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lunes, 1 de julio de 2013

LA VIDA NOS VOLVERÁ A JUNTAR, TLP - ADA Cap. 23

Capítulo 23

Ada


      Pasamos el resto de la tarde así, tumbados, hablando a veces y otras disfrutando del sonido de las olas al romper, de las gaviotas, de nuestros amigos riendo y de la brisa tranquila que soplaba. Sonreí para mis adentros, ahora mismo él era para mí, sola y exclusivamente para mí. Quería parar el tiempo en ese momento. Cuando todavía sientes el cosquilleo en los labios a causa del beso, te sientes la chica más feliz del mundo y no crees que nada sea como ese beso. Me quedé pensando en el beso, rocé mis labios con mis dedos, como intentando comprobar si el beso había sido real. Pero no cabía duda de que no había sido un sueño. Y ahora mismo él estaba a mi lado, sentía su calor en mí, su pulso, su piel.. Me dejé llevar (mucho, demasiado), ya le pondría remedio después. Pero es que la sensación que me invadía era única y me encantaba. Y no iba a desaprovecharla. Sufriría después cuando me convenciera a mí misma de que era solo un royo, pero bueno eso no importaba porque podía disfrutar aun más de aquel momento.
Tanto los chicos como las chicas evitaron interrumpir aquel momento que vivíamos. Nos miraban de vez en cuando “preocupándose” por nosotros, aunque en realidad querían enterarse de lo que pasaba (muy cotillas, sí).

A las ocho y media de la tarde, habíamos recogido todo y ya habíamos empezado a subir la montaña de vuelta a los apartamentos, de vuelta a la realidad. No quería irme, quería quedarme allí para siempre, que se detuviera el tiempo; vivir ese momento el resto de mi vida. Por primera vez, no quería saber cuál sería el final de nuestra historia, quería vivir otra vez aquel beso. No quería saberlo porque el final sería malo si estaba con él y malo si todo se quedaba en un royo (que era lo que iba a pasar).

Esa noche, cenamos cada uno por su lado en su apartamento. En cuanto nos quedamos solas, conté a las chicas lo que había pasado y como era de esperar cada una dijo una cosa diferente
- oh! Que mono, se nota que le gustas – dijo Vanessa
- lo que quiere es sexo, no puede ser que en tres días ya sienta de todo por ti – dijo Julia muy seria
- no seas así, no todos son iguales, lo sabes. A mi me parece buen chico Liam – dijo Ainhoa
- si a mi también, lo único que quiero decirte es que tengas cuidado con todo lo que sientes, no quiero que lo pases mal después – dijo Sara.
-yo te apoyo en todo lo que decidas- me dijo carolina
De todas formas en realidad me daba igual lo que pensaran de él, porque no íbamos a ser nada. Aun así, esa noche, sola en mi cama con Dafne en mi pecho di muchas vueltas sobre lo que sentía por Liam.
Durante los tres o cuatro días siguientes después de aquel maravilloso beso me distancié de él. Seguimos quedando todos juntos, pero yo necesitaba pensar. Volvía a pensar en el futuro, como no, estropeando todo lo conseguido aquella tarde con Liam. Podía conformarme con pensar en liarme con él todos los días que estaríamos en la playa, pero en vez de eso pensé que lo mejor era intentar dejar de sentir esa cosa rara que empezaba a sentir hacia él y que no era lo que sentía por los demás mortales con los que me había enrollado durante años. Y después ya liarme con él. Era lo más sensato.

El primer día desde nuestro beso, fuimos a la playa como todas las mañanas y ahí nos estaban esperando Sam y los chicos. Liam me esperaba con una sonrisa radiante. Me hubiera gustado salir corriendo hacia él; es lo que dictaba mi corazón en ese momento, pero mi cabeza estaba por encima de mi corazón y le saludé igual que saludé a los demás del grupo. Me hubiera gustado cantidad bucear con él como habíamos hecho el primer día, pero ese día buceé sola. Me alejé de la orilla y recorrí las zonas por las que no había estado con Liam. Vi peces, erizos.. Pero no lo pasé tan bien como con Liam. Aunque solo había buceado una vez con él, me había concienciado no sé por qué de que ya no tendría que bucear sola nunca más si no quería, pero buceé sola, una vez más. Recordé nuestro primer encuentro bajo el agua. El tacto de su piel mezclado con agua y sal, era delicioso. Me dejé llevar por los recuerdos de días antes, hasta llegar al beso. Cuando quise darme cuenta, había pasado casi toda la mañana y yo me había alejado mucho tanto de la orilla, de donde estaban los demás. Volví intentando estar atenta a todo, pero el agua hacía que pensara en Liam, lo cual para mí no era bueno.. El agua era mi medio, el medio en el cual todo iba bien y ahora ni dentro del agua podía dejar en la orilla a Liam, sino que me seguía hasta la infinidad del mar.

Comimos en el apartamento de ellos. Por primera vez desde que nos conocimos, comimos en lados diferentes, él en una esquina de un lado y yo en el centro, en el lado contrario. Nos miramos durante la comida. Le encontré varias veces mirándome furtivamente cuando creía que no le miraba. Y cuando nuestras miradas se encontraban alguna vez, aguantaba la mirada unos segundos y enseguida miraba a su plato. Lo que había entre nosotros no era fácil de explicar en aquellos momentos. Tenía ganas de volver a besarle, pero todo lo que ello conllevaba me daba miedo. Primero tenía que convencerme a mí misma de que solo era un lío como tantos otros y después podría besarle cuanto quisiera.

Esa tarde me pasó a buscar al apartamento Marcos, después de comer, cuando aún estábamos en el apartamento de los chicos. A todos los presentes les resultó raro que Marcos me pasara a buscar. Pero yo necesitaba hablar urgentemente con Marcos de todo. Liam me miró con una mirada que jamás le había visto, tristeza y desesperación a la vez. Intenté hacerle un gesto para que no se preocupara, pero pareció no darse cuenta de que iba dirigido a él. Me sentía mal por que Liam pensara mal de Marcos, pero realmente no había nada entre él y yo. Ya se lo explicaría. O no.. No estábamos juntos, no tenía por qué darle explicaciones. Sabía que Liam no entendía la relación que manteníamos marcos y yo. Supongo que no se suele ver nunca una pareja de mejores amigos formada por un chico y una chica. Pero a nosotros nos iba bien así. En ningún momento ninguno de los dos habíamos sentido nada diferente a amistad. Cogí a Dafne y estuvimos andando por la playa.
-cuéntame- me dijo Marcos viendo que no había empezado a hablar.
-tengo miedo, tengo miedo de sentir lo que siento- dije casi echándome a llorar. No sabía por qué me sentía tan vulnerable, yo no solía ser así. Siempre era fuerte. Me habían dejado más de una vez y nunca me había sentido así de vulnerable y con tantas ganas de llorar. Siempre había sido fuerte en todo. Pero con Liam mi fuerza flaqueaba.
-eh Ada, no te preocupes- me dijo Marcos cogiéndome de la mano y estrechándome entre sus brazos. Me sentía bien allí, de hecho me sentía tan bien que comencé a llorar sin parar. Me dolía el cuerpo, sentía un dolor que comenzaba en el pecho y se hacía más grande con cada sollozo. No sabía que me sentía tan mal por dentro hasta que Marcos hizo que sacara todo mi dolor. Siempre me ayudaba en todo, mi ángel de la guarda..
-dime que tengo que hacer- dije llorando todavía. Las lágrimas seguían resbalando por mis pómulos, pasaban mis mejillas y se quedaban estancadas en mi mandíbula hasta que caían atropelladamente sobre la camiseta de Marcos; incluso algunas sobre la arena.
-sabes que no te puedo decir lo que tienes que hacer- dijo Marcos con voz dulce. Sabía que era verdad, pero tal y como me sentía, hubiera preferido que alguien me dijera que camino tomar, qué hacer. –solo puedo darte un consejo y mi consejo es que hagas lo que sientas que tienes que hacer-
-eso no me sirve- dije desesperándome, con las lágrimas resbalándose por mi cara. No me gustaba su respuesta. Realmente así me confundía más. Odiaba que la gente me dijera eso como un buen consejo, cuando para mí no significaba nada; nada más que palabras –me gusta- dije. Era lo único de lo que estaba segura.
-si te gusta, deja que a él le gustes, ábrete a él, deje que explore dentro de ti, deja que te quiera- dijo Marcos mientras nos sentábamos en la arena. Me pareció todo bien salvo su frase final. No iba a dejar que me quisiera. Ninguno de mis amigos sabían que no quería volver a enamorarme. O sí y pasaban del tema, pues siempre me decían que era genial que me enamorara. Pero daba igual, yo ya me había dicho a mí misma que no me iba a enamorar y tenía que dejar de sentir lo que sentía antes de que me enamorara. Dafne se colocó a nuestro lado y se hizo un ovillo para dormir.
-te vas a manchar los pantalones- dije gimoteando un poco. Todavía no había desaparecido el dolor que me oprimía el pecho y no había dejado de expulsar lágrimas. No quería que se sentara porque llevaba unos pantalones que sabía que le gustaban mucho, que significaban mucho para él y a quien se lo regaló le costó un ojo de la cara. Él, los cuidaba mucho y con la arena, tendría que echarlos a lavar lo más seguro.

-schhh, no me importa mi niña- me dijo mientras me acunaba. Me estrechó entre sus brazos y me beso en la frente, me susurró hasta que terminé de llorar, hasta que no quedó más fuerza en mi cuerpo para derramar una sola lágrima más. Entonces caí en un profundo sueño. Marcos no se movió de donde estaba, con mi cabeza en su regazo, acariciándome el pelo y mis mejillas, hasta que desperté de madrugada, casi estaba amaneciendo. Era el segundo día desde el beso con Liam. Marcos es tan bueno conmigo.. Lo había sido siempre. A veces pienso que lo único que hago todos los días es ver cuanto aguanta su imperturbabilidad, su paciencia conmigo, su todo. Me soporta todo lo que le correspondo soportarme y más aún. Siempre que hay algún problema puedo contar con él; y siempre que me pasa algo bueno también. Me soporta en mis días pre y postmenstruales, además de la semana entera menstrual. Es como si fuera mi alma gemela, mi hermano. No podría vivir sin él, lo tengo claro. Siento cosas muy diferentes por Liam y por Marcos, pero ambos hacen que todo esté bien. Abracé a Marcos, intentando con ese abrazo, agradecerle todo lo que había hecho por mí y volví a quedarme dormida.

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