Capítulo
21
Ada
Liam
se debió despertar antes que yo, porque cuando me desperté él
parecía llevar bastante tiempo observándome, mirándome. ¿La
causa? Estaba acurrucada en su pecho, con mi cabeza en su torso y mi
brazo inclusive, casi abrazándolo, estrechándolo hacia mí (se
estaba muy bien así, he de reconocerlo). Él por su parte, acababa
de apoyar su palma de la mano en mi costado. Al principio no me di ni
cuenta, por lo que le atraje más hacia mí, sin pensar en lo que
hacía y sonriendo. Era tan cálido tu pecho.. Cuando me di cuenta,
fui abriendo poco a poco los ojos, me fui volviendo despacito hacia
arriba y me encontré con sus ojos. Esa mañana parecía más verdes
y brillantes, mirándome y sonriendo.
-
buenos días! – me dijo
-
lo siento – titubeé todavía con mi brazo rodeando su pecho y mi
cabeza apoyada en su pectoral – no me he dado cuenta de que eras
tú, de verdad – y comencé a moverme para alejarme de él. Vaya
cagada, lo que me faltaba, pensé para mí misma. Noté cómo la
sangre se acumulaba en mis mejillas. Perfecto.. además me pongo
colorada, pensé.
-
no te preocupes, me ha gustado tenerte así, de verdad que no importa
– dijo Liam sin parar de mirarme a los ojos. Por su mirada, habría
deducido que le había gustado dormir conmigo y despertarse
acurrucado por alguien; pero no podía ser así de perfecto y bueno
todo con él. Además, lo que había entre nosotros era simple y mera
atracción ¿no?. Por lo menos eso era lo que yo quería.. Le
contesté sonriendo y a continuación me tumbé en mi lado de la
cama, mirando a Liam, que giró su cabeza para poder verme. Genial,
así verá mejor lo avergonzada que estoy, pensé. Estaba nerviosa.
Mi corazón parecía incluso más desvocado que la noche anterior.
No
sabía qué decir, pero dicen que hay veces que un silencio vale más
de mil palabras. Desafortunadamente, unos golpes en la puerta
rompieron por completo la mirada cómplice que teníamos ambos.
-
buenos días pareja! Es la una, creo que ya os hemos dejado descansar
mucho – dijeron desde el otro lado de la puerta Noel y Vanessa al
mismo tiempo que abrían la puerta y entraban.
-
¿tan tarde es? – pregunté desperezándome, al tiempo que Liam se
incorporaba.
-
si – dijo Noel y prosiguió – ¿café, leche, cola-cao? –
-
cola-cao – dije mientras que Liam dijo – leche-
-
tostadas o churros recién hechos? – prosiguió Noel
Esperé
que Liam contestara, pero me miró y con su mirada y su movimiento de
cabeza supe adivinar que debía contestar yo primero
-
tostadas - dije
-
yo lo mismo – dijo Liam
-
vale, en cinco minutos tendréis todo en la mesa – dijo Vanessa
sonriente y a continuación dijo – por ciento nos hemos tomado la
libertad de decidir por vosotros en la propuesta de Miguel de pasar
el día todos juntos en la playa que está aquí cerca, bajando la
montaña a pie, espero que no os importe – Liam y yo nos miramos y
sonreímos.
-
para nada, me gusta el plan – dijo Liam
-
¿la playa esa a la que siempre quiero ir? – pregunté emocionada.
Por fin, aquella playa, con aquel mar azul claro que tanto me
gustaba.
-
siii – contestó Vanessa sonriente
-
sabíamos que diríais que sí – dijo Noel saliendo de la
habitación y cerrándola al salir Vanessa.
Nos
quedamos solos otra vez y sentí un cosquilleo en el estómago, tenía
miedo de que la mañana llegara porque él se iría, pero alguien
había pensado en mí y había logrado retenerlo un día más.
Nos
levantamos y me acerqué al armario para ver qué me pondría ese
día. Parece mentira, pero nunca me había parado a pensar en qué
ponerme hasta ese momento; quería estar deslumbrante para él y no
sabía qué le gustaría más. Siempre me había puesto lo primero
que veía, y muchas veces no conjuntaba. A mí siempre me había dado
igual si conjuntaba o no, para vestir, casi siempre había sido un
desastre.
