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lunes, 8 de julio de 2013

Tú tb eres raro de lo normal que eres - Cap. 3


Capítulo 3



      A los pocos días de habernos conocido, recibí tu primer mensaje.

Nº DESCONOCIDO: Wola linda como la luna, al final no me diste tú msn, me lo das? 1bss
YO: mi correo es anita@hotmail.es hablamos pronto no? Un besito

Desde ese momento todo cambió.
El primer día de curso aún me acuerdo... Tú no lo sabes pero mi madre me vino a buscar al colegio para que comiéramos juntas. Comí a toda prisa porque quería terminar antes de que salieras de clase para poder saludarte. Comimos en media hora y salí disparada al colegio. Me encontré con mis amigas y las hice ponerse en mitad de la salida para verte sí o sí. Cuando pasaste, ni siquiera te paraste, simplemente nos saludamos, pero mi cara se iluminó junto con mis ojos y la voz me salió ronca.
-Hola- me saludaste mientras decelerabas el ritmo de tus pisadas.
-Hola- dije con mi voz entrecortada, ronca y bajita.
Y así, pasaste de largo y te marchaste. ¿Mereció la pena meter prisa a mi madre para comer? Mucha. A partir de ese día pedí a mi madre que me hiciera bocadillos para poder estar en el colegio y poderte ver
Hablábamos por mensajes de tonterías que me hacían reír  Todo lo que me decías hacía que una sonrisa tonta se formara en mi cara.
Comencé a bajar a un cibercafé (no había internet en mi casa ¿recuerdas?) para hablar contigo por internet. Me pasaba horas solo hablando contigo, aunque tú te pensabas que hablaba con más gente y no que bajaba corriendo al ciber en cuanto me decías que te ibas a conectar.
A veces me iba a casa de un amigo de mi hermano solo para usar su ordenador y hablar contigo y al salir de su casa, seguíamos la conversación por mensajes. Tonteábamos a todas horas. Y yo estaba en una nube. Era la primera vez que sentía algo real por alguien y que era correspondido.
Cogíamos el mismo autobús todos los días para ir a clase. Cuando nos encontrábamos siempre desviaba mi mirada y me ponía roja. Esperaba que tú te acercaras a mí, pero casi nunca pasaba. Tú mantenías las distancias quedándote con Alejandro y su hermano que se subían en la misma parada que tú. Yo, por mi parte, no hacía nada era (y soy, lo sabes) muy vergonzosa.
Poco a poco. todo pasaron a ser mensajes bonitos y conversaciones que duraban horas. Aun sonrío cuando recuerdo algunas de ellas. Recordábamos siempre cuando nos conocimos y lo que nos gustaría haber cambiado de esa noche. Me encantaba pensar en esa noche y cambiarla a mi antojo pensando que me habías besado o que me habías echo caricias en el brazo.

Después, comenzaste a hablar conmigo a la salida del colegio y entre los descansos. Nuestra amistad fue creciendo e intentamos estar juntos durante un tiempo, pero no nos conocíamos lo suficiente. Tus besos eran simplemente únicos  Tu lengua rozando la mía  siguiendo el contorno de mis labios. Cuando lo recuerdo, me derrito.

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