Capítulo
24
-Ahora-
Suena
mi móvil Es Jose. Ultimamente me llama mucho, demasiado casi, pero así es el trabajo... Descuelgo.
-Si?-
pregunto a modo de saludo.
-Hola
luca- me dice jose por la línea de teléfono
-Ciao
Jose
dimmi.
Dime-
le
digo a Jose.
-haces
algo esta tarde?- me pregunta. Hoy es mi día libre.
-no,
no tengo nada que hacer- contesto con una voz un tanto desconfiada.
No se que me quiere pedir pero tengo que estar a su disposición siempre, para lo que quiera. Eso me facilitará mucho las cosas
después.
-Hazme
el favor de pasarte por casa y llévate a mi hija a alguna parte. Hoy
sus amigos y mi hijo no van a volver hasta tarde a casa y ella...
Necesita salir un poco de casa. Nunca sale- dice Jose con un deje
apenado en su voz. No respondo de inmediato. Por lo que me han
contado, su hija no quiere salir nunca de casa y pelearme con esta
chiquita en concreto, para sacarla de casa.. puff no sé, no me
apetece mucho.. además ella se pasa el día frente al ordenador.. yo
no la voy a poder convencer.. pero bueno, tengo que sacar a la hija
de Jose de casa si quiero ganarme más su confianza. Dentro de unos
meses, hasta me confiará su vida, seguro.
-È
ok.
¿A qué hora?- pregunto.
La
conversación
no dura mucho más después de que Jose me diga a la hora que tengo
que estar en su casa.
Me
preparo para ir en la moto. Me pongo ropa de abrigo y encima de ella,
los pantalones y la chaqueta, pues estoy seguro de que la tendré que
dejar los pantalones y la chaqueta de moto a la hija de Jose.
Llego
a casa de Jose, su hija aún no ha llegado.
-Hola
Luca, me alegra verte- me dice la mujer de Jose.
-Ciao
Ana- la
saludo. Me sonríe y me deja pasar. Sami aparece de la nada y se tira
sobre mí, como siempre hace.
-Ciao
a ti también
Sami- la saludo. No acostumbro a saludar a los animales, pero es algo
que debo hacer para agradar a la familia de Jose. Por lo que he
visto, la perra es uno más.
-te
ha echado de menos Luca- dice Ana María. Sonrío como respuesta, pues
no se que coño puedo contestar a esa afirmación.
-está ya Ana en casa?- pregunto para salir del paso.
-no,
aun no ha llegado. Pero no tardará- me dice Ana María.
-Vabbè-
contesto.
-vamos
al salón si te parece bien y ahí hablamos- me dice Ana guiándome al
salón. Ahí esta Jose.
-Hombre
hola Luca!- me saluda Jose.
-Ciao
Jose-
le saludo.
-siéntate-
me dice Ana María.
-esta
bien- digo sentándome en el sofá. Ana maría se sienta a mi lado.
-qué
tal llevas el estar lejos de casa?- me pregunta Ana María.
-bene,
bueno.
Es una experiencia agradable- digo sin dar detalles. Solo lo que ella
quiere oír.
-no
van a venir tus padres a verte?- pregunta.
-no,
de momento no- contesto. Al ver las expresiones de Jose y Ana María
añado –están muy liados ahora con el trabajo y no creo que tengan
tiempo para un viaje tan largo.
Ana
María y Jose asienten. En sus miradas puedo ver tristeza. Sienten
pena por mí, no me gusta que eso pase.
-bueno
sabes que aquí estamos para lo que quieras Luca- me dice Ana María.
Asiento.
-Luca,
no sé a que hora llegan los amigos de Ana y mi hijo, pero no me
importa la hora a la que llegue a casa. Confío en ti- dice Jose
después de un largo rato de silencio. Asiento. Ya me he ganado su
confianza. Ahora solo tengo que soportar a su hija unas cuantas
horitas... o mejor dicho... horazas...
Oigo
como la puerta de la casa se abre, seguro que es la niña de Jose.
-hola-
saluda Ana apoyada en el marco de la puerta. Esa pose de niña chula
no le pega nada. Casi estoy por echarme a reír.
-Ciao
–la
contesto
cortésmente. Para mi sorpresa, se acerca a mí y me planta dos
besos. Si no estuvieran sus padres delante no creo que se hubiera
acercado a mí tanto como lo ha echo ahora. Noto la descarga
eléctrica en cuanto nuestras mejillas se rozan. Evito la tentación
que me invade de cogerla por la cintura y atraerla a mí, más cerca.
Todo lo que pueda...
-Qué
haces aquí?- me pregunta Ana, casi exigiéndome que se lo diga.
