Capítulo
23
-Ahora-
-Luca-
dice Jose al otro lado de la línea.
-Dimmi.
Dime- contesto.
-te
viene bien pasarte por cada para mirar más tranquilamente el
proyecto?- me pregunta Jose.
-por
mi bene
–contesto.
-así
mi hija puede participar- dice Jose. Como? Que su hija que?
-tu
hija te ayuda?- pregunto. Si fuera asi, supondria un gran problema
para mi trabajo.
-me
da ideas cuando estoy estancado y me ayuda a buscar proyectos por
internet. Yo de eso no sé- contesta Jose. Uf! Menos mal!
-entonces
mañana a tu casa no? Sobre que hora?- pregunto, pasando de largo del
tema de su hija, pues no supone ningún problema para mi trabajo.
-a
las nueve o diez te parece bien?
-Perfetto.
Perfecto- contesto.
-hasta
mañana pues- dice Jose.
-nos
vemos- contesto yo a modo de despedida.
Cuelgo,
pongo el despertador a su hora y me voy al salón a ver la
televisión; allí me termino quedando dormido.
*
* *
Suena
el despertador. Son las nueve menos cuarto. Pego un bote y le hago
callar de un manotazo, pues ayer preveyendo que me quedaría sobado
en el sofá, me lo llevé conmigo.
Me
levanto de la cama, me tomo un café, me visto, cojo mi casco y salgo
por la puerta de mi piso. Son las nueve y cinco. Me subo en la moto y
conduzco hasta casa de Jose, las diez menos cuarto. Llamo al timbre.
Es la mujer de Jose quien me abre.
-Hola
Luca, bienvenido- dice Ana María.
-hola Ana. Y gracias- contesto.
-para
la próxima Luca, no hace falta que llames. Entra sin más- me dice
Ana María.
-lo tendré en cuenta- contesto -donde esta Jose?
-esta
en el salón, pasa, pasa- me dice Ana María haciendo aspavientos con
sus manos.
-Ah!
Hola Luca!- me saluda Jose. Es tan paternalista...
-Ciao
Jose-
saludo yo.
-has
desayunado?- me pregunta Jose.
-un café- contesto
-vale.
Ponte cómodo que preparo enseguida algo para desayunar- me dice Jose.
Me trata como si fuera alguno de sus hijos.
-no
no, no te preocupes- digo enseguida.
-no
me cuesta nada, tu siéntate y espérame- dice Jose.
-te
acompaño al menos y te ayudo- me ofrezco.
-no,
no, tu espérame dice Jose mientras sale del salón. Le oigo alejarse
y después trajinar por la cocina junto a su mujer. Hablan de su
hija, pues aunque no oigo toda la conversación, llegan a mí trozos
de ésta y palabras sueltas. La perra de la casa, de la cual aun no
se el nombre, viene a mi y me saluda.
-que
te pasa?- le digo a la perra. Nunca he tenido perro, así que no se
como hay que tratarlos. Le acaricio la cabeza y la perra parece
bastante satisfecha. Se va y regresa a mí con un juguete en la
boca. Lo deja en el suelo, a mi lado. Acerco mi mano al juguete, pero
la perra me lo quita. ¡Coño! ¡No sé que demonios quiere!. Vuelve
a dejar el jueguete en el suelo, algo más lejos de mí. Mueve el
rabo y me mira fijamente. Paso de intentar coger el juguete. Me la
quedo mirando, esperando que coja su juguete y salga del salón, pero
no lo hace. En su lugar, ladra. Su ladrido es tan agudo que me
taladra los oídos.
-schhh-
le mando callar. Ella me sigue mirando y vuelve a ladrar.
La
hija de Jose no tarda mucho en aparecer.
-buenos días- dice ésta a los pies de la escalera.
-Bongiorno.
Buenos días- saludo mientras
me dejo ver, enseñando mi cabeza por la puerta del salón y mirando
en su dirección. A la hija de Jose no le debe hacer mucha gracia
verme, por la cara que me pone.
-no
te lo decía a ti- me contesta ella secamente. ¡Niñata!
-y
mis padres?- pregunta después Me debato entre si contestar o no a su
pregunta.
-hablas
conmigo?- pregunto con voz arrogante.
-si
contigo, idiota- contesta la hija de Jose. Nunca nadie me había faltado al respeto insultándome. Eso me descuadra, y hace
que me reafirme en que es una niñata malcriada y maleducada de papá.
-en
la cocina- contesto con voz fría y distante, mirándola a los ojos
fijamente. Me mira de arriba abajo descaradamente. Estoy por quedarme
mirando fijamente sus pechos, a ver qué tal la sienta. Y por fin,
unos segundos después me contesta un “gracias” y se va, con la
perra detrás de ella.
-Venga,
sí, Sami. Buenos días buenos días dice la chiquilla de Jose con la
voz más infantil que he oído en mi vida. Veo que se agacha y
acaricia a su perra, Sami. Me la quedo mirando mientras me río para
mis adentros y niego con la cabeza. Se levanta y se va a la cocina.
Yo, por mi parte, vuelvo a la mitad del salón y lo contemplo
mientras escucho el murmullo de las voces de Ana María, Jose y su
hija.
Oigo
pasos. Seguramente, de la chiquilla. Me acerco al marco de la puerta,
decidido a molestar a esta niñata un poco más.
-un
desayuno rápido ehh?- pregunto con una amplia sonrisa en la cara.
-y
a ti que coño te importa?- me contesta airadamente. La miro. No
merece la pena, paso.
-lo
que tu quieras- contesto alejándome del marco de la puerta y dando la
espalda a la hija de Jose. Si lo que quiere es guerra, la tendrá
asegurada.
Más
tarde, Jose y yo nos vamos a su despacho, derechos al proyecto.
Miramos estudios y comparamos la información que tenemos con la
nueva. Descartamos los detalles que no nos sirven. Descartamos
algunos experimentos que hemos echo y en los que no hemos hallando lo
que nos interesa. Hacemos un pequeño parón para comer un sandwich y
tomar una cerveza y seguir con el proyecto.
Seguimos
mirando estudios que se han echo, viendo sus fallos y cómo podemos
proceder nosotros. Seguimos investigando hipótesis, descartando y
volviendo a crear más. Así es toda la tarde, comuderas de cabeza y
leer artículos en inglés, francés, alemán...
Más
tarde, la hija de Jose y yo nos volvemos a encontrar mientras Jose y
yo repasamos los resultados y las anotaciones, y las contrastamos con
resultados anteriores. Me encantaría poner mi plan en marcha (el de
guerra), pero no puedo, pues estoy con ella en lo que dice. Muchos
efectos secundarios, aunque eso Jose también lo sabe. Lo único que
hace Jose, es que su hija no se sienta excluida de su investigación.
Es un buen método, siempre y cuando no interfiera con mi trabajo. Lo
malo? Que seguramente tendré que lidiar con ella en este proyecto. Ya
no solo cada vez que pase por casa de Jose, sino también cuando
trabajemos en su casa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario