Capítulo
32
Ada
Por
la mañana, a las nueve, Liam fue a comprar comida para el gato,
comedero, bebedero y todo lo necesario. Pablo le acompañó. A la
vuelta, pasaron por el único veterinario del pueblo para contarle lo
ocurrido.
-hola!
Qué tal va el gato?- preguntó Liam a todos nosotros cuando entró
por la puerta de casa.
-mejor,
parece que está mejor- contestó Sara por mi, ya que yo estaba
acunando al gato, mirando al infinito absorta en mis pensamientos.
-ha
venido el veterinario a ver al gato- dijo Pablo haciendo un gesto con
la cabeza para que lo viéramos.
-genial-
dijo Vanessa
-por
aquí, pasa- le guió Liam al veterinario. Éste se acercó a mí y
se quedó mirándome. Supongo que lo haría por los ojos llorosos y
cansados que tenía. Por la camisa de Liam que llevaba puesta, aún
húmeda por la zona del sujetador, ya que había mucha humedad en el
ambiente. Por mis brazos aferrándose a la toalla donde reposa el
gato..
-hola,
me llamo Javier- dijo el veterinario ofreciéndome su mano. La
estreché torpemente y me quedé mirándole. Era un señor de media
edad. El pelo cubierto de canas. Barba blanca y larga. Ojos marrones.
Parecía.. majo. Llevaba un maletín gris que dejó sobre la mesa de
madera que había enfrente del sofá.
-hola,
soy Ada, la que se encontró al gato- dije con voz ronca. Hacía
horas que no hablaba y las palabras se me agolpaban en la lengua
intentando salir.
-me
dejas ver al gato?- me preguntó dulcemente sentándose a mi lado en
el sofá, en el sitio que había ocupado Liam toda la noche. Asentí.
Con cuidado, separé al gato de mi pecho y se lo dejé sobre su
regazo. Él, con cuidado le sacó de entre las toallas y le examinó
de arriba abajo mientras susurraba cosas ininteligibles. Le puso el
termómetro, le miró el pelo, la piel, los ojos, las orejas.. lo que
él llamaba una inspección primaria. Tenía algo de fiebre, para lo
que nos dio un par de pastillas que deberíamos dárselas dos veces
al día. Parecía bastante sano.
-ah!
Antes de nada- dijo antes de irse- es una gata, ya sabeis como la
vais a llamar?- nos preguntó. Me quedé muda, no sabía que
contestar. No se me había pasado por la cabeza la posibilidad de
quedarme con el gato, bueno la gata, aunque sí que quería.
-no
os la vais a quedar?- preguntó el veterinario al ver que nadie
contestaba -si queréis puedo buscarla una casa- nos ofreció.
Entonces fue cuando por fin Liam habló por los dos -no, Ada y yo nos
la quedamos- esa frase me emocionó y no pude reprimir una lágrima y
una sonrisa. Nos la íbamos a quedar Liam y yo.. la cuidaríamos
juntos. (era lo que me faltaba.. más lazos que cortar cuando
empezara a desenamorarme..)
-vale,
cuando esté mejor dentro de unos días, pasad a verme para que la
hagamos la cartilla, le hagamos la prueba de la leucemia y le
pongamos las primeras vacunas- nos dijo el veterinario antes de salir
por la puerta.
-si-
contesté
-ah!
Y cualquier cosa, llamadme- dijo por último el veterinario. Una vez
se hubo ido hicimos lo que nos había dicho. Ya estaba casi seca, así
que teníamos que hacerle un hueco para ella. Decidimos ponerle sus
cosas en una esquina del salón, bajo una ventana. Pusimos tres
toallas en el suelo, para que estuviera mullido y dejé a la gata
allí. Cerca, la pusimos la comida, el agua y el arenero.
Me
quedé contemplándola. Era en su mayoría negra, pero tenía el
morro y parte de los mofletes blancos. El blanco seguía por su
cuello y llegaba a su tripa, donde se dispersaba como un tentáculo
por una muy pequeña parte del lomo y seguía hasta el final de su
tripa. Las patas eran negras, con su final blanco. Parecía que
llevara guantes.
-como
la llamaremos?-preguntó carolina
-no
se- admití. No había pensado todavía en un nombre.
-podríamos
ponerle algún nombre de alguna película- propuso Pablo
-si,
es buena idea- dijo Ángel
-como
cual?- preguntó Liam esperando que alguien dijera algún nombre.
-Bola
de nieve, como el gato de los Simpson- propuso Juanma.