-
esa camiseta que acabas de coger me gusta mucho – opinó Liam y
prosiguió – te quedaría bien con esos pantalones cortos – no me
podía creer que Liam me estuviera diciendo eso, no sabía qué
decir.
-
vale– dije y salí acelerando el paso de la habitación hasta el
baño, en el cual acababa de entrar Carolina. No sé por qué
reaccioné así. Me puse nerviosa, demasiadas emociones a la vez. Me
senté en el suelo del baño durante un buen tiempo, asimilando lo
que había pasado los días anteriores y aquella noche. Carolina
cerró la puerta y esperó a que yo hablara. No sabía qué era
exactamente lo que estaba pasando entre los dos, pero sentía que
algo entre nosotros estaba empezando a formarse, y me daba miedo el
final de esta historia.
¿Tal
vez todo fuera algo pasajero? Eso esperaba. Me levanté con ayuda de
Carolina y me miré al espejo, me miré a los ojos y le dije a
Carolina y a mi misma - no quiero sufrir- fue lo único que pude
decirme a mí misma frente al espejo.
-Ada,
no pienses así, no le conoces, dale un voto de confianza- me dijo
carolina con mirada suplicante. No sabía qué hacer, necesitaba
tiempo. Todo había ocurrido muy deprisa. Y era ahora cuando me
estaba dando cuenta. Demasiadas cosas.. Sentía muchas cosas por él,
demasiadas; cosas que nunca había sentido por nadie más y no sabía
qué sentía él, si es que sentía algo que no fuera mera amistad y
cariño. De todas haría lo que mejor se me da.. dejar apartados de
mi mente pensamientos que no tuvieran que ver con el tonteo que
teníamos Liam y yo.
Notaba
que mi mirada era triste, así que esperé unos minutos para despejar
mi mente y vestirme. Pero al salir del baño junto con Carolina de la
mano y verle, todo lo que había dicho frente al espejo se esfumó;
apreté la mano de Carolina y la susurré -no me puedo resistir a
él..- Carolina me contestó con una sonrisa y un apretón de mano.
Lo que sentía por él era algo casi adictivo. Si no le veía podía
proponerme no dejarme llevar, ir con cuidado, pero al verle.. Todo lo
dicho se desvanecía y solo le veía a él. Nos sentamos uno frente
al otro a desayunar, mientras los demás seguían preparando las
cosas para nuestra escapada. Nos echamos miradas fugaces que lo
decían todo. Ojalá nunca hubiéramos despertado y hubiera dormido
así con él para siempre, pensé. Pero.. Ada.. qué coño estás
pensando? Me recriminé a mí misma. Me removí en mi silla nerviosa
y zarandeé mi cabeza de un lado a otro, intentando sacar de mi mente
aquellos pensamientos sobre Liam. él debía ser otro chico más,
alguien con quien tontear, como hacía desde hacía unos años, nada
más. Cualquier cosa más significaría que me haría daño. Me
gustaba de verdad y yo también quería gustarle de verdad a él.
A
las dos ya teníamos todo preparado y estábamos listos para salir.
Mientras todos ayudaban a meter las cosas en el monovolumen de los
chicos (no sé por qué no fuimos en mi furgoneta, es más grande),
aproveché para irme sin que se dieran cuenta a la playa con Sam y
Dafne. Me las llevé para que Sam corriera antes de irnos y Dafne
pudiera nadar un rato. Además así yo también podía despejarme.
Había bastante gente en la playa dadas las horas que eran pero eso
no impidió que pudiéramos correr Sam y yo por la orilla y Dafne
seguirnos mientras nadaba cerca de la orilla, ya que todos tomaban el
sol. Sentía que tenía la mayor libertad de todas cuando estaba
paseando tranquilamente por la playa. Sam corría a mi alrededor y
jugaba trayendo conchas que le tiraba y me traía. Ladraba pidiendo
más, pidiendo que le tirara cualquier cosa. Dafne a veces intentaba
hacer un intento de vuelo corto en un intento de conseguir llegar a
Sam. Me hubiera pasado tirando conchas horas, pero eran las dos y
veinte y ya tendrían todo preparado.
