosos en otro momento.
Yo: en media hora donde siempre.
No me contestó, pero me dio igual y me puse en marcha hacia la
playa.
Cuando llegué a la playa, vi a lo lejos a Liam, que miraba el
reflejo de la luna en el mar. Esa noche se distinguía perfectamente la vía
Láctea en el cielo. Cuanto más cerca estaba de él, más despacio iba andando; no
sabía como iba a empezar la frase. Liam oyó mis pasos y se giró. Tenía la
mirada perdida y parecía más bien apenado.
- bueno, aquí estamos los dos solos – dije y tragué saliva pensando en lo próximo
que iba a decir – creo que deberíamos hablar – dije mirando hacia el mar
infinito
- si, eso llevo intentando yo desde hace cuatro días – dijo Liam
sin mirarme – pero nunca has tenido tiempo para mi – terminó. Dios, qué había
hecho.. La había cagado.. Pasaría de mi.. Era verdad que habíamos pasado
algunos minutos solos como cuando buceamos, pero enseguida, nada más salir del
agua fui yo quien corto con él todo propósito alejándome para no hablar. O
cuando tuve mi momento de intentar tener roces con él, solo por notar el tacto
de su piel sobre la mía, pero no había dejado en ningún momento que hablara.
Supongo que se había resignado a esperar a que yo le diera la oportunidad de
hablar.
- la verdad es que he estado evitándote porque.. Porque..- no
encontraba la palabra exacta que estaba buscando.
- ¿Porque me gustas? – dijo Liam con voz dolida, mirándome con
ojos de decepción – acaso es tan malo? – terminó diciendo con voz amarga
- no, no es por eso, tu también me gustas – mentí. No esperaba que
fuera tan directo con lo que pensaba. Me quedé un poco aturdida por cómo había
hablado Liam y susurrado el final de la frase. Su voz habíasonado sexy, a pesar
de que intentaba parecer dolida.
Liam se acercó a mí, cogiéndome de la mano y llevándome hacia la
orilla del mar.
- nunca había sentido esto por nadie – me dijo Liam todavía con mi
mano entre las suyas.
- yo tampoco – llegué a poder decir entre susurros. ¡Oh genial
Ada! Me dije a mí misma. ¿Qué había sido ese arrebato? Debía callar mi maldita
boca. Estuvimos en silencio durante unos minutos. No era un silencio incómodo,
sino un silencio de intentar poner en su sitio cada uno en su cabeza lo que
decíamos y pensábamos.
- puedo contar mi punto de vista? – dije mirándole firmemente y
con valentía a los ojos para intentar enmendar lo que había dicho. No quería
que pensara que le tenía en mi mente todo el rato y que estaba enamorada. No
quería que lo supiera. A pesar de todo.. lo que iba a decir.. era algo que
también me había asaltado la mente en aquellos tres días. No es que estuviera
hablando de darle una oportunidad ni nada pero.. no conocía nada de él. Razón
de más para desenamorarme ¿no?
- claro – dijo Liam. Y perdí la poca vergüenza que me quedaba y
hablé, conté “todo”, resumiendo en la mayoría de las cosas.
- no creo que diga todo lo que quiero decir y estoy segura de que me
arrepentiré nada más decirte algunas cosas por mi sinceridad, pero no puedo ser
de otra forma – y proseguí – desde el año pasado que te vi pues la verdad he
pasado tiempo pensando en ti, en cómo eres, donde vives.. – pare a coger aire y
proseguí mirándole a los ojos – y cuando nos volvimos a encontrar me hizo
sentirme feliz y estos días que hemos pasado juntos creo que sin exagerar, son
los mejores que he pasado nunca – dije sonriente – pero me puse a pensar y me
entró el miedo porque parece que te conozco pero en realidad no sé cómo eres,
tu helado favorito, dónde vives, si tienes hermanos, qué estudias, si
trabajas.. – hice una pausa para coger aire y fuerzas para hablar más aun – si
me quieres conocer más, lo que soy para ti..– teminé. Liam no dijo nada y yo
seguí un poco más allá mi breve discurso- aunque te parezca mentira lo que te
digo, realmente me siento como un pez fuera del agua, pensando que sé todo
sobre ti, pero no sabiendo realmente nada sobre ti, como las cosas más fáciles
e ínfimas como las que te he dicho- así terminé.