Ainhoa,
cogió un Boli y escribió el nombre. Era una buena idea ir apuntando
los nombres y después decidir.
-Cheshire,
de Alicia en el país de las maravillas- propuso Julia.
-Crookshanks,
de harry Potter- propuso Miguel.
-Duquesa,
de los aristogatos- dijo Sara
-gato
con botas- dijo de repente Liam en un susurro.
-pero
gato con botas es de gato, no de gata- dijo Carolina. Me
quedé pensativa.
-espera,
que os parece.. Kitty
Zarpas Suaves? Del gato con botas- dije de repente, me pareció el
nombre perfecto.
-zarpas-
dijo Liam sonriente. Le gustaba el nombre.
-me
gusta- dijo Vanessa y añadió-os quería pedir un favor-
-cual?-
pregunté sonriente
-podríais
ponerle de segundo nombre, Muñe?, era el nombre de la gata que tuve,
era igualita a esta- dijo con voz triste. Me acerqué a ella y la
abracé
-Zarpas-Muñe-
dijo Liam para zanjar el nombre de la gata. Me gustaba ese nombre.
Era bonito.
Me
pasé las siguientes dos o tres horas viendo cómo dormía la gata.
No despegaba los ojos de ella. Por un instante casi hasta logré
olvidar todo lo que sentía por Liam. Él, se pasó esas dos o tres
horas a mi lado, hablando con los demás, sin separarse de mí.
Supongo que adivinaría que realmente no necesitaba que nadie me
hablara o me intentara entrar en razón, iba a pasar el día mirando
a aquella gata hasta que estuviera segura de que estaba bien. Lo
mejor que podía hacer es lo que hizo, sentarse a mi lado y esperar.
Durante esas horas, Marcos me llamó dos veces, ninguna se lo cogí.
No me apetecía hablar. La tercera vez que llamó, cogió el móvil
Ainhoa y contestó. Les invitó a venir a los tres un rato mientras
que esperábamos a ver si despertaba la gata. Ninguno de los
presentes en la habitación (todos), bajó a la playa, aunque sabía
que a los chicos les gustaba mucho bajar para poder hacer surf. Todos
se quedaron en el salón, esperando por mi a que todo estuviera bien.
Se lo agradecería después mil y una veces cada vez que les viera.
No comimos ninguno, todos esperando a que todo estuviera mejor para
preparar una buena comida.
Que
llegara Marcos al apartamento de Liam no cambió nada. Marcos cogió
una silla y se sentó a mi lado, a mi derecha (yo estaba en la
esquina del sofá). Me miró fijamente un rato esperando que yo le
mirara, pero no logré mirarle, no sé por qué. Algo me decía que
si le miraba, dejaría de ser tan fuerte y rompería a llorar. Se
quedó a mi lado, mirando la gata como yo durante unos minutos,
después desvió la mirada hacia los demás. Me cogió la mano y me
la apretó en señal de que me apoyaba, me dio un beso en la frente
mientras se levantaba y se dirigió hacia la otra punta del salón
para hablar con Vanessa.
Un
rato después de que Marcos dejara vacía su silla, la gata comenzó
a moverse y despertó. Maulló y para mi sorpresa, cuando me acerqué,
siguió maullando y se acercó a mi dando trompicones. La ofrecí
comida en la mano, que cogió con gusto. Liam se acercó a nosotras y
se puso en cuclillas a mi lado, mirándonos.
-por
fin- dijo. No hacía falta que dijera más, yo estaba pensando lo
mismo.
La
gata bebió agua y por fin pareció despejarse un poco más. Exploró
las habitaciones una por una, entrando cuidadosamente en cada una de
ellas. Dejó para el final inspeccionar a Sam que Pablo había cogido
por el collar por si acaso y a Dafne que estaba dormida en mitad del
salón cuando Zarpas volvió a éste.
Pasamos
el resto del día en la casa. Marcos se quedó toda la tarde, aunque
sus amigos se fueron.
-me
quedo hasta que todo esté bien- les dijo a sus amigos Marcos.
Ellos
se fueron por la tarde y nos quedamos los demás, hablando ya más
animadamente.
A
la hora de cenar y ya con la gata revoloteando por la casa, nos
pusimos entre todos a organizar una buena comida ya que aun no
habiamos probado bocado ninguno desde el desayuno. No tenían mucha
comida en casa, por lo que Liam y yo fuimos a nuestro apartamento
para coger algo que pudiéramos cocinar para todos. Fuimos en su
coche, sin apenas hablar. En algún momento del corto camino entre su
apartamento y el mío, me cogió la mano de mi regazo y la puso en el
cambio de marchas, con su mano encima de la mía, sonreí. No sabía
si estábamos juntos o no pero cada detalle que tenía conmigo hacía
que le deseara más.
