Capítulo
5
Cathara
(Betta)
Hace
seis años, con catorce, conocí a mi primer novio, un humano. Pasé
de esa fase de perseguir a los chicos dos años mayores que yo. Me
comunicaron formalmente cómo iba a ser todo, al igual que a todos
los chicos y chicas de mi edad a los doce. Nos juntaron en una
habitación y allí nos explicaron los Levedit lo que todos sabíamos
de antemano por padres, abuelos, tíos, hermanos mayores...
Era septiembre, primeros posiblemente. Nos habían invitado a una
fiesta a la que íbamos a ir sí o sí. Fuimos todos. Típica fiesta
antes de empezar el instituto que nadie se podía perder a no ser que
quisieras que todos te lo reprocharan el año entero. Nos costó
convencer a los Hécate de dejarnos ir a los jóvenes, pero el que
fuéramos todos como una piña, servía en aquel entonces.
La
casa de una de mis compañeras de clase, estaba abarrotada de gente,
por un lado, por otro... No había manera de sentirme sola, aunque
quisiera. Pasé una noche espectacular con todos, bailando hasta que
mis pies empezaron a temblar de cansancio. Esa noche, no fuimos a
nuestras casas, nos fuimos a la casa del lago. Allí dormimos
(algunos no mucho). No volvimos a casa por la sencilla razón de que
los humanos no podían saber exactamente donde vivíamos y muchos de
mis amigos, ya habían ligado con algún que otro humano. Yo, no.
Al
día siguiente me levanté de los primeros (algo raro en mí) y me
presenté en la cocina para ver si había algo para desayunar. Allí
estaban Logan, Ranier y Asgar, preparando tostadas para desayunar.
Sonreí en su dirección mientras me apoyaba en la puerta.
-buenos
días!- saludé
-buenas-
dijeron los tres al unísono sin girarse. Preparar las tostadas y
tortitas parecía algo difícil para los tres. Miraban fijamente como
se hacían en la sartén.
-tostadas
y tortitas?- pregunté esperando que alguno de los tres me contestara
con más que un “sí”.
-exacto-
contestó Asgar. Genial,
pensé.
-ayudo?-
pregunté después, viendo que si no ayudaba algo iba a pasar, no
sería la primera vez.
-no
hace falta. Siéntate en el salón y ahora llevamos el desayuno- me
dijo Asgar girándose para guiñarme un ojo. Suspiré.
-vale,
esperaré- dije levantando mis manos, negando con la cabeza y
girándome para ir al salón.
A
los cinco minutos de estar sentada en la silla, como no, me llamaron.
-CATHARA!-
gritó Ranier desde la cocina.
-QUÉ!-
contesté
-VEN!-
dijo Ranier. No contesté. ¿Qué
es eso de imponer?,
me pregunté frunciendo el ceño.
-POR
FAVOR!- añadió cuando no contesté.
-ESTA
BIEN, VOY!- grité levantándome de la silla. Fui por el pasillo y
enseguida a mis fosas nasales llegó el olor a quemado. Salía humo
de la cocina. ¡perfecto!
-qué
ha pasado?- pregunté desde la puerta de la cocina, sin entrar.
-es
posible que tu ayuda nos venga bien- dijo Asgar. Asentí y me acerqué
a la sartén. Cuatro tostadas calcinadas, dos tortitas negras. Me
eché a reír a carcajada limpia. Y ellos me siguieron el juego y
rieron conmigo.
-lo
primero es tirar las tostadas y las tortitas, estas no sirven ni para
los perros- dije mientras cogía con dos dedos una de las tostadas
quemadas.
-vale.
¿Siguiente?- preguntó Logan
-aceite
y tostadas a fuego lento- contesté.
-qué
es fuego lento exactamente?- preguntó Asgar. Cómo se notaba que en
casa cocinábamos siempre los mismos...
-no
muy fuerte. Ponlo al tres. Y ahora poned las tostadas e id
mirándolas- dije echándome hacia atrás para dejar que ellos lo
hicieran.
-Y
las tortitas? - preguntó Logan.
-Harina,
huevo, azúcar, leche, levadura. Aceite en la sartén y ponéis la
mezcla. Esperáis y cuando burbujee, dais la vuelta -dije como si
fuera lo más fácil del mundo. Los chicos no hacían mas que asentir.
-vale
gracias. Te importaría quedarte aquí por si acaso?- preguntó Logan.
-para
nada- dije con una sonrisa de oreja a oreja. Así me sentía útil al
menos.