-
Ey Ada! Donde te habías metido? – dijo Sara acercándose a mí
-
me he ido con Sam y Dafne a pasear por la playa un poco, pero ya
estoy aquí – dije esbozando una sonrisa. Estaba más feliz que
cuando me había ido; sería por la “hormona de la felicidad” que
se segrega cuando haces ejercicio.
-
ya estamos todos, venga vámonos- dijo Ainhoa cuando me vio pasar a
su lado saludándola con un beso.
Nos
subimos todos en el monovolumen de los chicos en vez de mi furgoneta
hippie, todavía no recuerdo el porqué, habríamos ido más a gusto
en mi furgoneta. Delante iban Noel y Pablo, en los tres asientos iban
Sara, Julia Vanessa y Ainhoa, en los dos asientos siguientes iban
Carlos, Liam y Miguel y por último en el maletero, sentados en el
suelo, íbamos Ángel, Carolina y yo con Dafne y Sam. Liam intentó
ponerse conmigo pero yo no quise, por los remordimientos que tenía
sobre lo que sentía él sobre todo aquello. Aun así, Liam se sentó
en el asiento que estaba más cerca de mí. Pasó su mano por un
lateral de su asiento hasta alcanzar mi cuerpo, y dejo la mano posada
sobre mi rodilla durante todo el trayecto. Daba igual que hubiera
baches o curvas, su mano en ningún momento amenazó con moverse de
donde estaba. Me daban ganas de tocar su mano, en realidad, me moría
de ganas, pero la verdad, tenía miedo. No quería sobrepasar la
línea del tonteo. No quería que él significara nada más que eso,
otro chico más de mi lista. Sentía cosas muy fuertes por él, pero
aun así no podía dejar que mi corazón venciera frente a mi cabeza
que me decía que me haría daño, como tantos otros.
El
trayecto no fue muy largo, apenas media hora de curvas, baches y
frenazos.
Por
fin llegamos, aparcamos el coche, nos bajamos.. La vista era
magnifica, podíamos ver árboles, montañas gigantescas, pero no se
veía el mar, todavía. Vino una brisa veraniega que me revolvió el
pelo, al tiempo que Dani se reía de mí. Cogimos las cosas y
estuvimos bajando durante una hora la montaña, lo que para mi fueron
como dos largas horas pensando en Liam, a quien tenía a apenas dos
pasos por delante de mí. Y a medio camino logramos vislumbrar el
mar, pero para la playa quedaba un trecho más. Cuando logramos
llegar por fin a la playa, solo vimos a dos parejas jóvenes y otras
dos más con niños pequeños. La playa era preciosa. El agua
cristalina, podías ver los peces; no había arena, la playa estaba
llena de pequeñas piedras, cantos rodados de color ocre y hueso, que
daban un efecto muy relajante y sedante en los pies mientras andabas
por la playa. Las piedras que se encontraban al sol, ardían debajo
de mis pies, lo que hizo que dejara la silla que llevaba en el suelo
y saliera corriendo al agua a mojarme los pies. Las olas eran más
bien grandes, de las que nos gustaban a nosotras, o por lo menos a
mí. Volví junto con los demás y dejé la mochila que no me había
llegado a quitar antes en el suelo, sobre una toalla. Después salí
corriendo a zambullirme en el agua seguida de cerca por Sam y Dafne
que se quedaron en la orilla mojándose sus patitas. Sentí un
cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo cuando me tiré de lleno al
agua. Era una gozada, el agua estaba a una temperatura más que
apetecible y las olas no paraban de mecerme, haciéndome sentir muy
bien. Olvidándome de todo. El agua es mi medio. Sumergí la cabeza
bajo el agua y.. Abrí los ojos; aunque no se veía bien, podía
distinguir las formas de los peces que se movían a mi alrededor,
incluso algunos me picoteaban los pies. Era la primera vez que abría
los ojos debajo del agua de mar y no me escocían los ojos. Tal vez
era una señal de que las cosas pueden cambiar, que a lo mejor Liam y
yo podríamos estar juntos algún día. Todo lo que se me pasaba por
la cabeza estaba relacionado con Liam. Liam, Liam, Liam.. Siempre
Liam. Esa playa era la mejor en la que había estado. Había un
descenso tremendo en cuanto te metías en el agua. El agua pasaba de
cubrirte los pies a cubrirte hasta el cuello casi. Estaba bien,
porque así, desde fuera me podía tirar de cabeza y sabía que no me
chocaría contra las pequeñas piedrecitas que formaban el fondo.
