Capítulo
27
-Ahora-
Los
días pasan lentamente cuando estoy en casa de Jose, casi prefiero
encerrarme en mi trabajo en el laboratorio.
Hace
poco que comenté a Jose mi idea de estudiar en España mientras
comíamos en el comedor del edificio donde trabajamos a lo que
contestó.
–Es
fantástico. Una fantástica idea. Pero... ¿Vas a poder aguantar
tanto tiempo sin tu familia?
–Sí
–contesté secamente.
–Me
alegra que te vayas a España y creo que tengo que proponerte algo
que quizás te ayude a entrar en una universidad española
–¿Qué?
–pregunté extasiado.
–Mi
hija –al oir aquellas dos palabras, se me derrumbó todo –. Ella
está dando clases a mi hijo para la selectividad. Quedan por las
tardes cuando sale de clase él. Vete con ellos. Los días que estés
con ellos dímelo y no hace falta que vengas.
–Pero...
No, no puedo. Tengo que hacer mi trabajo –dije intentando quitarle
a Jose la idea de pasar más tiempo con su hija.
–A
mi hija le viene bien, no hace nada en todo el día si no fuera por
sus amigos y por dar clases. No le importará un alumno más –dijo
Jose. En cuanto dije eso, supe que dijera lo que dijera no me iba a
librar de ir allí con su hija.
–Está
bien, probaré.
Pensaba
probar y no volver, alegando que no entendía lo que me explicaba. Y
por eso, ahora estoy en el cuarto de Ana, con su hermano a mi lado,
que no para de hablarme de sus clases con su hermana y de preguntarme
para qué quiero estudiar la selec... Como se llame.
–Ya
verás, es guay. Tiene mucha paciencia y si no lo pillas te lo
explica como para bobos –me cuenta Miguel. Por un momento me quedo
pensativo. No la veo con mucha paciencia encima.
–miguel
ya estoy en casa. Vete sacando el libro de biologia- grita la hija de
Jose. Mi mandíbula se tensa.
–Tranqui,
no pasará nada. Es buena profesora –me anima Miguel al ver mi
reacción al sonido de la voz de Ana.
Al
segundo de decir eso, la hija de Jose entra por la puerta de su
habitación. Nuestras miradas se cruzan e intento mantenerla.
Intentando ver lo que sus ojos me quieren decir. No le gusta la idea,
ya somos dos.
–Hola
–saluda la hija de Jose a Miguel. A mí me saluda con un leve
asentimiento de cabeza.
-miguel
podemos hablar un momento?- la voz de la chiquilla suena rasposa y
enfadada.
-claro-
contesta Miguel a su hermana levantándose de la silla. Ambos se van
al cuarto de Miguel y cierran la puerta.
No
logro escuchar todo lo que dicen, solo escucho restos de algunas
frases. Lo único que logro escuchar con nitidez es a Ana diciendo:
“No no no”.
No
tardan mucho en salir de la habitación y enseguida nos ponemos en
marcha.
-antes
de nada Luca dime en que asignaturas tengo que ayudarte. Me tengo que
organizar – me dice la hija de Jose. Me debato entre si levantarme
de la mesa e irme a casa o quedarme. El ambiente es demasiado tenso.
-me
tengo que examinar de todas las que se examinara tu hermano, asi que
bueno si no te importa que este con vosotros cuando le expliques
algo.
Ana
coje una silla y la coloca entre ambos para sentarse. Una vez sentada
saca un papel y comienza a apuntar las asignaturas de las que me
examinaré.
-y
tu? te vas a examinar de filosofia? –me pregunta la hija de Jose
mirándome directamente a los ojos. Desliza la mirada a mis labios y
algo en mi interior cruje, como si dentro de mí algo se estuviera
rompiendo. Mi corazón parece que late más deprisa, pero eso es
imposible.
-no
se que voy a elegir. En eso estoy algo perdido
-no
te preocupes luego lo miramos
-si
te parece bien, para no perder tiempo hoy vamos a seguir tal como voy
con mi hermano. Mañana pasate por casa pronto, en cuanto te
despiertes y miramos como nos organizamos vale?
-Vabbè.
Vale,
sí, tranquila- digo con voz casi hasta dulce.
-pues
empecemos- dice Ana. Y comienza con biología, explicándonos lo que
toca hoy, Adn y yo que sé qué más. Nos pasamos dos o tres horas,
tal vez más repasando ese tema sin parar y al final, ya por la
noche, vuelvo a casa con la promesa de volver al día siguiente para
estudiar con la hija de Jose solos.
Me
tiro en la cama y pienso si me merece la pena ir mañana a casa de
Jose. Suspiro. Tal vez ella realmente sí que pueda ayudarme. Pero no
sé si merece la pena el esfuerzo que tengo que hacer por ello.
Cuanto más tiempo pase con la hija de Jose, más deseo, más
tentación y más comedura de coco después. Más conexión que
romper entre ambos.
*
* *
Mi
despertador suena pronto. Me ducho, me aseo, paso por el vater a
descargar y salgo pitando a casa de Jose.
Entro
sin llamar a casa de Jose y subo hasta el piso de las habitaciones.
Me paro frente a la puerta de Ana y suspiro. Llamo a la puerta
mientras la abro.