Enarco una ceja. Vaya con la niña! Qué pronto me quita de la cabeza
lo que hace segundos deseaba hacer. Ella es tan... diferente. En un
segundo mi cuerpo me pide más de ella, pero abre la boca y todo se
va a la mierda. Al menos eso me mantiene cuerdo. Al menos sé que
mientras hable, lo que pienso de ella no cambiará y no llegará a
pasar nada entre nosotros. Mejor. Mucho mejor.
-no
seas borde Ana!- dice Ana María a ésta. Eso solo consigue que se
rebote aún más.
-bueno..
pues..- digo pensando como darle algún golpe bajo y dejarla cao.
-os
dejamos solos- dice Ana María mientras veo como le hace una seña a
Jose para que se vaya con ella.
Me
quedo mirando a Ana, esperando que me mande a la mierda o me eche de
la casa, pero eso no pasa. Se queda callada. Así que hablo yo, para
meterla el corte.
-tu
padre me ha llamado- la digo. Espero a que reaccione, porque seguro
que no sabe por qué me ha llamado.
-y?-
dice a modo de respuesta. Sonrío para mis adentros. Ahora es cuando
la voy a meter el corte...
-quería que saliera contigo por ahí digo. Se que la molestara que su padre
mande al chico que no soporta a salir con ella. Y además seguro que
se da cuenta de que su padre siente pena por ella porque no sale de
casa.
-por
qué?- me pregunta. No parece muy afectada por lo que la acabo de
decir.. ¡vaya fail!
-porque
nunca sales. Y porque hoy no están en tu casa ni tu hermano ni tus
amigos- la digo. Ella refunfuña. perfecto!
-bueno
a ti que te importa si salgo o no- me dice, o más bien me exige.
-a
mi no me importa, le importa a tu padre- digo sinceramente.
-esta
bien, que vamos a hacer- acepta con un suspiro. No esperaba que
aceptara tan rápido Me hubiera gustado bacilarla algo más de lo que
he podido, que ha sido casi nada. Bueno, mejor dicho, nada de nada.
Es pronunciar la palabra “padre” y la tengo comiendo de mi mano.
Acompaño
a Ana a la cocina. Ella no me siente.
-vamos
entonces?- susurro a Ana en el oído mientras ella dice a sus padres
que nos vamos a ir. Ella pega un bote. Solo la he hablado así por provocarla y no me arrepiento. El bote que ha pegado y su cara, no
tiene precio. Y estar junto a ella, tampoco lo tiene, muy a mi pesar.
-no
te acerques tanto a mi. ¿Quieres matarme de un susto?- me recrimina
Ana. Su labio inferior tiembla. Esta nerviosa. Perfecto. Me
encantaría contestarla, pero me muerdo la lengua pues iba a decir
una obscenidad. No la contesto y la insto a andar hacia fuera de la
casa con un movimiento de cabeza. Sigo a Ana por el pasillo hasta
fuera de la casa, donde ella se dirige al coche de su padre.
-Dove
vai? ¿A
dónde vas?- pregunto
algo confuso.
-al
coche- dice ana algo seca. ¡Ja! ¡Que se lo ha creído!
-te
llevo yo,
andiamo
in moto.
Vamos en moto- digo.
No me perdería por nada del mundo a esta chiquilla subida en mi moto.
Espero que tenga miedo.
-ja!
Vamos en coche- dice Ana abriendo el coche. Que se ha creído ésta?
No me conoce bien..
-en
moto.
Soy yo el que te lleva y yo te llevo en moto- digo de forma
autoritaria. Odio que me saquen de quicio, y ella lo esta
consiguiendo.
-dime
una razón para ir en moto y no en coche- me dice Ana, retandome. Con
que esas tenemos no?
-È
il mio piano.
Es mi plan. Soy
yo el que te saca a la calle, así que yo elijo el medio de
transporte- digo harto ya de esta discusión que desde el principio he
sabido que ganaré.
-no
es una buena razón me dice atacándome ¡Me crispa los nervios esta
chavalita!
-me
apetece llevarte en moto- digo sin mas. Seguro que es lo que ella quería oír.
-vale,
espero que lleves casco de sobra- dice al fin, cediendo. Parece
mentira que la haya podido convencer de esta manera tan estúpida.
La
paso el caso de moto que la regalaron en reyes, mis pantalones y mi
chaqueta de moto.
-agárrate
a mi cintura si no quieres caerte- digo a la chiquilla con voz
neutra. Con lo cabezota que es, seguro que se niega. Pero bueno, ella
ya se dará cuenta de que si no se agarra, se cae. Es un problema de
física muy sencillo.
-y
si no lo hago?- me dice. ¡Como lo sabía! ¡Será tonta...!