Tenía ganas de bucear, aunque no me había puesto ni gafas ni
aletas. Iría más despacio y me cansaría más; pero en aquellos
momentos no me importaba.
Los
demás también se metieron en el agua, pero ninguno, ni Liam, se
acercó a mí. Supieron entender que necesitaba espacio. Se lo
agradecía, sobre a todo a Liam, que sabía que en mí había
encontrado a una persona con la que poder bucear. Cuando estuve
relajada, dejé que las olas me sacaran y me quedé durante unos
segundos tumbada sobre las piedras hasta que sentí como alguien me
tapaba el sol de la cara; era Sara.
-
son casi las cinco, ven con nosotros que algunos tienen hambre y se
han puesto ha hacer bocadillos – dijo. Me levanté refunfuñando y
nos acercamos donde estaban los demás. De verdad parecíamos una
familia, les vi a todos desde lejos, riéndose, pasándose comida
para ayudar todos a hacer los bocadillos, ninguno protestaba y me
sentí bien pensando que todos ellos, estaban felices en ese momento.
Siempre
me habían dicho que siempre pensaba en mantener unidos a mis amigos
y en pensar más en los demás que en mí. Cuando nos acercamos más,
vi que me habían dejado un sitio entre Noel y Liam. Me senté entre
ambos; notaba la rodilla de Liam tan cerca de la mía.. No me rozaba,
pero podía sentirla. Cada vez me resultaba más difícil poder
verle, sentirle y no besarle, abrazarle.. Poder gritarle que estaba
locamente detrás de él, que no sabía que era pero sabía que era
intenso. Solo habíamos pasado apenas unos cuantos días juntos, pero
para mi eso era suficiente, por ahora..
No
hablé mucho durante el día, preferí escuchar cómo los demás
contaban sus anécdotas, cómo Sam corría de un lado a otro y Dafne
picoteaba a ésta las orejas, o cómo las chicas corrían en
dirección al agua y se zambullían. Por primera vez, fui yo quien se
tumbó en la arena mirando al sol sobre una toalla, bajo la sombrilla
y me puse a pensar, a descansar; mientras los demás se iban hacia el
agua. Pensé en lo que sentía por Liam. No estaba muy segura de
nada. No era la primera vez que me gustaba un chico y me daban
calabazas, y tampoco sería la primera vez que estaba con un chico
que me hacía daño. En parte tenía miedo de eso, del futuro. Aunque
siempre me había dicho que debía vivir el presente, nunca lo hacía,
era así de rara (y lo sigo siendo, estoy segura). Soy muy poco
hábil, por lo que no suelo darme cuenta de lo que quiere el chico
cuando tontea conmigo y a veces por eso, me meto en líos. Lo que
siento yo, es fácil de interpretar por mí, pero interpretar las
intenciones de los chicos.. se me da mal.. no, lo siguiente. Así que
en cosas de amor, soy un cero a la izquierda. (será por eso que me
las meten dobladas). Seguía pensando en mis cosas cuando noté cómo
alguien se tumbaba a mi izquierda un rato después de haber cerrado
los ojos. Sentía su respiración, calmada, relajada al igual que la
mía. Sentí que solo estábamos los dos ya que oía un gran barullo
a lo lejos que supuse que serían mis amigos. Su respiración se
acompasaba con la mía. Noté cómo me acariciaba el brazo, las
mejillas. Tenía la piel rugosa y mojada, me estremecí. Por donde
iba pasando sus dedos, notaba que mi piel se mojaba y se entumecía,
para en seguida volver a secarse y volvía a arder por el sol. Quería
que fuera Liam quien lo estuviera haciendo, lo deseaba con todas mis
fuerzas, pero no me atrevía a abrir los ojos, ni siquiera a
entreabrirlos para no decepcionarme. Así que lo único que hice fue
sonreír y seguir sumergida entre mis pensamientos mientras aquel
desconocido me acariciaba.
