Capítulo
3
A
los pocos días de habernos conocido, recibí tu primer mensaje.
Nº
DESCONOCIDO: Wola linda como la luna, al final no me diste tú msn,
me lo das? 1bss
YO:
mi correo es anita@hotmail.es hablamos
pronto no? Un besito
Desde
ese momento todo cambió.
El
primer día de curso aún me acuerdo... Tú no lo sabes pero mi madre
me vino a buscar al colegio para que comiéramos juntas. Comí a toda
prisa porque quería terminar antes de que salieras de clase para
poder saludarte. Comimos en media hora y salí disparada al colegio.
Me encontré con mis amigas y las hice ponerse en mitad de la salida
para verte sí o sí. Cuando pasaste, ni siquiera te paraste,
simplemente nos saludamos, pero mi cara se iluminó junto con mis
ojos y la voz me salió ronca.
-Hola-
me saludaste mientras decelerabas el ritmo de tus pisadas.
-Hola-
dije con mi voz entrecortada, ronca y bajita.
Y
así, pasaste de largo y te marchaste. ¿Mereció la pena meter prisa
a mi madre para comer? Mucha. A partir de ese día pedí a mi madre
que me hiciera bocadillos para poder estar en el colegio y poderte
ver
Hablábamos
por mensajes de tonterías que me hacían reír Todo lo que me decías
hacía que una sonrisa tonta se formara en mi cara.
Comencé
a bajar a un cibercafé (no había internet en mi casa ¿recuerdas?)
para hablar contigo por internet. Me pasaba horas solo hablando
contigo, aunque tú te pensabas que hablaba con más gente y no que
bajaba corriendo al ciber en cuanto me decías que te ibas a
conectar.
A
veces me iba a casa de un amigo de mi hermano solo para usar su
ordenador y hablar contigo y al salir de su casa, seguíamos la
conversación por mensajes. Tonteábamos a todas horas. Y yo estaba
en una nube. Era la primera vez que sentía algo real por alguien y
que era correspondido.
Cogíamos
el mismo autobús todos los días para ir a clase. Cuando nos
encontrábamos siempre desviaba mi mirada y me ponía roja. Esperaba
que tú te acercaras a mí, pero casi nunca pasaba. Tú mantenías
las distancias quedándote con Alejandro y su hermano que se subían
en la misma parada que tú. Yo, por mi parte, no hacía nada era (y
soy, lo sabes) muy vergonzosa.
Poco
a poco. todo pasaron a ser mensajes bonitos y conversaciones que
duraban horas. Aun sonrío cuando recuerdo algunas de ellas.
Recordábamos siempre cuando nos conocimos y lo que nos gustaría
haber cambiado de esa noche. Me encantaba pensar en esa noche y
cambiarla a mi antojo pensando que me habías besado o que me habías
echo caricias en el brazo.
Después,
comenzaste a hablar conmigo a la salida del colegio y entre los
descansos. Nuestra amistad fue creciendo e intentamos estar juntos
durante un tiempo, pero no nos conocíamos lo suficiente. Tus besos
eran simplemente únicos Tu lengua rozando la mía siguiendo el
contorno de mis labios. Cuando lo recuerdo, me derrito.
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