-Perderai
l’equilibrio. Te
caeras. Pero haz lo que quieras- la digo. Me importa bien poco donde
se agarre. - Stràppo.
Arranco- digo mientras
acelero. Voy a más velocidad de la que debería, pero quiero pegarle
un susto a la chiquita. Ésta se desestabiliza y termina agarrándose
fuertemente a mis hombros.
-Ti
ho detto. Te
lo advertí- digo
sin más mientras sonrío para mí mismo. Me gusta la niña de papá.
Me gusta jugar con ella, bacilándola, tensándola, poniéndola al
límite de su paciencia y ver su reacción. Es divertido.
-creído-
me dice. Estoy a punto de echarme a reír Me habían llamado muchas
cosas, pero nunca creído. Creo que esa palabra es poca cosa para lo
que soy realmente yo. Sus brazos me molestan en los hombros y no me
dejan maniobrar bien, así que sin decirla nada, cojo sus manos y las
dejo reposar en mi cintura. Ahí están mejor.
-que
haces loco!- me grita. Joder con la chiquilla.. que he echo ahora
haber?
-que
hago de que?- pregunto sin entender nada.
-no
sueltes la moto - me chilla casi desesperada.
-no
te preocupes por eso. Tus manos sobre mis hombros me molestan que no
veas para conducir y no chocarnos- la reprocho. Es su culpa, no la
mía, ¡encima!
-falta
mucho?- me pregunta entonces la hija de Jose.
-Non
tanto.
No mucho. Mira el paisaje mientras- la contesto. Así se mantendrá
entretenida y me dejará un poco en paz.
Seguimos
el camino.
-Ti
piacciono?
te gustan?- pregunto
a la chiquita cuando ésta se dedica a tocar mis abdominales sin
disimular ni un pelo. Me encanta decirla mis arrogancias y que ella
se quede sin saber qué decir, roja como un tomate.
-el
qué?- pregunta ella. Por su voz, parece algo avergonzada. Pero yo no
puedo dejar escapar mi oportunidad de que vea como soy en realidad.
Si soy borde con ella, me aseguro de que no se acerque a mí nunca.
Bajo ningún concepto. Así que merece la pena ser borde y arrogante.
Pero
después de ser tan borde, a pesar de no querer serlo, mi yo de
verdad, aparece.
-Hai freddo? ¿Tienes frío?- pregunto.
Noto como sus manos tiemblan. No ha cogido guantes, así que debe
estar helada. Cojo sus manos y las envuelvo en mi jersey para que
entre en calor.
Mierda!
Ahora me arrepiento de lo que acabo de hacer.. eso no hará que se
aleje de mí. Eso no hará que me odie. Y ella tiene y debe odiarme,
por el bien de los dos. Me desvío de todo en un segundo. Y no me
puedo permitir un segundo sin pensar en mi objetivo.
Cuando
paramos en el bar al cual la llevo, tomamos un cola-cacao ella y yo
café, ambos con donut y siento ganas de llevarla al lago donde voy a
alejarme de todo. Pero no tenemos tiempo, sus amigos llegarán a casa
en breves y bueno.. casi que prefiero que no hayamos podido ir al
lago. Ha sido una estupidez proponérselo, la verdad. La dejo en la
puerta de su casa.
-gracias
por sacarme de casa- me dice. Sonrío, aunque me arrepiento nada más
hacerlo. Menos mal que llevo casco y ella no me puede ver.
-espera
que..- me dice la hija de Jose mientras se baja la cremallera de la
chaqueta que la he dejado. En cuanto el aire frío roza su ropa, ella
pega un grito ahogado. Iba a advertirla, pero creo que es más
divertido verla así.
-no
te lo quites. Dámelo mañana. Me tengo que pasar por aquí- digo. Y
sin esperar que diga nada, arranco la moto y me alejo. Dejándola
allí sola, en mitad de la nieve.
Llego
a casa. Estoy cansado. Me pongo la televisión y me dedico a no hacer
nada. Mi padre llama muy tarde ya a mi móvil pero no lo cojo. No me
apetece hablar con él.
Sin
embargo llamo a Chiara, quiero escuchar su voz y contarle todo lo que
ha pasado hoy.
-Luca
no quiero que seas borde con ella- me pide Chiara
-pero
Chi...
-No.
Luca, trátala bien – dice Chiara en un aullido. Asiento a pesar de
que sé que no me está mirando.
-esta
bien, lo intentare. Pero no prometo nada Chiara. Ella esta en medio
del trabajo. Y tu vas primero – digo dando por zanjada la conversación.
Estuvimos
hablando sobre Giovanni y nuestro padre largo y tendido hasta que mi
madre llamó a Chiara insistentemente.
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