–Strachiatella, Madrid, dos, tecnico de sonido, me encantaría que
nos conociéramos más- terminó, sonriéndome. Eso no estaba mal del todo. Ese
chico me volvía loca y me encantaba. Al menos no estaba enamorado, o por lo
menos no lo había dado a entender.
Me quedé quieta y sin decir una sola palabra. Tenía que procesar
la información. Tenía un montón de dudas y preguntas sin respuesta. No sabía
qué tenía que hacer o decir.
-quieres que demos una vuelta?- me propuso Liam al ver que no
decía nada. Era de noche y casi ni se veía donde terminaba el mar y donde
empezaba la arena. Me pareció mejor idea que quedarnos callados y quietos.
-vale- contesté en un susurro.
Anduvimos por la orilla, alejándonos de la cala; a veces las olas
mojaban los pies descalzos de Liam, que estaba más cerca del mar que los míos.
No hablábamos, ni nos mirábamos casi, no sabía qué hacer. Me cogió la mano. Un
escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. Apreté su mano. Me encantó que
me cogiera la mano, me sentí bien. Me encantaba aquel chico. Su mano estaba
fresca, tal vez lo estuviera porque mi cuerpo derrochaba calor y sudor de lo
nerviosa que estaba. Me agarraba firmemente, algo que me hizo temblar. Intenté
agarrar su mano con más fuerza, firmemente para que no me notara temblar.
-tienes frío? O…- dijo Liam dejando la pregunta abierta. Supongo
que lo que quería decir es: “o estas nerviosa?”
-no tranquilo- dije en un susurro, mirando al suelo. No quería que
notara que me pasaba. Liam dejó de andar y tiró de mí para que parara y me
girara hacia él.
-eh! Mírame- me dijo rozándome el mentón y haciendo que levantara
la vista hacia sus ojos. No los veía casi, parecían grises; pero pude
distinguir un pequeño destello en ellos.
-no me mires así Ada, por favor- dijo. No sabía cómo le estaba
mirando. Estaba nerviosa, tensa y confundida todavía por la conversación que
habíamos mantenido y por todo lo que no había dicho. No sabía si había sido
real, si sentía algo por mí o no era más que un cuento. No sería la primera vez
que me engañaban.
-lo.. lo siento- logré decir- no sé como te estoy mirando. Solo sé
que.. que..- no logré terminar la frase porque no supe como hacerlo. Tenía
muchas ideas en la mente que no era capaz de pasar a palabras que salieran por
mi boca.
-que que?- me preguntó Liam sosteniéndome la mirada, con su mano
libre sosteniéndome aun el mentón.
-estoy nerviosa- logré decir. De todo lo que sentía, era casi la
palabra correcta que describía todo.
-no te preocupes, tienes todo el tiempo del mundo- me dijo. Sabía
que se refería a mí, a él, a nosotros. Me sentí mejor después de eso. Era como
si verdaderamente esperase que me lo dijese para tranquilizarme. Le abracé y
por primera vez desde que nos conocimos, un calor embriagador me inundó cuando
él me estrechó hacia sí con fuerza y determinación. Se me quitó el miedo y el
temor. Quería estar con él, a su lado. Le miré entre mi pelo y mi pecho y le
sonreí. Él me contestó con un apretón y un beso en la frente. Antes de dejar
que me separara de él, me mesó el pelo y se quedó mirándome, como si estuviera
viendo algo bello. Me sentí guapa por primera vez. Nunca me habían mirado así.
Como si mi cuerpo, todo yo, fuera especial para él. Tenía muchas ganas de
besarle, de agarrarle fuertemente y no soltarle, no dejarle escapar. Nos
separamos muy a mi pesar y continuamos andando hasta el final de la playa,
donde dimos la vuelta. No quería llegar al otro lado, donde estaba la cala;
porque eso significaría que me tendría que separar de él. Intentaba ir más
despacio cuando Liam me susurró- mira ese gato negro y blanco en la orilla, se
está comiendo un pez- miré fijamente donde me guiaba su dedo. Pude distinguir
una mancha negra sobre un fondo grisáceo que formaban el mar y la arena, pero
nada blanco. Tenía buena vista. Me quedé contemplando aquel borrón negro hasta
que conseguí distinguir la cabeza, el cuerpo y las patitas del gato. Era un
gato delgaducho desde mi perspectiva, sostenía entre sus garras un pequeño pez
plateado que luchaba aun por zafarse de las garras del gato y huir al agua.