Aparcamos
en la puerta de los apartamentos, subimos la escalera y entramos en
mi apartamento. Estaba oscuro y algo frío, desprovisto de cualquier
tipo de vida. Me asomé a mi cuarto y me quedé mirando el nido que
Dafne tenía en una esquina del cuarto; estaba lleno de huevos, se
notaba que hacía días que no la prestaba atención. Me sentí mal.
Recogí los huevos, a lo mejor todavía estaban buenos y nos los
podríamos comer. Liam sacó de la nevera un tomate, una lechuga y
unos filetes que teníamos. Del congelador, sacó helado; como postre
estaría bien. Cogió cubiertos y nos encontramos en el salón.
-tienes
todo?- me preguntó Liam
-si-
le contesté enseñándole mi camiseta que servía como saco para
llevar los huevos.
-estás
muy guapa así- dijo mirando el trozo de vientre que había quedado
al descubierto al llevar los huevos. Me temblaron las manos. Me puse
nerviosa y temí que se me cayeran los huevos al suelo. Sujeté con
firmeza la camiseta e intenté llegar a la cocina sin que pasara
nada. Al pasar por su lado, rocé mi hombro con su brazo y me
derretí. Temblé y me tambaleé, pero logré mantenerme en pie sin
que un solo huevo cayera. Los dejé en la encimera y busqué una
bolsa donde poder meterlos para llevarlos al otro apartamento.
Cuando
volví al salón me quedé mirando todo a mi alrededor. Nunca había
visto este apartamento tan solo. Nunca lo había visto tan callado.
Me parecía frío. Estaba acostumbrada a ver siempre movimiento entre
aquellas pareces y ahora todo era demasiado silencioso. Cuando Liam y
yo hablábamos parecía que nuestras palabras retumbaban en las
paredes y formaban eco.
-ya
estamos?- dijo Liam acercándose a mí. Estábamos solos. Me puse
nerviosa, sabía que algo iba a pasar entre los dos. Nunca habíamos
tenido un apartamento entero para nosotros dos solos y Liam parecía
que no quería desaprovechar aquella ocasión. Se acercó más y más
a mí hasta que nuestros cuerpos estuvieron a pocos centímetros el
uno del otro. Deslizó su mano por mi espalda y me atrajo hacía sí,
juntando nuestros cuerpos. Mi corazón empezó a bombear más
rápidamente y pensé que él lo notaría bombear contra su pecho. Se
me nubló la vista al tenerlo tan cerca. La luz era tenue en el
apartamento, lo que hacía más íntimo el lugar. Sus ojos emitían
destellos que solo podía percibir si los miraba fijamente; parecían
grises con tan poca luz. Sus labios se acercaron a los míos y nos
besamos. Pero no como habíamos hecho hasta ahora. Ahora realmente
sentía deseo por él. Le estreché hacia mí intentando que el
espacio que nos separaba desapareciera, pero por más que intentaba
que Liam estuviera mas cerca era imposible. Nuestras ropas formaban
una fina capa que nos separaba. Liam me besaba como si no tuviéramos
tiempo, me cogía fuertemente y casi no podía ni respirar. Me
abandoné al beso y al deseo que sentía por él en aquellos
momentos. En algún momento del beso, me descalcé y mis piernas se
entrelazaron en su cintura cuando me cogió en brazos sin separar sus
labios de los míos. Solo los separó para bajar rozando sus labios
contra mentón, mi mandíbula, mi oreja, mi cuello, mi clavícula
hasta llegar a mis pechos. Sus manos bajaron hasta mi trasero, donde
se quedaron apretándolo fuertemente contra él. Aquello me excitó
más.
Me
llevó hasta la pared, donde apoyé mi espalda. El hecho de que
estuviéramos ahí mismo él y yo solos, que me besara
apasionadamente estampando mi cuerpo contra la pared al besarme con
ansia, me hipnotizaba. Desenlacé mis manos de su nuca y comencé a
desabrochar su camisa. Quería verle su torso desnudo. Sentía como
si estuviera drogada por la visión de su cuerpo, de lo que haríamos
en unos minutos. Realmente me sentía feliz y con ganas de hacer con
él cualquier cosa. Por fin su camisa calló a sus pies y pude ver y
tocar cada parte de su pecho. Él por su parte, me quitó mi
camiseta, quedándome delante de él en sujetador. Comenzamos a
besarnos, mientras nuestros cuerpos se juntaban y se fundían en uno
solo allí donde no había ropa.
