Capítulo
2
Remontémonos
siete años atrás, principios de septiembre.
¿Recuerdas
cuando nos conocimos?
La
primera imagen que tengo en la cabeza siempre que pienso en ese día,
es verte apareciendo por la puerta de atrás de la casa de Alejandro
en la sierra, con cara de sueño. Allí estaba yo, sentada en el
sofá, sin nada que hacer, con catorce años. Me miraste, saludaste y
te tiraste al sofá frente al mío, cerrando los ojos. Esos ojos que
apenas sabía de qué color eran. Dormieste hasta la hora de comer,
que fue cuando te despertaste para comer. Pollo con trinaranjus de
naranja, aun lo recuerdo aunque fue hace siete años. Comimos en el
porche de la casa. Tú hablabas con Alejandro y su hermano, yo
escuchaba y reía. Te miré a los ojos fijamente, hundiendome en
ellos, en el mar translucido que son. No podía dejar de mirarlos y
sentirme embobada. Algo de ti caló muy dentro de mí. Me cautivaste.
La
comida pasó rapido y sin recordar apenas tu nombre, volviste al
sofá, a cerrar los ojos, a dormir. Miré cómo dormias fijandome en
todos tus rasgos. Pelo rizado, rubio oscuro y largo. Recogido con una
goma de pelo negra. Frente con apenas una arruga, sin barba, con
braquets en los dientes. Camiseta negra de Iron maiden y baqueros
oscuros y no muy apretados, pero tampoco olgados. Botas de montaña
al lado del sofa, tus pies descalzos. Te mire dormir placidamente
hasta que baje de mi cuarto mi cuaderno de clase para hacer unas
portadas de ingles que tenia que hacer. Tú despertaste en ese
momento. Te levantaste del sofá, te frotastes los ojos y te sentaste
a mi lado para ayudarme. ¡yuju! Pensé, se fija en mí.
Nuestras
rodillas se rozaban, nuestros dedos se tocaron al coger ambos el
boligrafo. Un choque electrico golpeo mis dedos al notar tu calida
piel sobre la mia. Me pase la tarde intentando volver a sentir el
choque electrico, queriendo que mi corazon latiera como con ese
primer toque.
Nos
inventamos una galleta con forma de cereza ¿lo recuerdas? Yo, como
si fuera ayer.
Observe
como el boligrafo te hacia caso con cada trazo que dabas, dibujando.
[foto
del dibujo de la galleta]
Era
pequeña, joven y no sabia como llamar tu atencion, asi que me limite
a babear por ti.
Esa
tarde fuimos a comprar y cenamos todos juntos. Despues nos invitaste
a tu casa. Subimos andando desde casa de Alejandro a la tuya. En tu
calle, una sola farola de luz amarillenta alumbrada.
No
se veia apenas nada. Un amigo mio que tambien vino esa noche dijo un
comentario muy machista, a lo que tu contestaste energicamente
cogiendome de la cintura para protegerme.
–A
las mujeres hay que tratarlas así –dijiste en un susurro, cerca de
mi oreja. Tu aliento llegó a mi rostro, haciendo que saltaran
chispas. Mi corazon latia fuertemente, golpeando mis costillas. Me
derreti con tus palabras. Deje que me guiaras por la empinada cuesta
sin decir ni mú. Estaba nerviosa por saber quer seria lo siguiente,
pero tu solo me soltaste al llegar a la puerta de tu casa.
Fuimos
a la planta baja. Ahi habia una barra de bar, pequeñas ventanas y
una mesa con sillas. Si mal no recuerdo, habia 4 sillas y nosotros
eramos 5.
empezamos
la noche jugando a un juego, no recuerdo su nombre. Yo no jugue, me
quede en el suelo tumbada, mirandoos, esperando que terminatais. ¿lo
peor? Pense que asi llamaria tu atencion.
Cuando
terminasteis de jugar, mis amigos se vinieron al suelo conmigo. Tu
cogiste tu guitarra electrica, el hermano de Alex se puso a cantar.
Tú te sentaste en la esquina de la pared mas alejada de nosotros.
Piernas estiradas y espalda apoyada en la pared, acunando la
guitarra. No pude despegar los ojos de ti. Me tenias encandilada.
Tocabas tan bien cada cancion y tu pelo largo... ¡Me volvia loca!
Desviaba la mirada de vez en cuando al hermano de Alejandro para que
no se notara tanto. Esperé q ue me miraras, pero no despegaste los
ojos de los trastes de la guitarra ni una sola vez. Aún recuerdo
todo como si fuera ayer. Tú sentado en la esquina, baqueros
envolviendo tus piernas, camiseta negra alrededor de tu torso, tu
abdomen y tus hombros (juraría que era de Iron maiden esa camiseta),
mientras con tus pies seguías el ritmo de la canción que tocabas.
Volvimos
a la mesa cuando os cansasteis de tocar y cantar. Me senté en tu
regazo (no me preguntes cómo terminé allí porque no lo recuerdo).
Estuvimos bromeando, tonteando, rozando nuestros dedos con la mínima
excusa... Me cotilleaste los mensajes, según tú para ver si tenía
novio. Un amigo con el que no quería hablar llamó y tú lo cogiste
diciendo.
-Hola.
-no,
no está, está en el baño – dijiste con una sonrisilla
-no
lo sé, pero creo que va a tardar – dijiste sin poder reprimir una
sonrisa triunfal. Cuando colgaste todos se rieron, yo me sentí
avergonzada. Pero en cuanto seguiste cotilleando mi movil y hablando
conmigo, preguntandome quien era cada chico del que tenía un
mensaje, se me pasó. Solo tenia ojos para ti, de echo esa noche solo
me acuerdo de lo que hice contigo, de los demas no me acuerdo. Leiste
algunos de mis mensajes en voz alta y hubo uno que me leíste mil
veces; uno que empezaba con “Linda como la luna”. Me empezaste a
llamar así y yo me derretí.
Me
gustó estar entre tus fuertes piernas. Era todo muy intimo.
Intentando llamar tu atencion a mi manera, apunte mi cumpleaños en
tu movil.
-te
apunto mi cumpleaños vale? - te dije al menos cinco veces (no sé
por qué pensé que era tan importante que supieras mi cumpleaños).
Te
sonsaqué si tenías saldo y cuando me dijiste que no, echaste por
tierra mi estrategia de darme un toque para quedarme con tu numero.
En su lugar, lo que hice fue apuntar el mio en tu lista de contactos.
Esa
noche, mi corazon no dejo de golpear fuertemente contra mis
costillas.
En
algun momento de la noche, te quite el brazalete de cuero negro con
pinchos plateados que llevabas y me ayudaste a ponermelo. Tu lo cogi
con mi buena intencion de quedarmelo para asi asegurarme que te
podrias en contacto conmigo o con Alejandro y el conmigo para
devolvertelo. Pero no funciono, cuando ibamos a irnos, me recordaste
que te lo devolviera.
Me
acuerdo perfectamente que entré en pánico pensando: “mierda y
ahora qué hago para asegurarme que le volveré a ver”, pero eso se
pasó cuando:
–Bueno
adiós, hasta... No sé cuándo nos volveremos a ver. Un placer
conocerte- me dijo después de darme dos besos. –me dijiste después
de darme dos besos eléctricos.
–¡Pero
Miguel tío, si vais a ir al mismo colegio! –dijo el hermano de
Alejandro. Era de noche y no pude ver tu cara, pero la mia era de
completa felicidad. Radiante.
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