Debía ser uno de esos peces que nadan por la orilla. El gato estaba de espaldas
al mar. Cuando las olas llegaban hasta sus patas traseras, el gato pegaba un
brinco e intentaba alejarse del mar; pero el pez moviéndose, le impedía
alejarse mucho más, intentando volver al mar a la mínima que el gato movía sus
zarpas. El gato no pudo ver llegar la ola que se abalanzó contra él y lo
engulló, llevándoselo mar adentro. Supongo que no sería la primera vez que le
pasaba eso. Me quedé mirando, pero no salió a flote.
-el gato!- grité mientras corría hacia la orilla, me sacaba el
móvil del pantalón, lo tiraba a la arena junto con mi camiseta y me tiraba en
busca de aquel gato. No sabía qué tenía que buscar exactamente. Estaba todo
oscuro y el agua parecía cubitos de hielo. Las olas me cubrían el ombligo al
pasar y hacían que me estremeciera. Me agaché e intenté palpar al gato, entre
el agua y la arena que formaba el helado mar, al que había dejado de oír
maullar hacía unos segundos. Liam por su parte, se quitó la camisa, dejó su
móvil y sus llaves de casa y se metió en el agua en mi dirección. No hablamos
cuando estuvimos juntos, estábamos tensos. Me agaché y me puse de rodillas
palpando el frío agua y la arena que se resbalaba entre mis dedos. Las olas me
llegaban al cuello y a veces me daba en la nuca. No encontraba al gato. Tuve
miedo, pero al mirar a Liam y ver destellos en sus ojos, supe que todo saldría
bien.
Tardamos algo más de dos minutos en sacar al pobre gato. Lo
sacamos ambos.
-¡aquí está!- dijimos a la vez. Sonreímos. Nuestras manos, unidas,
sacaron al gato, empapado. No paraba de maullar.
-lo coges tú?- me preguntó Liam haciendo ademán de salir del agua.
-vale- dije cogiendo fuertemente al gato que no paraba de maullar
y estrechándolo hacia mí. Salimos del agua y acurrucamos al gato entre nuestras
ropas. Liam me ofreció su camisa, que me puse sin rechistar. Él se quedó con
sus pantalones empapados puesto. Nos sentamos en el suelo e intentamos hacer
entrar en calor tanto al gato como a nosotros mismos.
Liam llamó a Ángel para que nos viniera a buscar a la playa y nos
llevara al calor del apartamento de éstos. Yo, por mi parte, llamé a Ainhoa
para explicarle lo sucedido y pedirle que fueran a casa de Liam.
Ángel no tardó en llegar, a penas unos minutos. Llevaba la
calefacción encendida a tope para que no pasáramos frío y entráramos en calor.
Nos dejó en la puerta del apartamento, donde nos esperaban Sara y Ainhoa con
toallas para nosotros y Carolina con varias toallas pequeñas para el gato. Habían
puesto la calefacción en el salón. Por lo visto, habían avisado también a los
cuatro que se habían ido de fiesta para que ayudaran esa noche. Me gustó
encontrarlos a todos. Nos pusimos las toallas, nos sentamos en el sofá e
intentamos hacer entrar en calor al gato, que ya no maullaba; había pasado a
tener los ojos cerrados y tiritaba.
-¡se va a morir!- sollocé desesperada viendo que no mejoraba.
Frotaba mis manos contra la toalla del gato para intentar calentarle. Parecía
mentira como habían cambiado las cosas. Unos minutos antes estaba confusa
intentando contarle parte de mis sentimientos a Liam y después estábamos en su
apartamento, con todos, esperando que no se nos muriera aquella noche aquel
pobre gato.
-¡eh! Todo va a salir bien- me susurró Liam poniendo sus manos
sobre las mías.
Nos turnamos toda la noche para dar calor al gato. Ninguno
descansó bien salvo Sam y Dafne que durmieron plácidamente en la habitación de
Liam.
SIENTO LAS FALTAS!! NO TENGO TIEMPO DE CORREGIR LAS FALTAS, ESTOY DE VIAJE!!
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