–Ciao
–saludo
en un susurro al ver que no hay luz dentro. Distingo la silueta de la
chiquilla en la cama cuando mis ojos se acostumbran a la penunbra. La
poca luz que hay dentro de la habitación, proviene de la puerta. No
puedo evitar quedarme embelesado mirándola dormir plácidamente, o
eso es hasta que veo como la hija de Jose se pellizca. A juzgar por
su gesto, no se cree que esté aquí. Estoy apunto de echarme a reir.
Me apoyo en el marco de la puerta, esperando a que se de cuenta que
soy real.
no
es un sueño, sono
reàle.
Soy
real
–Como
me temía.. –oigo que se queja la hija de Jose en un susurro.
Empezamos bien la mañana.
-que
te parece si te quedas por aquí viendo una peli o algo y yo sigo
durmiendo?
-me
dijiste que viniera nada mas levantarme – es mi contestación. No
he madrugado para nada.
-pensaba
que harias como yo, levantarte a las mil, no a las cinco de la mañana
–dice Ana con su voz malhumorada.
-me
he despertado a las siete, perdona que te diga –contraataco como si
fuera un chico de quince años.
-la
hora que sea. Me da igual –me contesta Ana fulminándome con la
mirada.
-no
te preocupes, me bajo con tu madre a desayunar, tú riposi
–contesto
saliendo de la habitación. Doy un protazo a sabiendas que su ceño
se fruncirá y empezará a despotricar. ¡Qué buen inicio del día!
Me bajo a la cocina y saludo a Ana María.
–Hombre
Luca, que alegría verte por aquí. Necesitas ayuda? –me dice Ana
María a modo de saludo.
–No,
tranquila, he venido a que Ana me de clases – explico.
–Oh!
Qué bien. Aún sigue dormida ¿verdad? –me pregunta Ana María con
cara enfadada –. No sé cómo hacer que esta niña siente la
cabeza.
–No
te preocupes, espero aquí – contesto de forma cortés. Lo que me
faltaba es tener que soportar toda la mañana a una niña enfadada
porque su madre ha irrumpido en su cuarto para que se levante.
–¿Has
desayunado?
–No,
aún no.
-hola
mama- saluda la hija de Jose a su madre, interrumpiendo nuestra
conversación. La observo entrar, despeinada, pantalón corto y
camiseta de tirantes, está sexy muy a mi pesar.
-hola
cielo, que pronto te has levantado hoy –dice Ana María. Intento
aguantarme la risa que amenaza con salir sin que pueda remediarlo.
-ha
sido Luca quien me ha despertado –me culpa la hija de Jose.
-mejor
asi madrugas
-habeis
desayunado ya?
–No
–contesta Ana María, yo niego con la cabeza.
-voy
a hacer tostadas, quereis? - pregunta la chiquilla sin ni siquiera
echarme un vistazo.
-si
vale, hazme una- contesta Ana María.
-yo
dos prego-
contesto. La miro descaradamente, me gusta mirarla. Sus ojos me dicen
todo, sigue enfadada conmigo por despertarla, a mí, me da
absolutamente igual.
*
* *
-bueno
a ver.. me vas a contar por que tienes que hacer selectividad, si ya
trabajas y tienes unos.. tres años mas que yo? –me pregunta Ana.
Su voz seca. Como dándome una orden. No me gusta que me den órdenes.
–No
creo que eso sea de tu incumbencia –contesto secamente.
-bueno
es el plus por ayudarte a estudiar
-no
creo que sea justo – rebato mientras la fulmino con la mirada.
-bueno
pero es lo que yo quiero. Me parece justo que me cuentes porque te
tengo que ayudar.
-Eccolo.
Exacto...
te contare porque me tienes que ayudar. Me tienes que ayudar porque
sin ti no creo que sea capaz de aprobar la selectividad en septiembre
-no
es lo que yo buscaba asi que no te voy a dar clases hasta que decidas
contarmelo- me contesta la hija de Jose. Yo, por mi parte, me levanto
de la silla y me voy hacia la puerta, no voy a decirle nada a esta
ratilla. ¡Qué se joda si no me quiere ayudar! Ya me sacaré yo las
castañas del fuego
-espera!-
me grita Ana antes de que llegue a traspasar el umbral de la puerta
de su cuarto. me giro y me la quedo mirando. He ganado.
-ven-
me pide despues de unos momentos sin hablar -volvamos a empezar.
-Vabbè.
De
acuerdo.
-me
has dicho que te vas a presentar en septiembre ¿no?
-si
-por
algo en especial?
-no
creo que me de tiempo a estudiar todo de aquí a junio
-podemos
intentarlo, si quieres –me propone Ana. La sonrío –. Me refiero
a que te presentes en junio – matiza. Sus mejillas arden. Lo noto.
Desvía su mirada de mis ojos, es la primera vez que es ella la que
desvía la mirada cuando éstas se encuentran.
-crees
que podre? - pregunto intentando que mi voz no suene tan seductiva
como ha sonado cuando lo he pensado en mi cabeza.
-lo
veremos cuando llevemos un par de semanas estudiando juntos
-È
ok.
Esta bien.
Ci prova.
Probemos –digo no del todo convencido.
Y
así continuamos la mañana hablando sobre asignaturas y
organizándonos. La verdad es que no ha sido TAN TAN malo como lo
imaginé.
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