Rozó
con sus manos mi abdomen, subiendo hasta mis pechos, donde metió la
mano bajo mi sujetador. Gemí de placer al sentirle tan cerca, algo
tan intimo… yo, por mi parte, seguí acariciando su pecho, bajando
hacia su ombligo. Todo era perfecto, estábamos en el momento culmen
antes de que me llevara al sofá y allí me hiciera suya. Pero el
móvil de Liam sonó, como siempre que algo bueno sucedía entre los
dos.
-bueno,
qué? Llega la comida?- dijo Ángel al otro lado de la línea
-si,
vamos- dijo con voz de enfado Liam
Me
dejó bajar y posé mis pies en el firme suelo para después hacer un
mohín. Siempre pasaba algo y nunca podíamos terminar lo que
empezábamos.
-vámonos-
dije con voz triste. Liam me cogió de la mano y juntos, con la
comida en varias bolsas, salimos hacia el apartamento de Liam.
Me
pareció mentira que de un segundo a otro, tanto Liam como yo
pudiéramos pasar de querer sentirlo todo el uno del otro a estar tan
enfadados por que nos hubieran llamado que ni nos habláramos.
-vamos
a estar mucho tiempo asi?- le pregunté a Liam. No soportaba el
silencio que nos invadía a ambos, no porque fuera silencio, sino
porque no era un silencio bello, pero un silencio de enfado, de
rabia, de tristeza..
-no-
murmuró Liam, pero no dijo nada más. No intenté volver a hablar
con él, me limité a caminar a su lado, de su mano simplemente.
-tienes
razón- dijo de pronto, antes de que abriera la puerta de su
apartamento
-en
que?- dije sin saber muy bien por donde iban los tiros.
-no
debería haber pasado de ti durante todo el camino- me dijo con aire
tristón. Quería decirle que no pasaba nada, pero no lo dije e
intenté que Liam siguiera hablando. –me ha sentado mal que no
pudiéramos tener ni un momento de intimidad tu y yo- dijo.
-lo
se, lo mismo me ha pasado a mi- dije.
-todo
está bien, de verdad- dijo Liam con una media sonrisa, aunque
pareció más bien una mueca.
-ya
encontraremos tiempo para nosotros- dije acercándome a él.
Nos
dimos un beso, lento, bonito antes de que Liam abriera la puerta y
nos encontráramos a todos trajinando por la casa para preparar la
cena.
-menos
mal que habéis llegado- dijo Ainhoa cogiéndome la bolsa que traía,
después se acercó a Liam para recoger su bolsa también.
Habían
preparado la mesa, juntando varias mesas por todos los que éramos,
habían puesto dos manteles, vasos, servilletas y algunos cubiertos.
Los cubiertos que faltaban los sacaron de las bolsas que Liam y yo
habíamos traído.
Lo
primero que hice al entrar en el apartamento fue ir a ver a Dafne y
luego acercarme a ver a Zarpas.
La
gata estaba mucho mejor. Me senté en el sofá y me quede pensando en
lo que casi había sucedido. Liam me sonrió al verme pensativa.
Seguro que sabía que pensaba en lo que no había llegado a pasar y
que por alguna extraña razón anhelaba que hubiera pasado.
Nos
quisimos sentar uno en frente del otro, pero Ángel se interpuso
entre los dos, por lo que yo me puse en frente de Ángel y Liam a su
derecha. No paramos de observarnos en toda la noche. Había miradas
fugaces mientras otros hablaban. Cuando alguno de nosotros hablaba el
otro mantenía la mirada fija.. Ahora era cuando realmente sentía
que algo pasaba entre nosotros. Que lo que yo sentía era
correspondido. Ahora era realmente cuando el “tonteo” había
empezado fuerte. Realmente me sentía atraída por él y sabía que
el también por mí. Quería volver a estar entre sus brazos, pegada
a la pared y sentir su cálido aliento en mi cuello, en mis labios,
en mi esternón. Quería volver a sentir sus carnosos labios en los
míos y que se deslizaran como apenas media hora antes había pasado.
Todo lo que pensaba indicaba que lo deseaba. No me había dado cuenta
pero lo deseaba, exactamente eso, desearle.
VACACIONES! CORREGIRÉ LOS ERRORES AL VOLVER!
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