Translate

miércoles, 19 de junio de 2013

TÚ TB ERES RARO DE LO NORMAL QUE ERES - CAP-1




Capítulo 1


       Hoy, me siento enamorada. Me he despertado y es el día de Reyes. Y tú estabas a mi lado, durmiendo. Es tan placentero ver cómo duermes... Párpados pálidos al igual que el resto de tu cara, bajo los que descansan tus bellos ojos azules. Me quedo mirando las pequeñas venas que se pueden percibir en ellos. Imagino tus ojos azules que cuando los miras te absorben, no son como cualquier ojo que haya visto nunca; son... No tengo palabras. Preciosos, bellos, alucinantes, únicos... Estas palabras se quedan cortas, impidiendo describir tus ojos. Siempre me miran de una forma especial. Mi mirada llega a tus cejas de color marrón, como la corteza de los árboles. Pequeños pelos color corteza unen tus cejas. No se ven a simple vista, pero si te acercas... Si miras con detenimiento, los puedes apreciar. Pestañas largas, unidas mientras duermes. El pelo... Corto, castaño y liso, aunque solía ser largo y rizado. Me fijo que tienes reflejos dorados. Pecas en la cara... Sigo fijándome en ti, en cómo respiras. Nariz perfecta, respingona y algo ancha con un montón de pecas salpicándola, barba fina que te recorre la mandíbula y termina en una perilla larga de color rubio, pelirrojo y negro, algo que nunca había visto antes de conocerte a ti. Miro tus orejas, en las que antes llevabas un pendiente, apenas queda rastro de que alguna vez hubo allí un metal. Me quedo mirando tu boca, la comisura de tus labios, carnosos, rosados y con pequeñas pecas que casi no se notan en ellos, solo si eres lo suficiente detallista, solo si te dedicas, como yo, a mirarlos por horas hipnotizada... Me dan ganas de besarlos, de morderlos de sentirlos otra vez. Todo su calor... Sigo bajando mi mirada y me encuentro con tu pálido cuello al que me dan ganas de besar y mordisquear. Llego con la mirada a tus hombros, llenos de pecas al igual que tus pómulos, algún lunar que otro también. También tus hombros son perfectos. Y sigo bajando mi mirada hasta la punta de tus pies que sobresalen entre las sábanas. Brazos en los que puedo ver como es tu bíceps, y demás músculos. No son muy fuertes, pero no me importa, porque con ellos son con los que me abrazas. Llego a las manos, uñas mordidas, dedos largos, nudillos con arañazos de animales de tu casa, punta del dedo redonda y con algún que otro pellejo, aún así yo las veo perfectas. Recuerdo cada vez que me tocas con ellas, el roce de tus dedos en mi piel, tan cálido... Espalda recta, aunque con algo de escoliosis que a simple vista no se ve, solo cuando deslizo mis dedos sobre tus vértebras. Culo respingón y bien puesto en su sitio. El más bonito que haya visto nunca, piernas tan blancas como tu cara, y pies... Pies como nunca había visto ninguno, con uñas largas y pequeños pelos de color negro en el final de éstos. Deslizo mi mirada hacia donde debe estar tu abdomen, que no llega a ser liso del todo. Dejo volar mi imaginación, pensando en él. Me quedo contenplándote un buen rato, me gusta mirarte. Estás boca abajo y no puedo ponerme sobre tu pecho a escuchar tu corazón latir, así que hago lo que siempre que no me puedo colocar a tu lado. Cierro los ojos, me acurruco a tu lado y dejo que el sonido de tu respirar profundo (ronquidos, básicamente  me acunen. Ellos son parte de mí ya. Hace mucho tiempo que nos conocemos, hace mucho tiempo que nos amamos, que nos deseamos el uno al otro, pero tan solo hace siete meses que por fin estamos juntos. Entre medias de estos años, días juntos felices en los que ninguno de los dos daba el paso, si uno lo intentaba algo salía mal y todo volvía al principio. Deseo por parte de los dos que después de cuatro años pudo ser calmado.
Tú, la persona más importante de mi vida, te revuelves y empiezas a abrir los ojos. No te mueves, solamente me miras, me miras con esos ojos con los que solo me miras a mí. Me sonríes  Tienes unos dientes rectos, bonitos, grandes paletos, blancos, cada uno en su sitio, seguramente por los brackets que llevabas cuando te conocí.
Han venido los reyes –digo en voz baja sonriéndote.
Tú me devuelves la sonrisa, sabes que me encanta el día de reyes, abrir y dar regalos.
Y me pongo a recordar, cada momento que he vivido contigo, solo me acuerdo de los buenos, de todos los buenos. Tardes en el retiro, tardes jugando al ordenador, tardes en París, en Venecia, en Galicia, en Murcia... Tardes en el sofá, tardes hablando por teléfono, tardes jugando con nuestros patos y nuestro gato, con nuestra perra Sami. Tardes haciendo nuestro castillo de piedra, pintando miniaturas, bañando a los patos, nuestras duchas, hablando de irnos al extranjero...
Ayer, ayer.. realmente me di cuenta de lo que me quieres, que confías en mi... A veces me hace falta que caigamos al suelo para darme cuenta de las cosas. Esta es una de las razones por las que escribo esto.
Te quiero y no sé que podría pasar si no estuviera contigo. Es difícil explicar todo lo que siento cuando estás a mi lado, cuando me besas...
No hay nada malo en ti...
Lo sé –me contestas aun con la voz medio dormida, haciéndome salir de mi ensimismamiento. Y te desperezas. Abres la boca, tus manos se extienden, al igual que tus codos y tus hombros. La sábana se te resbala un poco por la sábana y puedo ver parte de tus piernas, las cuales también estiras.
Yo sonrío, acercándome poco a poco a ti. Me coloco a tu lado, por encima de ti y te beso. Al principio el beso parece un poco torpe pero según pasan los segundos, el beso se vuelve más firme y sensual.
Ojalá pudiera detener el tiempo cada vez que me despierto a tu lado, pero eso es imposible y enseguida tengo que levantar e irme corriendo a la ducha mientras tú te quedas esperando en la cama. Vuelvo de la ducha y estás igual que al principio, nada ha cambiado. Bueno tal vez has movido el pie izquierdo. Vuelvo a despertarte, esta vez con besos que empiezan en la oreja y terminan en tus labios. Sé que te gusta eso, a mí me lo hacías en nuestros comienzos para ganarte un beso mío. Me devuelves el beso y me tiras en la cama, no estás por la labor de levantarte todavía, pero es el dia de reyes y hay regalos que abrir.
Venga levanta, ¡quiero abrir los regalos! –digo diciendo esto último ilusionada.
En un ratito, te lo prometo –y te acercas a mis labios para besarlos. Intentas convencerme de que nos quedemos allí un poco más, pero yo quiero abrir mis regalos.
El día se pasa volando a tu lado. Cualquier cosa hace que el día en dos segundos haya acabado, incuso hoy, que solo hemos comido, descansado, visto una película, pintado una miniatura, dado de comer a los patos y cuando me quiero dar cuenta, es de noche y al poco es la hora de cenar.
Te conozco mejor de lo que conozco a nadie. Me miras y sé lo que pasa. Es una mirada, un abrazo, darnos la mano... Cualquier gesto en tu rostro, en tu cuerpo, me manifiesta lo que sientes en cada momento. Nunca habia tenido tal grado de complicidad con nadie.

Antes de seguir hablando de hoy, quiero contarte nuestra historia, desde el principio, desde mi punto de vista

No hay comentarios:

Publicar un comentario