No
tardaron mucho en hacer dos tostadas por cabeza (unas treinta
tostadas en total, aún quedaba gente por levantarse). Y una gran
montaña de tortitas.
Un
poco antes de la hora de comer, solo quedábamos por la casa Ranier,
Asgar y yo. Los demás poco a poco habían vuelto a casa. Nosotros
nos quedamos allí como siempre que nos escapábamos el fin de semana
para pasarlo en la casucha.
*
* *
Al
día siguiente, era mi primer día de instituto. Salimos de casa
todos mis amigos y yo. Mi mejor amigo, Asgar nunca se despega de mí.
Mi mejor amiga, Zintri, tampoco lo hace, somos como uña y carne.
Fuimos hablando al instituto de cosas sin sentido, riéndonos por
todo, como normalmente hacíamos (y hacemos aún).
-habéis traído el horario? Yo lo he olvidado- nos preguntó Asgar mirándonos
a ambas. Negué con la cabeza. Con las prisas que me habían metido
por la mañana frente a mi cuarto no pude cogerlo..
-usaremos
el mío- dijo entonces Zintri.
-vale-
dije mientras asentía. El instituto parecía el de siempre. No
parecía haber nadie nuevo de nuestro curso. Me equivocaba. Todo
tenía que ver con la fiesta hacía dos días.
Nos
fuimos a nuestra clase. Teníamos los tres las mismas asignaturas.
Era genial. Solo faltaba que mi amiga humana Lilith estuviera también
las mismas clases. Llevábamos un mes sin vernos y la echaba de menos.
-quien
soy!- dijo alguien tras de mi tapándome los ojos. Era ella, lo sabía.
-¡Lilith!-
grité riéndome.
-SI!-
contestó quitándome las manos de los ojos y dándome la vuelta. Me
abrazó.
-como
has estado?- la pregunté. Se había ido con sus padres de viaje y
casi no habíamos podido hablar.
-genial,
todo genial. Solo me faltaban una manada de licántropos por casa-
dijo. Ella es la única humana que sabe lo que somos. Se lo habíamos
contado un tiempo antes porque pasaba mucho tiempo con nosotros y nos
contó los problemas con sus padres, así que estuvo viviendo durante
un año con nosotros. Los Hécate, no sé muy bien por qué, la
aceptaron y empezó a formar parte de nuestra manada a pesar de ser
humana. Es un Ángel. Siempre manteniendo nuestro secreto y siendo una
mas de nosotros.
-no
te preocupes, vente con nosotros después de clase y tendrás más de
un par de licántropos a tu alrededor toda la tarde- dije. Todos reímos Ella era como la niña de todo el clan Vanir.
-echo-
dijo sonriendo.
-vamos?-
preguntó Asgar
-claro-
dijo Lilith
Caminamos
hasta nuestra clase y nos sentamos en nuestros sitios de siempre,
aunque la clase no fuera la misma. Yo estaba en la tercera fila, a mi
derecha Zintri y a mi izquierda Lilith. Detrás de mí Logan, a su
derecha Asgar, al lado de éste Ranier y a su izquierda se solía
sentar Ciro aunque ese día aún no había llegado. La clase empezó
a llenarse de gente, todos amigos y conocidos. No solíamos juntarnos
mucho con humanos para evitar la tentativa de contarles lo que éramos
o que nos pillaran en una mentira, o peor aún, que fueran Vesta
(cazadores de lobos, de licántropos). En el instituto nos tenían
como un grupo cerrado, del que todos querían formar parte. Tal vez
fuera porque Ciro, Logan, Asgar, Marcus y Ranier eran (y son) los
tíos más cachondos del instituto. Todos nos respetaban. Tal vez
porque nos tenían miedo, aún hoy, no lo sé.
-hola-
dijo una voz detrás de mí. Venía de mi izquierda, pero no parecía
la de Ciro. Me giré y ahí estaba mi futuro primer novio. Le sonreí.
Era alto, moreno, pelo oscuro, ojos color carbón, dientes blancos..
una monada vamos.
-hola-
dije atontada sin tener tiempo para enfadarme porque le hubiera
quitado el sitio a Ciro. Este llegó minutos después y se sentó al
lado de Lilith.
-Creo
que te vi en la fiesta del sábado -me dijo. Le sonreí en respuesta,
dándome la vuelta.
Esa
fue nuestra primera conversación. A partir de ahí intentó unirse a
nuestro grupo. Los chicos fueron más recelosos a dejarle entrar y
creo que nunca llegaron a aceptarle. Sin embargo Zintri y Lilith le
aceptaron en un abrir y cerrar de ojos. Su nombre, Roderick.
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