-
tienes una sonrisa preciosa – reconocí su voz enseguida, era él,
era Liam y en un acto inconsciente abrí los ojos y ahí estaba él,
incorporado sobre su toalla, tapándome el sol con su robusto cuerpo,
apoyado sobre su mano derecha y su cuerpo echado hacia delante, donde
estaba yo tumbada. Estaba completamente empapado de agua salada. Al
verle así recordé la primera vez que habíamos buceado juntos. Con
el pelo chorreando agua salada estaba guapísimo. Una gota calló
sobre mi pecho; un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Otra gota
más calló en mi cuerpo, esta vez en mi hombro y otra más en el
brazo. Me fijé de donde venían: de su pelo, de su pecho, de su
abdomen, de todo su cuerpo caían pequeñas gotas y la mayoría
llegaban hasta mi cuerpo. Me miró con unos ojos que demostraban amor
y sinceridad, hizo una mueca y a continuación dijo -por tu cara..
¿Esperabas que fuera otra persona?-. Mientras poco a poco acercó
más su cuerpo al mío y posaba su mano izquierda sobre mi toalla, al
lado de mi cara. Más gotas empezaron a mojar mi bikini ya seco y el
resto de mi piel descubierta y achicharrada por el sol. Las gotas
estaban frías y lograban refrescarme algo, a pesar del calor que
emanaba de mí al tener tan cerca de Liam.
-
esperaba que fueras tú – susurré, sonrojándome nada más
decirlo. Sus ojos brillaron y se volvieron más verdes, estaba feliz.
Había empezado a entender parte de su ser. Sabía reconocer cuando
estaba feliz mirando sus ojos. Me había salido solo y no sabía por
qué lo había hecho. Quería huir pero antes de que pudiera se
acercó más a mí, me cogió de la cintura con su mano izquierda
atrayéndome hacia él. Pegué un grito ahogado, sus mano estaba
terriblemente fría cuando rozó la piel de mi espalda. Me dejé
llevar, sabiendo que eso es lo que debía hacer; vivir el presente,
por primera vez. Apoyó su codo derecho en la toalla y con su mano
derecha me fue acariciando la mejilla hasta llegar a mi cuello, hasta
que su cuerpo estuvo tan cerca del mío que olvidé hasta como
respirar. Por donde iba pasando sus fríos dedos mojados en agua
salada, el bello se me erizaba. Solo le sentía a él, que por fin
estaba a mi lado, conmigo. Mi corazón que desde hacia un rato iba
deprisa, comenzó a ir más deprisa si es que es posible que pase
eso. Se acercó más y más, muy despacito, como en los cuentos de
hadas o las películas de amor. Cada vez nuestros labios estaban más
cerca y mi corazón latía con tanta fuerza que llegué a pensar que
seguramente lo escuchaba tan claramente como yo. Se quedó quieto
cuando sus labios rozaron los míos y durante una milésima de
segundo los dos saboreamos como era ese momento antes del paso final,
sonriendo. Tenía unas ganas inmensas de besarle, de sentir su beso
con sabor a sal, de tenerle pegado a mí; estaba empezando a desearle
sin apenas haber echo nada. No quería esperar más. Vi gotas de agua
resbalando por sus labios carnosos y sentí envidia de ellas. Y por
fin pasó. Nuestros labios se juntaron, fue una sensación
enloquecedora. Me recorrió un hormigueo por todo el cuerpo empezando
por la punta de los pies y terminando en mis labios. Mi cuerpo se
pegó al suyo, moviendo mi pelvis intentando estar lo más cerca de
él que nuestros cuerpos nos dejaban. No fue un beso largo, tras unos
segundos, nuestros labios se separaron, quería más, quería saber
cuál era el tacto de su lengua, su sabor, su todo pero Liam me
sonrió y se tumbó en su toalla, dejando que me tumbara en su pecho
como aquella noche. Cuando creí que no me veía, me relamí. Mis
labios sabían a la misma sal que hacía pocos segundos estaban en
sus labios. Después de aquel beso, me inundaron la mente muchas
preguntas, la mayoría sin respuesta. No sabia que significaba
aquello que acababa de pasar, me sentía tan bien a su lado pero por
otro lado, todo había pasado muy rápido. A lo mejor me estaba
precipitando. Tuve miedo, una vez más.